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 sábado, 14 de abril de 2007  
A un año de la “movilización de los pingüinos”
Cuando los estudiantes se hicieron oír
Para el dirigente de la Fech, Nicolás Grau, la protesta de los alumnos instaló el debate educativo en Chile

Matías Loja / La Capital

El pasado lunes, y en medio de una gran expectativa, la presidenta chilena Michelle Bachelet firmó el proyecto de una nueva ley educativa, que propone reemplazar la polémica Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (Loce), sancionada en épocas de la dictadura pinochetista.

Un cambio que propone dar respuesta a las demandas de los estudiantes secundarios y universitarios trasandinos, que en abril de 2006 iniciaban una serie de marchas que pusieron a la educación en el centro de la agenda política de Chile.

A un año de aquellas multitudinarias manifestaciones, conocidas como la “movilización de los pingüinos”, Nicolás Grau, ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), considera que una de las conquistas que lograron las marchas estudiantiles es la movilización social que se transformó en “un actor determinante de la agenda política”, permitiendo “direccionar la discusión educativa en el país”.

Responsable de la Fech durante el convulsionado debate educativo chileno del año pasado, y vocero de los estudiantes universitarios, Grau ve con buenos ojos ciertos avances que propone la nueva Loce, aunque advierte que si no se reforma el financiamiento y la administración del sistema, la reforma quedará incompleta.

—A un año de las protestas de los estudiantes chilenos, ¿cuáles fueron los logros más importantes de esta acción?

—En general, el resultado de las manifestaciones ha sido positivo. La movilización como tal fue un hecho bastante inédito en Chile porque logró conciliar la crítica estructural en aspectos de las políticas públicas, como en este caso la educación, y que este no sea un reclamo marginal. Crítica que tiene que ver con cuestiones que vienen desde la dictadura y que los gobiernos de la concertación mantuvieron. Y se logró conciliar ese reclamo con una masividad importante, donde por varias semanas todo el país habló de educación. Se logró desde el mundo social dirigir la discusión nacional e incluso que esto presionara para que el gobierno cambie su programa.

—¿La sociedad chilena tenía en agenda a la educación?

—El tema educativo siempre estuvo presente en los discursos. Chile es un país con muchas desigualdades, por lo que en general todos los sectores políticos dan cuenta de la educación como vía para enfrentar la desigualdad. Ahora, en términos de marcar un camino hacia donde avanzar en este terreno, eso no estaba presente, ni hacer cambios en la Loce.

—¿Se reflejó esto en la nueva ley?

—De alguna forma, la situación actual del país es un poco reflejo de esa movilización. Tenemos un nuevo proyecto de ley que, insisto, no estaba en la agenda de marzo del año pasado. Y este proyecto es en términos generales positivo, porque toma cuestiones que nosotros planteamos el año pasado, como la democratización en los colegios y en el consejo nacional de educación, terminar con los procesos de selección de alumnos hasta octavo básico, y el fin del lucro para los colegios con aporte estatal.

—¿Qué cosas deja pendientes este norma de enseñanza?

— Este cambio es emblemático e importante, pero hay otros aspectos de la educación que supuestamente se tienen que dar reforma de aquí a un mes, y que son aún más relevantes. Me refiero a la administración de los colegios, si van a quedar en los municipios o en un órgano que dependa más fuerte del Estado. Y también la forma de financiamiento, que en los liceos de Chile es un financiamiento a la demanda, lo que torna un presupuesto sumamente inestable y hace competir de igual a igual a los privados con los públicos. Si el cambio que se está proponiendo en la Loce no va acompañado de estos puntos, la reforma va a quedar un poco coja.

 —¿Por qué se destaca la selección de alumnos como un punto importante de los cambios?

—En Chile reciben financiamiento público dos tipos de instituciones: los particulares subvencionados y las escuelas públicas. Hasta ahora, la mayoría de los privados subvencionados, y los colegios más emblemáticos y tradicionales de los públicos, tienen mucha más gente que quiere entrar de la capacidad que tienen, por lo que imponen un examen de selección. En el liceo más importante de Chile hay 800 cupos para 4 mil postulantes. Y lo que se busca con esta ley es eliminar todo tipo de prueba de selección de conocimiento, al menos hasta 8º año de la básica, que en el fondo hace dejar en el sistema a los alumnos de mayores ingresos. Y también prohibir oras formas de selección que hacen las privadas confesionales sobre cuestiones religiosas o de vida cultural.

—La educación latinoamericana pasó por reformas neoliberales. ¿Persiste en Chile este esquema?

—Chile realizó estas reformas mucho antes que otros países, a principios de los 80. A grandes rasgos, en Chile eso no se ha revertido. A pesar de los aspectos positivos que tiene esta nueva ley, si no hay cambios en el financiamiento y en la administración de los colegios, Chile va a mantener un decaimiento sistemático de su educación pública versus la privada. Este sistema ha fracasado tanto en equidad como en calidad, y tiene un esquema con una falta de responsabilidad del Estado, que hizo descansar en el mercado la posibilidades de una mejora en la calidad educativa.


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Nicolás Grau, el segundo de la izquierda, en medio de una de las marchas de mediados de 2006.

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