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 domingo, 29 de octubre de 2006  
[Nota de tapa] - Palabras en juego
Ignacio Bosque: "El idioma no es algo ajeno"
El español creó un diccionario que trabaja sobre las palabras puestas en uso. El significado, entonces, es pura construcción

Lisy Smiles / La Capital

Desde 1997, Ignacio Bosque es miembro de la Real Academia de la Lengua Española. Tiene a su cargo la coordinación de un trabajo titánico: la elaboración de una gramática total del español, que incluye el trabajo de las 22 academias miembros. Es además catedrático en la Universidad Complutense de Madrid, y desde allí encaró un proyecto que por estos días fue lanzado en el mercado editorial español: un diccionario, llamado Redes, que no trabaja sobre el significado de las palabras sino sobre las combinaciones de ellas, sobre sus usos, donde el significado se construye de la mano del contexto.

Pero ante todo, Bosque es un apasionado de las palabras y de la lengua. Por eso dice que "el mejor regalo que se puede hacer a un hijo es un idioma", y se lamenta de que los descendientes de hispanohablantes en Estados Unidos rechacen hablar español.

Bosque dictó conferencias en el Centro Cultural Parque de España y en la Facultad de Humanidades y Artes. Dice que siempre le llamó la atención cómo los argentinos juegan con las palabras, por su picardía al usarlas, y defiende las fuentes que se utilizaron para armar el diccionario Redes: los diarios. Un planteo un tanto innovador y que derriba la opinión sobre el mal manejo del lenguaje en los periódicos.

-¿Por qué el trabajo que usted coordina en la Real Academia se presenta como una "nueva" gramática española?

-Llevamos casi 8 años en este trabajo, nos queda año y medio para que se publique. Es la primera vez que se escribe una gramática total del español, con lo que compartimos y con las diferencias, todo. Procuramos que la descripción sea detenida, minuciosa e incluso parsimoniosa, para que sea una descripción atenta a la relación entre la forma y el sentido. En la gramática manejamos estructuras, construcciones sintácticas y también morfología, prefijo, sufijo. A eso se suman los sonidos, vamos a publicar la gramática con un soporte digital con la fonética, con los mismos textos pronunciados con los hablantes de cada país.

-¿Se considera a los hispanohablantes de Estados Unidos?

-En la última reunión intraacadémica hablamos de esto. Hay dos posturas. Algunos dicen que no existe el español de Estados Unidos, sino que es el español de los portorriqueños, colombianos o mexicanos que están allí. Y la otra postura dice que sí existe, que se ha creado un español distinto y parece que esta última es la que está ganando prestigio y credibilidad. Según esta última opinión, los portorriqueños y mexicanos que viven en los Estados Unidos acaban, ellos o sus hijos, hablando un español distinto, con lo cual habría una coincidencia, y por lo tanto un tipo de español distinto. Yo esta cuestión no la he estudiado pero sé que están estas dos posturas.

-En Estados Unidos pareciera que cada vez se tiene más en cuenta eso. En una localidad decidieron enseñar español a los hispanohablantes, porque eso les iba a facilitar aprender inglés.

-Bueno, la verdad que eso llama la atención. No lo sabía, lo que sé es que muchos hijos de inmigrantes no quieren hablar español. Yo he vivido un tiempo en Estados Unidos, y tenía amigos mexicanos que preferían el inglés, se sentían avergonzados. Algo terrible. Ellos al menos hablaban español, sus hijos ya no. Es que se asocia la lengua con el estatus social, pero perder el idioma es algo terrible. El mejor regalo que uno puede hacer a su hijo es una lengua, es una ventana al mundo. Las lenguas son sistemas que nos enriquecen, son propiedad de la comunidad y también del individuo, y por lo tanto hay que cuidarlas y preocuparse por ellas.

-En algo de eso usted está empecinado.

-Bueno, en el proyecto con las academias eso se ve claramente, en todas ellas hay un interés al respecto. Y la Real Academia desde hace un tiempo publica textos del español común, no del español de España, antes era así, por cierto. Lo que ahora hacemos es que cuando hay diferencias, se explican. No se niegan.

-¿Qué es el Redes?

-Es un diccionario combinatorio, no define las palabras sino que explica cómo se combinan, qué hacemos con ellas, esa información para el hablante nativo puede ser algo natural, pero si lo ve con más detalle se da cuenta de que las combinaciones no resultan inmediatas. Hicimos dos versiones: una más dirigida al ámbito académico; y otra, a todo el mundo. La editorial (SM) fue la que hizo la advertencia al decirnos que el mismo libro dirigido a todos era casi imposible, porque ante cualquier objeto uno tiene dos intereses. Por ejemplo un auto, la mayaría quiere saber cómo funciona, cómo frena o acelera, mientras que un grupo apunta a conocer la estructura del motor. La actitud hacia la lengua, el idioma, por la mayor parte de los hablantes es como la de saber sobre el auto en general; la de los lingüistas y filólogos se parece a la actitud del mecánico, que quiere conocer la estructura del motor.

-¿Más allá de las prestaciones de uno y otro, ambos diccionarios tienen que ver con el habla?

-Tienen que ver con el habla en movimiento, en lugar de definir las palabras, las muestran en movimiento. Muestran lo que hacemos con ellas, explican las diferencias entre el sentido figurado y el físico. No solo abordan el uso, sino las combinaciones de las palabras usadas en sentido físico o sentido figurado. Por ejemplo, empañarse. Se empañan los vidrios pero en sentido figurado se empaña el buen nombre, la imagen, la fama. Y esa lista está en el diccionario en forma completa, analizada y ejemplificada. Esa lista no estaba en ningún sitio, no se había hecho nunca.

-Además de lo novedoso de mostrar las palabras combinadas, usaron como fuente los diarios, cuando la opinión es que en los medios se bastardea el idioma.

-Es que yo creo que la lengua que muestran los diarios es la que compartimos todos. Es una lengua común, no es literaria. Creo que el lenguaje de la prensa es representativo del español común, y entonces me pareció que para ejemplificar ese tipo de lengua había que acudir a corpus lingüísticos de prensa y los busqué, y este diccionario está hecho con lenguaje de la prensa, y no sólo del mundo hispánico. Sí, se habla mucho del bastardeo de la lengua por culpa de los medios, pero creo que hay periodistas que escriben bien y otros no tan bien. Lo importante es el simple hecho de reflexionar sobre el idioma. Hay mucha gente que piensa que el idioma es algo ajeno, como la legislación, pero el idioma está adentro, es un bien personal y a la vez social. Ni siquiera se piensa que es un bien; dicen que es un sistema, que es algo que se impone, como las normas del tránsito. No es eso, en absoluto. La lengua no es el envoltorio de las ideas, es el soporte. No es el paquete, el envoltorio para embellecerlas. Es un convencimiento al que se llega, no se aprende en ningún libro en particular. A cuidar de ella, a ser sensible al idioma. Ser sensible al idioma es una parte del ser humano, tiene que ver con eso, justamente, con ser humano.

-¿No cree que el ámbito académico algo tiene que ver con ese concepto de la lengua como un sistema críptico, ajeno?

-La lengua es un bien común, entonces hay que compartir ciertas convenciones. Hay un español más conversacional, otro más formal. Es decir, hay registros, que se parecen a los atuendos. Entonces, hay jóvenes que no saben cambiar de registro, tampoco saben ponerse el atuendo apropiado en cada situación. Parte de lo que supone saber una lengua o tener conocimiento sobre una lengua es saber cuál es el registro apropiado. Eso es parte del conocimiento del idioma. Y las academias trabajan en ese sentido, dicen "esta expresión es apropiada para un determinado registro". Son matices.

-En cuanto al diccionario Redes, ¿el contexto toma un lugar protagónico?

-Es todo sobre contexto, todo el diccionario está puesto en contexto, es una obra sobre la forma en que una palabra está condicionada por las demás de su entorno. Y ese condicionamiento puede ser gramatical (preposiciones, subjuntivo) o bien el condicionamiento léxico. Este diccionario trata sólo de léxico, del modo que ciertos adjetivos se usan con determinadas palabras y no con otras.

-¿Sería la contracara de "me sacaron de contexto"?

-(Risas). Claro, acá lo que no hay son definiciones, porque están en todos los diccionarios. Los diccionarios están pensados en el reconocimiento, no en el uso. Los estudiantes de español como segundo idioma, y en el mundo hay muchos, pueden tener una buena definición de una palabra y no saben cómo usarla. Les falta contexto. Es que las definiciones se limitan a brindarnos un significado pero no nos dan los contextos.

-Y este no es un universo cerrado, ¿es un diccionario en construcción?

-Claro, hay pautas, grupos, clases, entonces decimos siempre que cada grupo se puede ampliar. Es que este diccionario no debe ser cerrado nunca, por la propia definición de qué es un idioma.

-¿Tiene alguna preferencia por alguna palabra en particular?

-Lumbre, porque no es igual a fuego; es distinta, y suena muy bien, pero es un gusto personal. Los lingüistas no trabajamos sobre los gustos, eso es cosa de los poetas.
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Convencimiento. "La lengua no es el envoltorio de las ideas, es el soporte. Cuidar de ella es ser sensible al idioma", advierte el catedrático Ignacio Bosque.

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