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 domingo, 10 de diciembre de 2006  
El cazador oculto: "El problema de ser siempre el gran favorito"

Ricardo Luque / Escenario

Leonardo DiCaprio tiene un problema. Desde hace años, cuando se avecina la entrega de los Oscar, su nombre suena como el gran favorito para llevarse el premio. Y nada. Cuando llega la hora de la verdad, la Academia lo ignora y se queda con las manos vacías. Le pasó con "Pandillas de Nueva York", en la que su actuación, como el joven irlandés que vuelve al barrio donde nació para vengar la muerte de su padre, es lo único que se salva de la película de Martin Scorsese. Al año siguiente pasó lo mismo con "Atrápame si puedes". Parecía que la estatuilla no se le podía escapar: Steven Spielberg había dirigido la película, su compañero de reparto era Tom Hanks y la historia, ambientada en los años 60, había sido escrita a la media de Hollywood. Pero era una comedia, un género menor para la aristocracia de Hollywood, y una vez más ni siquiera fue nominado. Con "Aviador", el último esfuerzo de Scorsese por congraciarse con la Academia, la historia fue distinta: su actuación tuvo su merecida candidatura, la segunda de su carrera, aunque la estatuilla se la llevó Jamie Fox, por su increíble actuación en "Ray". Esta vez, Leonardo por lo menos fue a la fiesta. Se sentó en las butacas de las primeras filas y, con su mejor cara de póquer, miró como le arrebataban su sueño delante de las narices. Ya le había pasado una vez y aprendió de la experiencia. Fue en 1994, cuando, siendo un ilustre desconocido, la Academia bendijo su trabajo en "¿A quién ama Gilbert Grape?" con una nominación al Oscar. Se merecía el premio, más que en ninguna otra de sus películas, pero era demasiado joven y no se lo dieron. No sufrió, tenía 20 años y la certeza de que la vida le iba a dar su merecida revancha. Después vino el vendaval de "Titanic", un gran éxito que despertó grandes envidias. Como es su costumbre, la industria no le perdonó que haya tocado el cielo con las manos y que no se haya arrodillado a agradecérselos. Pero ése no es el problema de DiCaprio. Nada que ver. Su problema es que este año su nombre volvió a sonar fuerte como favorito para ganar el Oscar y su mayor rival es ¡él mismo! La prensa especializada coincide en que sus actuaciones en "Los infiltrados" y en "Blood Diamond" son de las mejores que se vieron este año. ¿Será justicia?
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