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 domingo, 10 de diciembre de 2006  
Denuncia. El diplomático denucnió a su antecesor, Martín Cinto, y a empleados de lasede
Denuncian un "mafia" en el consulado español en Rosario
Desde España, el ex cónsul Juan Ignacio Alvarez Gortari asegura que en las oficinas de la ciudad funciona "una mafia"

"Ese consulado vivió una corrupción increíble durante el período del cónsul Martín Cinto, en complicidad con el canciller Gerardo Hernández Illáñez. Se dieron ciudadanías y pasaportes ilegales", disparó sin medias tintas el ahora ex cónsul en Rosario Juan Ignacio Alvarez Gortari, quien fue más allá e insistió en que en el sitio funciona "una mafia". El diplomático rompió el silencio a raíz de un reportaje que La Capital publicó el 13 de noviembre pasado al nuevo titular del terruño ibérico en Rosario, Antonio Sánchez Jara, donde se lo indagó sobre los rumores que hablaban de irregularidades en la entrega de pasaportes, ciudadanías y subsidios, pero el funcionario lo negó.

A poco de haberse instalado en la ciudad, Sánchez Jara había afirmado a La Capital que encontró en Rosario gente "magnífica e idónea", y se había atajado de las supuestas irregularidades con el argumento de que no podía hablar "sobre lo que no vi". Fueron estas declaraciones las que provocaron la reacción de Alvarez Gortari, quien estuvo en su cargo hasta julio de este año, y dijo estar dispuesto a volver a Rosario a mostrar las pruebas de los ilícitos que descubrió durante su gestión, entre 2003 y 2006. En una extensa charla telefónica con este diario desde Madrid, el diplomático no utilizó eufemismos para hablar de corrupción ni para sindicar a parte del plantel consular y a su antecesor como los responsables de los ilícitos.

-¿Qué fue lo que más le molestó de las declaraciones de Sánchez Jara?

-En la nota dice que algunos sectores vinculados al consulado, me gustaría saber cuáles son, aunque supongo que entre ellos está el canciller Hernández Illáñez, me habían criticado en voz baja. Ahora, digo: ¿Por qué me critican en voz baja y no en voz alta? Tal vez porque tengo mucho que decir y para demostrar. Cuando se habla de cierta corrupción o irregularidades en la entrega de subsidios y de documentación, yo quiero decirlo con nombre y apellido: mi predecesor el cónsul Martín Cinto (en funciones desde el 98 hasta el 2002). Ese consulado fue una corrupción absolutamente increíble y concretamente entre el ex cónsul y el actual canciller Hernández Illáñez que, dicho sea de paso, hace 36 años que está ahí y trabajó con 16 cónsules....

-¿Usted está asegurando que entre el 98 y el 2002 hubo corrupción?

-Sí, y lo digo con nombres y apellidos, todo fue entre Cinto y Hernández Illáñez. Los dos firmaron ilegalmente la documentación registral para otorgar la ciudadanía y el pasaporte español a la esposa del canciller que se llama María Beatríz Martínez, y también a una secretaria del consulado -que sigue trabajando- que se llama Analía Castro y a los dos hijos de ella, cuyos nombres son María Victoria y Javier, a todos les regalaron la nacionalidad española ilegalmente.

-¿Quiere decir que a esas personas no les correspondía la ciudadanía ni por sus antepasados ni a través de otras consideraciones?

-Por nada, absolutamente. Fue todo ilegal. Eso es un delito que está tipificado en el Código Penal y no tiene vuelta de hoja. Ya ve usted que aporto pruebas y no me limito a hablar en voz baja porque tengo los tomos, las páginas de los libros del Registro Civil y estoy dispuesto a volar a Rosario si hace falta para probar todo esto que estoy diciendo.

-Usted asegura que hay delito y que tiene las pruebas del ilícito. ¿Por qué cree que estas personas siguen con sus cargos en el consulado?

-Porque el Ministerio de Relaciones Exteriores está haciendo un mal manejo de la situación. A mí me llamaron a consultas cuando denuncié todo en Madrid y me dijeron "tienes la razón en un 99 por ciento", y hasta ahora no hicieron nada. Lo que pasa es que tanto Analía Castro y como Hernández Illáñez pertenecen al Sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) y están protegidos por ellos, porque el ministerio no quiere problemas con el gremio. Cuando descubrí las falsificaciones en octubre pasado y las puse en conocimiento de mis superiores estas dos personas, que en realidad son una gran familia dentro del consulado, me declaran una huelga. Pensaron "si este cónsul sigue aquí terminamos en cana". Me declaran la huelga y transforman un problema que es de tipo delictual penal y lo llevan al plano laboral. Es más, llegaron a decir que era un déspota y demás; e incluso que les golpeaba físicamente (vocifera). El ministerio mío mandó un inspector, pero no para verificar las irregularidades sino para parar la huelga porque a lo único que le tuvo miedo era a la huelga y al escándalo. Esas mismas personas fueron las que dijeron al inspector que yo les pegaba, aunque después se desdijeron. También argumentaron que los acosaba porque me puse a mirar los libros del Registro Civil, desde el año 89, que fue un laburo tremendo de los últimos meses, porque la cantidad de inscripciones ilegales era enorme. Es cierto que uno puede hacer una cosa mal de buena fe y otra de mala fe. En este caso, si le das el pasaporte a la mujer del canciller del consulado, se obró evidentemente de mala fe. Además, si el canciller hace 36 años que trabaja allí sabe perfectamente que su mujer no tiene derecho al pasaporte, ni a la ciudadanía española.

-¿Cuál es el rango laboral de un canciller en el consulado y qué nivel de responsabilidad tiene?

-Hay mucho desconocimiento sobre ese tema. Canciller es una palabra muy rimbombante, porque concretamente en Argentina al ministro de Relaciones Exteriores se le llama canciller; al primer ministro de Alemania se le denomina canciller, en muchos casos son cargos de altísima investidura. Por eso, cuando en una misión diplomática se nombra un canciller la gente cree que es algo así como de mayor autoridad que el cónsul. En realidad, para una gestión diplomática o consular ser canciller es un empleado auxiliar. En el caso de Rosario, es un empleado contratado desde el año 70 y, en la época de Martín Cinto, hizo entrar a trabajar al consulado a toda la familia: su hijo y su sobrina, una madre, su hija y una nuera, y dos primas hermanas. Todo esto yo lo puedo probar. Aunque ese ya es un problema de amiguismo, nepotismo, llámelo como quiera usted. Ahora me concentro en un delito claro como es el de falsificar documentos y entregar pasaportes españoles a personas que no les corresponden.

-¿Qué expectativas tiene con estas denuncias concretas?

-Bueno, a mí me han prometido que van a "sanear ese consulado, que realmente es una mafia". Pero la verdad es que hasta ahora no pasa nada. Creo realmente hay que sanearlo porque es una vergüenza y un deshonor para España.

-¿Cree que habrá cambios y controles más estrictos?

-Con tal de que salga a la luz y a la superficie ya me quedo contento, porque para mí ya es un problema de conciencia y de moralidades que toda esa gente continúe trabajando ahí, que ese canciller no sepa ni prender un ordenador (computadora) es una inutilidad absoluta. Es decir, por no saber prender el ordenador cobra 4.000 dólares por mes. Hay que terminar con esas situaciones.
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Alvarez gortari descubrió las irregularidades.

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