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 domingo, 03 de diciembre de 2006  
Encuentran en la Patagonia la piedra sagrada de los tehuelches

Viedma.- Un grupo de investigadores dirigidos por el antropólogo Rodolfo Casamiquela llegó en la Patagonia al sitio exacto donde se encuentra la Piedra Sagrada de los tehuelches, bautizada por los indios como “La Vieja”, que había sido descubierta en 1865 por el naturalista suizo Jorge Claraz.

La expedición, que contó con la colaboración del experto baqueano Atilio Namuncurá y de la que participó un enviado de Télam, logró ubicarla después de 141 años.

Claraz había atravesado la meseta patagónica, entre las costas de los ríos Negro y Chubut y ubicó la piedra en Somuncurá.

En esa enorme altiplanicie de Somuncurá, voz mapuche que alude a que las piedras “hablan” por efecto del viento, está el paraje llamado Yamnagoo, que en la desaparecida lengua tehuelche quiere decir abrevadero, lugar en donde van los animales a beber.

Claraz, que dejó prolijas anotaciones en su libro de viaje, describió ese sitio como “el paraíso terrenal de los indios pampas, (que) dicen que su Dios lo hizo para ellos y para que ningún indio que pasara por allí sufriera hambre”.

“Yamnagoo puede considerarse como una gran trampa para guanacos, la laguna es pequeña, de forma alargada, orientada casi de norte a sur y desde todas las sierras vecinas bajan las tropas de guanacos a beber” había dicho el explorador pionero.

Apuntó también que en algún sitio de ese paraje, de casi 250 kilómetros cuadrados de superficie, algo más que toda la ciudad de Buenos Aires, al costado de una pequeña laguna encontró un promontorio de leña seca.

“Los indios dicen que debajo yace una piedra, que esa piedra es una vieja, y que esa vieja es sin duda una diosa; ella es la dueña de estos campos y de los animales que viven en ellos” agregó.

Escribió también que los tehuelches “se acercan al montón (de leña) con respeto, no cabalgan frente a él, sino que lo rodean en un semicírculo, dirigiendo una oración a la vieja”.

“Le ruegan que los proteja cuando están a caballo y que les dé carne gorda para sus campos” aseguró Claraz, en sus apuntes de 1865.

El libro del suizo se empezó a difundir recién en la segunda mitad del siglo pasado, Casamiquela tuvo a su cargo la primera edición anotada en español en 1985, pero hasta ahora nadie había podido localizar exactamente el sitio de “la vieja” o piedra sagrada. (Télam)
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