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 domingo, 15 de abril de 2007  
El grupo se prepara para tocar en Santa Fe
La Renga: "No nos sentimos representados por el término rock chabón, es despectivo"
Tete, en una charla exclusiva, habló del último álbum, los ideales y los shows

José L. Cavazza / Escenario

La Renga terminó el ensayo en la quinta de Ezeiza. Chizzo abandona el barco. También Tanque desaparece. El gordo Gabriel, manager del trío dice que está todo ok. "Ahí viene Tete, como habíamos convenido". El cronista duda o no recuerda bien qué cosa habían acordado. Al vuelo aparece la bendita cuestión de la imagen, tan conflictiva para las bandas. Lo que en los Redondos era una estrategia publicitaria en La Renga parecería indiferencia y bastante timidez. Y no hay contradicción: todo el equipo de La Renga pone su adrenalina en el escenario. A ninguno de ellos les gusta dar notas, hablar con esos tipos llamados periodistas. Pero Tete decidió poner el pecho a las balas. Y, en realidad, viéndolo moverse en el escenario montado al bajo eléctrico, embutido en su mameluco de jeans, con sus pelos de alambre perforando los hombros y sus tatuajes temerarios, viendo y teniendo en cuenta todo esto, uno espera escuchar una voz de trueno o al mismísimo bramido de Leviatán. Pero no es el caso. Tete habla suave y sencillo.

La Renga tocará a fin de mes en la cancha de Unión de Santa Fe, presentando su álbum doble "Truenotierra". Título que mete miedo pero... tranquilo, porque la tormenta de fuego interior que promueven las letras de Chizzo se repliega hasta dibujar una postal de confraternidad familiera. "La Renga es nuestra gran familia", confiesa Tete, que también se explayó sobre la elección de los escenarios para sus recitales, de por qué están esquivando las grandes ciudades, del rock post-Cromañón, del rock comprometido y del rock chabón. De estos y otros temas habló el bajista de la banda de rock de Mataderos que vendió casi un millón de discos y que mete 30 mil personas en un estadio de fútbol.

-Están pensando demasiado dónde tocar, Mar del Plata, Jesús María, ahora Santa Fe... Como esquivando las ciudades más grandes.

-En realidad no las estamos esquivando sino que no se dan las condiciones ni encontramos nosotros los lugares para tocar. Creemos que nuestros recitales son muy distintos a los de otros grupos. Como nos sentimos tan identificados con los chicos que nos vienen a ver buscamos el lugar donde estén cómodos o donde se puedan mover y vibrar plenamente. Tocar por tocar no es para nosotros. Bueno... ahora se dieron estas ciudades, pero a Rosario vamos a ir a tocar este año, sólo falta encontrar el lugar.

-¿No les gusta tocar en festivales, con todos los que hoy hay en Argentina?

-Los festivales que sólo se basan en mostrar a su sponsor no nos interesa porque no tiene nada que ver con el rock que nosotros sentimos. Entonces, tocamos en un montón de festivales que tienen que ver con cuestiones sociales y me parece que la función del festival está ahí, en ese palo. Juntarse para tirar una onda en lo social. Pero juntarse para vender más cerveza o una marca de gaseosa no nos cabe. ¡Encima aquí en Buenos Aires en el Quilmes Rock está prohibida la venta de cerveza!

-En los recitales de La Renga se prendieron muchas veces bengalas...

-Antes sí. Ahora, en el recital de Mar del Plata algunas se prendieron, pero enseguida paramos el recital. Tanto del lado nuestro arriba del escenario como de los chicos que nos vienen a ver la idea es guardar un gran respeto por lo que pasó en Cromañón. Hay cosas que pasaron en este país que te tienen que marcar. Por respeto a todo estaría bueno que no se tire una bengala más. Tampoco estaría bien ponerse la gorra.

-¿Cromañón los hizo reflexionar y replantear la cuestión de los recitales?

-Nos hizo replantear cosas que tienen más que ver con nuestras vidas. Los recitales los armamos igual que antes, y si hacemos mayor hincapié en la seguridad es porque la ley nos pide eso. Nuestros shows tienen su espíritu y eso no varió; el verdadero cambio es que cientos de chicos ya no están y todas esas familias se quedaron sin sus hijos.

-Ustedes suelen hablar de rock y compromiso, ¿qué es hacer rock comprometido?

-Ser juglares de la historia que está viviendo el país. Siempre, cuando hacemos un disco sentimos la necesidad de que cuando lo escuchemos dentro de cincuenta años nos sintamos orgullosos de lo que grabamos, y que pueda ser parte de la historia. Estaría bueno que cuando un loco te escuche dentro de muchos años sepa qué estaba pasando en la Argentina en ese momento.

-¿Qué pasa entre la banda y los pibes que lo van a ver?

-La Renga es nuestra familia, nuestra forma de vida, y somos los primeros fanáticos de la banda. Sentimos a cada una de las canciones y a veces nos gustaría estar abajo del escenario viendo el show. La energía que vivimos supongo que debe ser similar a la que sienten los chicos que nos vienen a ver.

-¿Cómo suenan términos como rock chabón, rock barrial? ¿A quién representan?

-Suenan despectivo, según quién lo diga o cómo se lea. Nosotros no nos sentimos representados por esas palabra. No sé bien, lo nuestro es el rock.
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Tete, el bajista de La Renga, consideró que hacer rock comprometido es "ser juglares de la historia que está viviendo el país".

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