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 sábado, 02 de diciembre de 2006  
Los problemas alimentarios, tema de debate en el aula
La experiencia de estudiantes de Villa Gobernador Gálvez generó cambios en la comida de los hogares de los chicos

Micaela Pereyra / La Capital

El aumento del consumo de la comida chatarra en los quioscos de las escuelas inquieta a muchos docentes y padres que manifiestan su preocupación por este tema que este año incluso se debatió en los ámbitos legislativos locales y provinciales. En la Escuela Particular Nº 1.315 Cooperación de Villa Gobernador Gálvez desde hace tres años trabajan en un proyecto integral que incorpora la educación en la salud como eje transversal de la institución, con el objetivo de cambiar los hábitos de alimentación en la escuela y en los hogares, siendo los chicos protagonistas de este proceso.

   La preocupación surgió cuando comenzaron a notar que los chicos se agotaban físicamente antes de que terminaran los 40 minutos de la clase de educación física, o cuando durante algún acto escolar muchos se cansaban de estar parados.

Luego de algunos intentos fallidos para abordar la problemática decidieron incorporar un especialista en nutrición que en primera instancia realizó un diagnóstico durante 2004, y entre otros resultados comprobaron que casi el 35 por ciento de los chicos tenía sobrepeso, que la mayoría no realizaba ejercicios fuera de la escuela. Además, chicos de entre 8 y 9 años tenían el colesterol elevado.

   La escuela propuso entonces trabajar el problema de la alimentación con tareas en el aula y fuera de ella. “El primer año informamos a los papás que estábamos trabajando en esta problemática, les presentamos las conclusiones del diagnóstico, un cheff dio un taller de cocina práctica saludable y dimos algunas indicaciones a los alumnos para ir cambiando algunas conductas”, cuenta Alicia Zorzoli la directora de la escuela.

   La idea de cambiar los hábitos alimentarios de los chicos dentro y fuera del colegio siguió avanzando con el desarrollo de una huerta orgánica y la implementación de un mercado saludable donde los alumnos elaboraron alimentos sanos para vender, y con la recaudación compraron meriendas saludables. También trabajaron la alimentación de los niños de 0 a 4 años, atendiendo las preocupaciones de sus padres, que no lograban incorporar las verduras a las dietas de sus hijos, además de como hacerles dejar el chupete y pasar de la mamadera a la taza.

   “Lo interesante es el carácter interdisciplinario e institucional de este trabajo que involucra a todo el plantel docente y no docente y a las psicólogas del colegio”, resalta Alberto Arribas, licenciado en nutrición e impulsor del proyecto de educación en salud que además aborda la sexualidad, adicciones y tabaquismo.

   En el aula se trabajan los hábitos alimentarios, los nutrientes, la importancia del desayuno, de la actividad física, la correcta distribución de los alimentos en la dieta, y la higiene y seguridad alimentaria. “Vimos el aparato digestivo y respiratorio de un cordero, que dice el profesor que es muy parecido al nuestro, y vimos todos los lugares que recorre la comida en el cuerpo”, relata Eros Scoponi de 6to. año, y agrega que aprendieron que consumir alimentos sanos (como lácteos y quesos), además de comer en menor cantidad comida chatarra, hace que el aparato digestivo funcione mejor.

   Los chicos de todas las edades manejan con naturalidad el vocabulario, hablan de los aportes de los carbohidratos, del calcio, hierro y proteínas, y de la inocuidad de los alimentos. Ellos son los que estimulan los cambios en sus hogares reclamando a sus padres reemplazar algunos alimentos habituales como las hamburguesas, las frituras y las gaseosas. Candela Simón, del mismo curso, explica que “ahora variamos más los alimentos, y aprendimos que por día necesitamos comer cuatro cosas con calcio”.

   En este sentido el nutricionista aclara que desde este proyecto no hablan de alimentos no saludables, sino “de una correcta distribución de los alimentos”. “No hay que ir a los extremos, los chicos tienen que tomar gaseosa, tienen que comer golosinas, pero no es lo mismo todos los días que de vez en cuando”, explica.

   La clave del proyecto está en la decisión que los chicos tienen luego de conocer los beneficios de algunos alimentos.

   Ellos pueden elegir qué consumir para equilibrar su propia dieta, para colaborar en la elaboración de comidas saludables y en ocasiones hasta ejercen controles que han provocado más de una controversia. “Luego de que los chicos llevaran a la casa la idea de no comer todos los días hamburguesas compradas, algunos papás se quejaron diciendo que para ellos eso era práctico y ahora los hijos no las querían comer”, señala la directora del establecimiento, y recuerda que en ocasión de un viaje en el que habían preparado alimentos saludables descuidaron el tema de la bebida y uno de los chicos reclamó: “¡seño, nos están sirviendo gaseosa!”.
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En el quiosco de la 1.315 lograron incorporar alimentos saludables a su oferta.

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