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 domingo, 12 de noviembre de 2006  
En profundidad. Juan José Sebreli critica el multiculturalismo en boga
"Kirchner no tiene carisma y le falta el rasgo fascista de Perón"
El filósofo porteño dice que el presidente es un hombre frío que mezcla el populismo con medidas de corte liberal

Walter Palena / La Capital

Juan José Sebreli consumó por estos días una tarea titánica: concentrar en algo más de 400 páginas una suerte de historia medular de la filosofía que tiene incidencias en procesos culturales y políticos actuales. Por allí deambulan, entre muchos otros, Schopenhauer, Heidegger, Schelling, Nietzsche, Deleuze, Foucault y Derrida. Su libro "El olvido de la razón" acaba de ganar las calles y fue presentado por el propio autor en Rosario en la librería Ross.

A diferencia de sus obras anteriores ("Buenos Aires, ciudad en crisis" o "El tiempo de una vida"), Sebreli desarrolla su pasión por la filosofía con anclajes precisos en corrientes que impregnaron el pensamiento del siglo XX y aportaron al surgimiento del totalitarismo con dos fenómenos relevantes: el nazismo y el stalinismo.

Sebreli, quien otrora supo abrevar en las fuentes del marxismo, hoy se encuentra despreciado por las capillas progresistas y sobrevalorado por una derecha que intenta apropiarse de su discurso crítico, políticamente incorrecto en tiempos donde abundan los intelectuales "integrados" o ciertos historiadores que conforman el Billiken de izquierda, como el resbaloso e insustancial Felipe Pigna.

-"El olvido de la razón" es esencialmente filosófico, con poco anclaje en la coyuntura. En suma, un libro para entendidos.

-Puede ser, pero hago anclaje, porque más que una historia de la filosofía en abstracto, es una revisión de la incidencia que ciertos pensadores del siglo XIX tuvieron a lo largo del siglo XX. Los dos fenómenos relevantes del siglo XX, como el nazismo o el stalinismo, han tenido como ideólogos a los intelectuales más prestigiosos de su época. Por caso, Nietzsche y Heidegger fueron los grandes maestros del nacional socialismo. Pero lo más raro es lo que sucedió con Nietzsche: olvidado y despreciado por los alemanes en la posguerra, luego es reivindicado por los franceses, sobre todo por la izquierda.

-A contrapelo con el deber ser actual, usted refuta a Lévi-Strauss y la idea del multiculturalismo. ¿Por qué?

-En realidad Lévi-Strauss encuentra en el relativismo cultural una forma para atacar a la sociedad moderna y sus valores occidentales como la libertad, la igualdad. Ese multiculturalismo que hoy está en auge, lo que hace es aceptar a los intolerantes. Hay determinadas culturas que no creen ni en la libertad, en la igualdad ni en los derechos humanos. Reconozco que es algo muy dilemático, pero, por ejemplo, si uno cree en la igualdad de los sexos, no se puede respetar en nombre del multiculturalismo a determinados regímenes que consideran a la mujer un ser inferior, como pasa en el mundo musulmán.

-¿Será que la izquierda tolera dictaduras o gobiernos brutales por el solo hecho de que son culturas que abominan a EEUU?

-Sí, pero eso es absurdo, porque el imperialismo como tal desapareció a mediados del siglo XX. Lo que impera hoy es el mercado, y a través de sus leyes se domina. La política es impotente en nuestra época. El sistema de partidos está en crisis en el mundo entero, no sólo en la Argentina, porque los Estados-nación ya no son el eje del mundo.

-Este gobierno se dice progresista y reniega de los 90, pero por otro lado utiliza en su discurso elementos propios del liberalismo, como por ejemplo el equilibrio fiscal. ¿Cómo lo explica?

-El régimen actual surge del duhaldismo, y económicamente tiene una continuidad. El fin del modelo anterior, la convertibilidad, fue posible gracias a que se adoptaron medidas ultraliberales, como la devaluación y la baja del salario real, que ni siquiera hubieran soñado Cavallo o López Murphy. Hay una contradicción total en la ideología populista de Kirchner y las medidas que se toman.

-¿Cree que la derrota en Misiones le dolió doblemente al gobierno, no sólo porque perdió su candidato sino que le ganó un representante de la Iglesia?

-Ese es el problema, porque al no haber partidos políticos, otras instituciones se hacen cargo. Por ejemplo, el obispo Piña y Blumberg son dos tipos que lideran multitudes y que hasta hace poco nadie los conocía.

-La oposición piensa que la experiencia de Misiones se puede aplicar al resto del país. ¿Usted también lo cree así?

-Falta un año para las elecciones, pero no soy optimista de que la oposición logre unirse. Para enfrentar a Kirchner no veo otra que una coalición de partidos.

-Pero los partidos no existen. Además, esa metodología ya fracasó con la experiencia de la Alianza.

-No estaba mal la idea de la Alianza. Salió pésimo porque las circunstancias económicas fueron extraordinariamente desfavorables. El contexto internacional que hoy tiene Kirchner, De la Rúa no lo tuvo. Claro que también hubo incapacidad de sus dirigentes y una contradicción excepcional, como el hecho de que el presidente de la República y el titular del partido gobernante eran enemigos.

-También hay dudas sobre el rol del peronismo, sobre todo el bonaerense, en la caída de De la Rúa.

-Puede ser, pero la UCR también conspiró, quizás más que el peronismo.

-¿Está de acuerdo con la idea de que Kirchner se parece al Perón del 46?

-Hay algunas similitudes, pero Kirchner no tiene carisma y le falta el rasgo fascista que tenía Perón, aunque lo empezó a intentar con el acto del 25 de mayo con la movilización de masas. El kirchnerismo, en general, ha sido desmovilizador. Kirchner es un lobo solitario que está siempre encerrado, algo contrario a lo que hacía Perón, que hablaba con todo el mundo y manipulaba a las masas. Kirchner gana elecciones, pero los que lo votan lo hacen de manera fría y calculadora. Lo hacen porque la economía anda bien; votan con el bolsillo.

-¿Entonces usted no ve rasgos fascistas en Kirchner?

-No, porque los fascismos son calientes, mueven pasiones. Decir que Kirchner practica un fascismo frío es una contradicción en sí misma. Este es un gobierno muy frío.

-¿Cómo observó los sucesos de San Vicente? ¿Ve alguna similitud con lo de Ezeiza en 1973?

-Ambos acontecimientos se vinculan en el hecho de que el peronismo resuelve sus internas con violencia. También por sus rasgos esenciales, como la necrofilia. El cadáver de Perón está sin manos y un buen día van a abrir de nuevo el cajón y le van a cortar las piernas. Me parece que en la Chacarita estaba mejor custodiado de lo que hoy está en San Vicente.
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