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 domingo, 03 de diciembre de 2006  
Cocinas: sabores de vida

El romero, mi querida amiga, es originario del Mediterráneo, sus hojas tienen un aroma que recuerda al pino y a la lavanda. Sus flores también comestibles, son ideales para ensaladas. Combina muy bien con el tomillo, el laurel, el ajo y también con el vino. Siempre es mejor usarlo fresco, pero el seco es una opción práctica y al alcance de la mano.

El fresco, al igual que otras hierbas, se puede conservar dentro de la heladera en la parte más baja envuelto en papel de cocina húmedo.


Pescado al romero
Necesitará:

  • 4 filetes de pescado magro

  • aceite de oliva

  • manteca

  • 2 dientes de ajo

  • romero

  • sal y pimienta

  • 4 papas cocidas con cáscara

  • ralladura de dos limones

    Unte los filetes con aceite de oliva (es un gran potenciador del sabor de los pescados). Salpimente y esparza los ajos picados sobre la superficie de dos de los filetes. Coloque sobre ellos dos ramitas de romero, y monte los otros haciendo una especie de sándwich (la carne de pescado, al igual que la del pollo, posee una proteína que actúa como un cemento por lo cual no hace falta unirlo con nada). Al trabajar con este espesor, no se pierde mucha humedad durante la cocción manteniendo una buena textura. Caliente una sartén en la que puedan entrar cómodamente, vierta un chorrito de aceite de oliva y coloque los filetes. Cocínelos, según el espesor, aproximadamente unos cuatro minutos por lado.

    Mientras tanto pele las papas que estarán previamente cocidas en agua con sal gruesa, y córtelas en rodajas. Caliéntelas en una sartén con un par de cucharadas de manteca. Condimente con sal, pimienta y una hojitas de romero. Arme el plato, y sobre los filetes esparza la ralladura de los limones (la acidez acentuará el sabor del pescado).
    Confitura de cebolla a la cerveza
    Necesitará:

  • 250 c.c. de cerveza rubia liviana

  • 250 gramos de cebolla

  • 1 cucharada de vinagre

  • 35 gramos de pasas de uvas

  • 1 cucharada de azúcar

  • sal y pimienta

  • 1/2 cucharadita de tomillo

    Pele y pique las cebollas. Lave y escurra bien las pasas. Póngalas en una ollita y añada el azúcar, el tomillo, la sal y un poco de pimienta. Moje con la cerveza y el vinagre y remueva. Cocine a fuego suave sin tapar removiendo con frecuencia. La confitura estará hecha cuando la cebolla esté transparente, blanda y el líquido se haya reducido.
    Había una vez.....
    Cuentan que había una vez un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste porque no sabía quién era. Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano: "Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas". "No lo escuches, le sugería el rosal, es más sencillo tener rosas y ver qué bellas son".

    El árbol desesperado intentaba lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: "No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tú mismo, conócete y para lograrlo escucha tu voz interior". Y el búho desapareció.

    "¿Mi voz interior; ser yo mismo; conocerme?" Se preguntaba el árbol desesperado cuando de pronto comprendió. Cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: "Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje. Si tienes una misión debes cumplirla".

    El árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso cumplir su misión. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

    Me pregunto al ver a mi alrededor, ¿cuántos serán robles que no se permiten crecer; cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas o naranjos que no saben florecer?
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