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 domingo, 15 de abril de 2007  
El cazador oculto: "Los nombres propios de la televisión"

Ricardo Luque / Escenario

La televisión está que arde. Y para colmo vuelve Marcelo. Adrián lo necesita. Además, por nada del mundo se perdería una semana al rojo vivo como la que se viene. Susana está de regreso, Jorge cambió de bando y Mario, incorregible, sigue haciendo de las suyas. Pero eso no es todo, Mirtha, la señora, anunció su regreso. ¿No es una trama atractiva para una historia de ficción? Seguro. Pero no lo es. Los personajes, que de tan familiares basta con llamarlos por el nombre, son de carne y hueso y las peripecias que les toca vivir las padece la Argentina toda. O no hubo alguien que, inocentemente, el miércoles se quedó hasta tarde, luchando contra el sueño, para ver "CQC". Se quedó con las ganas. Igual que ese otro que, después de agotar hasta la última provisión de café de la alacena, cayó rendido antes de que arranque la cortina del programa. Ni hablar de los fanáticos de "Duro de domar" que, a pesar de que salen del trabajo a las corridas, quedan atrapados en un embotellamiento y llegan a pegar la nariz en la pantalla cuando María Laura y Santo, esa pareja tan enigmática, ya empezaron a contar las noticias del día. Lo único seguro es "Gran Hermano". No importa la hora o el día, no importa siquiera el canal, siempre hay alguien hablando de lo que pasa en la casa. Pasaba lo mismo el año pasado, pero con "Bailando por un sueño", que había infectado la programación de toda la televisión con sus chismes de cabaret. Gracias al cielo, en Rosario está Luis, que es un hombre serio, y Juan Pablo, que aunque le cueste levantarse sabe cómo hacer reír. Porque Nacho, quién lo duda, es un viejo zorro y Roberto, su hijo dilecto, se fue sin decir adiós. ¿Qué pasa con Julio? ¿Carlitos adelgazó para poner en ridículo a los gorditos de "Cuestión de peso"? ¿De qué se ríe Gachi? Preguntas sin respuesta que, en medio del caos del planeta mediático, dan para un culebrón. De aquellos.
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