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 domingo, 26 de noviembre de 2006  
Cocina: menú a la cerveza

Sin duda, mi querida lectora, la cerveza es la más popular, famosa y universal de las bebidas. Ha suscitado los más elogiosos comentarios. Algunos fanáticos la han llamado "oro líquido". Rubias y negras cumplen con los gustos más exigentes (cerveza, señora, cerveza), y después de varios siglos de existencia ya forma parte de nuestra vida social.

Algunos estudiosos opinan que su cuna fue Babilonia, tal vez de allí se utiliza el término "estar en babia" para ciertos estados mentales en los que solemos caer. Pan y cerveza se ofrecían en los sacrificios en honor de Marduc, una de las deidades, y se usaba como parte de pago a empleados y funcionarios (no, ni se le ocurra pensar en lo que creo que está pensando en este preciso momento, su jefe le va a decir que no). Los empleados recibían una jarra de cerveza por día, mientras que a los funcionarios se les daba una cantidad mayor y de mejor calidad (se da cuenta que los argentinos ni siquiera inventamos eso).

En Europa, los países con más consumo de cerveza se sitúan en el norte siendo los más expertos fabricantes los británicos, alemanes, daneses y belgas. Nuestro país no se ha quedado atrás (por lo menos en eso) y elaboran un excelente producto a un bajo precio que compite con los mejores del mundo. El proceso de elaboración es similar, en sus primeros pasos, a la fabricación del whisky escocés. Ambos parten de la misma base para obtener una bebida alcohólica, la cebada, que es transformada en malta, y sometida luego a distintos procesos con la incorporación de flores de lúpulo y levaduras para obtener una correcta fermentación, origen de toda bebida alcohólica.

Pero como estoy convencido que le importa mucho más cómo beberla que fabricarla, paso a contarle. En los famosos pubs ingleses se sirve siempre a temperatura natural, nunca menos de cinco grados, especialmente las cervezas rubias. En algunas regiones de Inglaterra le agregan un chorro de whisky. Allá ellos, sobre gustos no hay nada escrito. Los alemanes beben la negra entre los 10 y 15 grados. En otros países existe la dudosa costumbre de servir todo tipo de cerveza a muy baja temperatura, lo que según los entendidos, la perjudica, pues elimina gas carbónico quitándole sabor.

Pero no todo en la vida es beberla, también se la puede usar para cocinar con resultados excelentes como un elemento saborizante.

Pollo a la cerveza

Necesitará:

  • 1 pollo

  • 1 litro de cerveza rubia

  • 250 gramos de panceta ahumada

  • 1 cucharada de manteca

  • 1 cucharada de aceite de oliva

  • laurel y romero

  • sal y pimienta

    Troce el pollo, al que le habrá quitado la piel, y cubra cada trozo con la panceta ahumada (la puede sujetar con un palillo). Condiméntelo con sal y pimienta. En una sartén coloque la manteca y el aceite, combinación que como expliqué en otras oportunidades tiene como fin que la manteca aporte sabor y el aceite el punto de humeado. Añada las presas junto con las hojas de laurel y romero. Dórelas y vierta la cerveza. Continúe la cocción unos 20 minutos. Retire las presas y siga cocinando esta aromática salsa hasta lograr una perfecta reducción del líquido. Acuérdese de retirar los palillos y sirva con un cremoso puré de papas. Para qué más.

    Peras perfumadas:

    Necesitará:

  • 250 c.c. de cerveza negra

  • 4 peras

  • 1 cuchara sopera de azúcar

  • 1 cuchara de café de canela

    En una cacerola, coloque el azúcar, la canela y la cerveza. Lleve a fuego suave hasta que funda el azúcar. Pele las peras, córtelas en cuartos e incorpore al almíbar de cerveza. Cocine unos minutos más hasta que se ablanden. Déjelas enfriar dentro de la cacerola y reserve dentro de la heladera hasta el momento de servir. Acompañe con crema batida sin azúcar.
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