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 domingo, 05 de noviembre de 2006  
Colombia
Bogotá, entre lo viejo y lo nuevo

Adrián Gerber / La Capital

La gran mayoría de los turistas que llegan a Colombia lo hacen seducidos por sus atracciones naturales, léase las caribeñas playas de Cartagena, Santa Marta o San Andrés. Sin embargo, la puerta de entrada a este país es su capital, Bogotá, ya que la inmensa mayoría de los vuelos internacionales arriban a su aeropuerto, y de allí se hacen las conexiones a los otros destinos. Por eso atención: pasar de largo por Bogotá, no aprovechar la oportunidad de conocerla, es un verdadero desperdicio. Haga un stop antes o después de ir al caribe colombiano y sumérjase en esta ciudad distinta, con muchos contrastes entre lo colonial y lo moderno, y una oferta cultural muy prolífera.

Apenas se llega al aeropuerto de El Dorado y el taxista descubre que uno es argentino comienza a hablar apasionadamente de fútbol, clubes y jugadores de ambos países. Mientras sigue manejando, luego canta temas de Soda Stereo, Fito Páez y hasta Vilma Palma, en una muestra de que el rock argentino penetra con gran fuerza en muchos países latinoamericanos. Acto seguido, hace alarde de la particular belleza de las mujeres colombianas y comenta que la novela que actualmente está al tope del rating de la TV se titula "Sin tetas no hay paraíso", que cuenta la vicisitudes de una chica humilde que busca desesperamente juntar dinero para hacerse una cirugía plástica de mamas (algo muy común en este país). Y por último, aconseja al visitante no dejar de probar la bandeja paisa, un plato típico de esta ciudad. Así, en pocos minutos, el taxista sintetiza las grandes pasiones de los colombianos: fútbol, música, mujeres y comida.

Bogotá es hoy por hoy una ciudad en plena transformación, donde lo viejo convive con lo más nuevo. El paisaje que uno ve al recorrerla es de avenidas anchas y autopistas, ciclovías por todas partes, un sistema ultramoderno de transporte de pasajeros con colectivos articulados y estaciones de transferencias (tal como en algún momento se pretendió realizar en Rosario) que coexiste con viejos y pintorescos colectivos pequeños y multicolores, un enjambre de motoqueros en el medio del intenso tráfico (todos con cascos y con pecheras plásticas donde tienen inscripto bien grande el número de patente) y mucha seguridad estatal y privada por las calles.

Dos áreas son clave para los turistas: la zona norte, la más elegante, con edificios nuevos, centros comerciales, frondosa arboleda y gran parte de la oferta hotelera; y el centro histórico, de gran valor arquitectónico con numerosas construcciones de los períodos colonial y republicano.

Una guía turística lo primero que diría de Bogotá es que está ubicada a 2.640 metros de altitud, tiene 7,5 millones de habitantes y una temperatura media promedio anual de 14 grados, es decir nunca hace ni mucho calor ni mucho frío, ideal para pasear. Y a la hora de adjetivarla es una ciudad cosmopolita, moderna y cultural. Tal es así que está en plenos preparativos para realizar una gran celebración entre abril de 2007 y abril de 2008, ya que fue designada por la Unesco como Capital Mundial del Libro 2007 por sus políticas creativas para el fomento de la lectura y al sector editorial, y su modelo de red de bibliotecas públicas.

Traducido el fenómeno en números, Bogotá tiene 58 museos, 25 universidades, 62 galerías de arte, 45 teatros, más de 40 salas de cine, 161 monumentos nacionales y 28 iglesias de interés patrimonial. Y entre todas estas cifras sobresale el Museo del Oro (un dólar y medio la entrada para los adultos, niños gratis), verdadero ícono de esta ciudad que guarda la colección más importante del mundo en su género. Reúne cerca de 34.000 piezas de orfebrería y 20.000 objetos cerámicos, textiles y piedras preciosas pertenecientes a las culturas precolombinas y que sobrevivieron al saqueo de los colonizadores españoles. Ocupa un edificio de dos pisos muy bien dispuesto en el centro histórico, con autoguías que se solicitan a la entrada y perfectamente señalizado. Un deslumbrante viaje al mundo prehispánico.

Otros de los museos imperdibles es el de Fernando Botero (entrada gratuita). Este maestro colombiano es un fiel exponente del arte costumbrista. Sus obras están realizadas con las técnicas de dibujo, acuarela, óleo, pastel y escultura, principalmente. Pero el museo también comprende 85 obras de algunos de los más representativos creadores de la historia del arte de fines del siglo XIX y la primera mitad del XX como Picasso, Renoir, Dalí, Matisse, Monet, Degas, Chagall, Giacometti y Bonard, entre otros.

En cuanto al patrimonio arquitectónico, se destacan el Teatro de Cristóbal Colón y los Palacios Echeverry, San Carlos y San Francisco, todos ellos ubicados en el casco antiguo. Pero la plaza de Bolívar es indudablemente el corazón de Bogotá , su punto histórico por excelencia. Es una plaza seca, al estilo de la Plaza Mayor de Madrid, que está rodeada por grandiosas construcciones arquitectónicas, como la Catedral Primada, la Capilla del Sagrario, el Capitolio Nacional, el edifico Liévano sede de la Alcaldía Mayor y la Casa del Florero.

Algo muy característico es el lugar destacado que ocupa la religión católica en la vida de los colombianos. Así, hay iglesias de gran riqueza patrimonial y de peregrinación. Existe un buen número de templos de especial interés para los turistas pues contienen bienes muebles de especial valor como obras de arte, pinturas y muebles tallados, muchos de los cuales reflejan el contraste entre el arte europeo y el indígena. Entre ellos se destacan:

n El Santuario de Monserrate: ubicado en la cima del cerro homónimo (3.125 metros a nivel del mar), es lugar permanente de peregrinación. También se puede subir por funicular o teleférico. En la cima está la capilla dedicada a la Virgen Morena de Monserrat. Además, hay bares y restaurantes con una vista única de la ciudad.

  • Iglesia de San Francisco: construida en 1558, es la más antigua de la ciudad. Está ubicada en pleno casco antiguo y todos los días está repleta de fieles.

  • Catedral de Sal de Zipaquirá: ubicada a 50 kilómetros de Bogotá. Es una obra de ingeniería de carácter monumental construida en el interior de una mina de sal.

    Y a la hora de sentarse a comer hay muchas opciones para elegir. En el centro histórico se encuentran agradables restaurantes y bares, y en el norte sobresalen algunos en las denominadas Zona T, Zona G, el Parque de la 93 y Usaquén. En el menú encontrará platos de la cocina internacional, pero es imperdonable no probar los típicos. Aquí va una guía con sus respectivos precios en un buen restaurante de Bogotá:

  • Sobrebarriga (9,5 dólares): carne de vaca, con plátano frito, papa, guacamole (palta) y salsa.

  • Bandeja paisa (8,5 dólares): frijoles (porotos) con arroz, carne molida, chicarrón, chorizo, huevo frito, banana y guacamole.

  • Ajiaco con pollo (7 dólares): sopa de tres clases de papa, con pollo picado y mazorca (choclo) tierna, guacamole, crema de leche y alcaparras.

  • Cuajada con melado: (2,5 dólares) es el postre más tradicional. Queso sin sabor con almíbar de panela (caña de azúcar).Bogotá está servida en la mesa, buen provecho.
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    La plaza Bolívar es indudablemente el corazón de Bogotá, su punto histórico por excelencia.

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