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 domingo, 10 de diciembre de 2006  
Los sueños del hincha

Luis Alberto Yorlano / Ovación

Como en el siglo anterior, la hegemonía porteña vuelve a ser el centro de las miradas de todos los argentinos. El profesionalismo arranca allá por el año 30 y los equipos de Rosario se incorporan a la AFA en 1939. Mientras esto ocurría en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, en el resto del país eran hinchas de algún club local y de otro Buenos Aires. Las radios, que entraban en cadena con emisoras locales, solo transmitían los partidos en los que participaban los equipos grandes de Buenos Aires. De ahí aparecen sus hinchas en el interior del país.

Algo no anda bien en el fútbol de Rosario. Se retrocedió varios años. Un equipo termina a casi 15 puntos y el otro a más de 25 de Boca y Estudiantes. Y lo más triste es que uno de los técnicos quiere salvarse diciendo que su equipo tuvo un final importante para el futuro, mientras que el otro afirmaba que si llegaba a treinta puntos era tarea cumplida.

Llama la atención la pasividad de los hinchas con respecto a estos resultados. Si se conforman con tan poco, esto si que es preocupante ¿Se volverá a ver la alegría como hace unos cuantos años, cuando se salvaban del descenso o la ciudad se vestía de fiesta cuando sacaban un resultado positivo frente a unos de los grandes?

Ha llegado la hora de replantear la situación. Serían bueno saber si los jugadores de las inferiores son para competir en el más alto nivel con la camiseta que se puso en el fútbol infantil o serán sólo productos para la venta. Lo más grave es cuando se usufructúa con el prestigio de la camiseta y venden a los recién llegados, sin dejarle nada importante. Pagan por ello una excelente cantidad de dólares y los clubes siguen inmersos en deudas impagables. Los dirigentes que no están en condiciones de conducir con capacidad al club, deben dejarlo inmediatamente. Lo único que tiene este fútbol, comparado con el de antes, es que se sigue jugando con las mismas medidas de las canchas, con once jugadores de cada lado y con una pelota, las otras cosas no tienen nada que ver.

Muchos dirán que el fútbol de hoy es perverso, corrupto y es posible que en parte así sea,

pero el hinchismo sólo acepta los triunfos, lo más importante en su vida son los colores de su equipo favorito. No hay que quitarle los sueños de

pensar que alguna vez volverán a ser campeones.

No hacen falta las barras para sacar adelante los equipos. Hacen falta gente inteligente y con una cómoda situación económica para poder salir del paso.

El hincha, por lo que paga como socio, no puede exigir más de la cuenta, ni señalar cómo se debe manejar la plata que a veces viene de grupos de inversores. O se quiere un club grande para pelear campeonatos o un supermercado de jugadores para sanear situaciones económicas, pero alejado de lo que quiere la gente, ser campeón. l
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