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 domingo, 10 de diciembre de 2006  
Mandalas: volver a las formas
La artista Agó Páez Vilaró rescata esta técnica milenaria como modo de expresión y herramienta creativa

Clarisa Ercolano / La Capital

"Mandala significa círculo, y círculo es la forma, la barriga, el planeta , el sol, lo que nos rodea, estamos inmersos en la forma circular", dice vehementemente la artista uruguaya Agó Páez Vilaró, especialista en diseñar mandalas y crear con ellos técnicas de meditación y desarrollo personal. Vilaró estuvo de paso por Rosario para organizar los talleres que planea dictar el año entrante. En diálogo con La Capital, dice con certeza que en la antigüedad, "la gente construía en forma circular y los animales siguen haciendo sus nidos y cuevas de esa forma".

"El círculo es natural y no una forma fabricada por el hombre, por eso, permite que la energía se manifieste en ondas y que circule de manera benévola", explica, y agrega que esa es la razón por la cual los chinos ubican plantas o campanas en los ángulos rectos para que la energía circule sin problemas.

Agó traslada esta teoría del feng shui al cuerpo humano y afirma que "cuando la energía tiene problemas para circular por el cuerpo, enfermamos. Por eso hay que volver la mirada al círculo que es la forma más perfecta".

Mediante el dibujo de mandalas, su posterior coloreado y un acompañamiento musical acorde, Agó plantea la posibilidad de practicar técnicas de meditación, visualización y relajación.

El mandala es considerado un arte y Agó aprovecha para decir que las expresiones artísticas "deben propiciar la buena vibración energética". Al respecto señala que muchas veces, "el arte sirve de psicoanalista", porque los artistas expulsan su energía pesada a través de sus obras.


Arte desde la cuna
El mandala es una puerta que se abre, un acceso energético hacia el infinito, pero también un regreso al centro de cada uno. En estos postulados basa sus conceptos la hija del emblemático artista plástico uruguayo.

Desde niña trabajó en el atelier de su padre del que recibió las primeras enseñanzas. Luego profundizó el arte y perfeccionó su trabajo en diferentes ateliers. "Fue en realidad el pájaro, la mariposa, el viento, el agua que corre por los arroyos, el sol y las estrellas quienes me guiaron en mi camino del arte, y me transformaron", cuenta como si su vida misma se tratara de un relato fantástico, y no duda en señalar a la naturaleza como su gran maestra. "Tomo de ella sus movimientos, sus colores y sus formas, uniéndolos para realizar mis obras, inspiradas desde mi ser interno, para cumplir con mi deseo de transmitir los sentimientos más profundos, de armonía, luz y paz, colaborando con la misión del gran cambio de la humanidad, hacia un estado de vibración más alta".

Su búsqueda espiritual le permite unir el arte con el espíritu, a través del trabajo con los mandalas. Para ella, el arte es la manifestación del espíritu, y el mandala, la herramienta adecuada para ayudar a equilibrar a las personas, enfocándolas a través de la técnica circular, a lograr la ansiada concentración.

"Además, soy una caminante de la vida. Realicé varias veces el camino de Santiago de Compostela, el camino del inca y he creado el camino al interior del Uruguay a pie". Esta mujer no conoce ni quiere conocer de límites mundanos, el arte y los caminos, dicen que la ayudan a cumplir con su mayor deseo: "Unir el cielo con la tierra".

En la búsqueda de la ansiada concentración, Agó también llega a las escuelas y colegios ofreciendo esta técnica que asegura, ayuda a concentrarse y mejora la ortografía de los más pequeños.


Centro energético
Los mandalas guardan un correlato con el cuerpo, específicamente con los centros energéticos o chakras. El bloqueo del chakra a causa de energía asociada a vivencias negativas, impide el reciclado energético. "Cada chakra tiene un sonido y un mandala que le corresponde y que acompañan las tareas de meditación", explica Agó.

Agó Páez Vilaró basa sus trabajos en los conceptos de filosofía jungiana que plantean conocerse para alcanzar la plenitud. Dice que al trabajar con mandalas se modifica la conciencia y se mejora la creatividad y la confianza en uno mismo. "Dibujar y pintar es también meditar; cuando pintamos nos tranquilizamos", subraya la artista, y agrega que al crear un mandala "nos concentramos y abstraemos y desaparecen las tensiones".

Otras culturas además de la oriental usaban el mandala, entre otros, los incas, aztecas y los indios charrúas. Agó recomienda además realizar otras tareas que ayuden a la reenergización del cuerpo, como por ejemplo, establecer contactos cercanos con la naturaleza, disfrutar del sol de las mañanas y del contacto de los pies con la tierra.
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