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 domingo, 26 de noviembre de 2006  
Un Ecuador polarizado elige presidente
El magnate bananero Alvaro Noboa y el izquierdista Rafael Correa dirimen en las urnas sus diferencias políticas

Quito. - Nueve millones de ecuatorianos escogen hoy a un nuevo presidente entre un magnate bananero, Alvaro Noboa, que abundó en regalos durante su campaña, y un economista de izquierda, Rafael Correa, declarado amigo del presidente venezolano Hugo Chávez, que promete profundas transformaciones al sistema político. En una intensa campaña caracterizada por los ataques mutuos para desprestigiarse, entre otras acusaciones, Noboa dijo de Correa que es un "comunista", mientras que Correa señaló que Noboa representa a la "oligarquía corrupta". Noboa y Correa se impusieron a otros 11 candidatos en la primera vuelta de octubre, pero sin la mayoría necesaria y se vieron forzados a la segunda ronda electoral hoy.

Correa, de 43 años, dejó de lado el discurso antisistema de la primera vuelta, y emuló a Noboa en una verdadera feria de promesas como la creación de empleo, vivienda y la reducción de precios de los servicios básicos. Declarado amigo personal de Chávez, el izquierdista tomó distancia del gobernante venezolano para la segunda vuelta y aclaró reiteradamente que "mis amigos no mandan en mi casa. En Ecuador mandaremos los ecuatorianos". También fueron constantes las denuncias de Correa de un fraude electoral, por lo que llamó a la población a resguardar sus votos "de la chequera de la oligarquía corrupta".

Noboa, de 56 años, el hombre más rico del Ecuador (es dueño de 114 empresas) pugna por la presidencia por tercera ocasión, en sus recorridos regalaba sillas de ruedas, camisetas, computadoras y dinero en efectivo. Prometió construir 300.000 casas al año y crear dos millones de empleos. Fue común verlo con la Biblia en la mano, invocando el nombre de Dios e invocando de rodillas el voto de sus compatriotas. Aseguró que firmará un tratado de libre comercio con EEUU, atraerá la inversión extranjera y elevará el nivel económico de Ecuador a nivel de EEUU y Japón.

Los dos son considerados como populistas: uno de izquierda y otro de derecha y no garantizan la estabilidad política del país, que desde 1996 ha tenido ocho presidentes, tres de ellos destituidos sin llegar ni siquiera a la mitad de sus mandatos. El conservador Sixto Durán Ballén fue el último presidente que terminó su mandato.

El Tribunal Supremo Electoral llamó ayer a bajar tensiones tratando de asegurar la transparencia del proceso mediante la presencia de delegados de las dos candidaturas en las mesas de votación y el escaneo electrónico de las actas de sufragio. Mientras tanto, voceros de la Organización de Estados Americanos (OEA) pidieron a los postulantes que no se proclamen ganadores hasta conocer los resultados oficiales, anunciados para el martes o miércoles de la próxima semana.


Descreimiento general
Para muchos analistas, lo que está en juego en esta segunda vuelta es apenas una diferencia de modos y de nombres, porque es tan alto el nivel de descreimiento y el deterioro de las instituciones, que suponen que cualquiera sea el ganador será difícil generar un cambio contundente en la situación del país. A ello se agrega que Ecuador se acostumbró a una alta conflictividad social, que prácticamente lo metió en la mecánica de elecciones-destitución, y nadie puede arriesgar que la historia no vuelva repetirse, máxime porque quien gane hoy tendrá poco tiempo para resolver problemas muy serios.
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