Año CXXXVII Nº 49443
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Señales
Economía
Escenario
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Salud 11/04
Página Solidaria 11/04
Turismo 08/04
Mujer 08/04
Economía 08/04
Señales 08/04
Educación 07/04
Estilo 07/04

contacto

servicios
Institucional


 domingo, 15 de abril de 2007  
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910

Las enfermedades infernales (II).

”Ni la enfermedad del sueño ni la de la osificación de los músculos se puede comparar con la que voy a describir a continuación. Los cabellos, en virtud de ciertos vicios de nutrición, de no sé que asimilaciones espantosas, se van hinchando y encarnando hasta que son como hebras de nervios y de carne, como apéndices tentaculares. Así, vuestra cabeza se convierte entonces en cabeza de Medusa, y cada cabello, si lo cortáis, si tiráis de él siquiera, sangra y os duele horriblemente. Los griegos -que en suma no fantasearon tanto como se cree, sino que hacían de sus mitos simples representaciones de seres, fuerzas y cosas existentes- a sabiendas de esta enfermedad imaginaron su Gorgona castigada por Minerva. Las culebras que se retuercen airadas en la cabeza de Medusa no eran más que la exageración de un hecho.

Pero yo he sabido o he soñado una enfermedad aún más terrible que las descritas. ¡Imagináos a un hombre a quien le duele el pensar, a quien cada pensamiento le produce una tortura física! Suponed que hay en el cerebro de este hombre una irritabilidad tal que cada célula sufre al “elaborar” el pensamiento y los que, al producirse, pinchan como un alfilerazo. Si el paciente fuera un político o un deportista, claro que esta enfermedad no sería de importancia, pero si se trata de un hombre de mucho pensar, su vida sería un solo y desgarrador ¡ay! Este mártir tendría insomnios y sólo podría dormir cuando se encontrara aniquilado por los anestésicos. Pero en cuanto se filtrara por su cerebro un rayito de pensamiento, se escucharía un grito lastimero que partiría el alma”.

Nota: A principio de siglo La Capital publicaba muy a menudo, y en páginas comunes, cuentos de autores nacionales o extranjeros. Esta obra es del escritor mexicano Amado Nervo y apareció en el año 1910.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados