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 domingo, 22 de octubre de 2006  
perspectivas
Carlos Herrera: "El arte es inútil e idiota"
Presenta una muestra de instalaciones en el museo del Diario La Capital. Aquí habla del rol del público en sus obras y de su particular forma de producción

Leandro Ydanza

¿Qué quién es la víctima del cazador y/o los restos, del cadáver del taxidermista? Tarde o temprano se cae en la cuenta de que la respuesta (una respuesta, tampoco se puede creer que se develó el enigma) es: el espectador. Herrera lo acecha, lo lleva imperceptiblemente hacia la trampa de la que no va a escapar. Y pone los restos de ese espectador -vaciado ya de sus órganos de expectación- a ver y a escuchar". Este es un fragmento de Roberto Echen que forma parte del catálogo de "Cuatro óperas difíciles y prohibidas. Tres poemas de Aldo Oliva", la muestra de Carlos Herrera que se exhibe en el Museo Diario La Capital y que permite sumergirse en la obra de este artista que construye desde los lugares más remotos del hacer artístico, trabajando siempre al límite, en la línea fronteriza entre las cosas y las obras de arte, donde sus óperas se completan con la presencia del espectador.


-¿Cómo comenzaste a producir arte?
-El cómo es una pregunta interesante más que el cuándo, dado que el cuándo tiene que ver con el tiempo y verdaderamente el tiempo es un tema del cual no me interesa hablar demasiado, me aburre. Pero sí del cómo, que tiene que ver con una consecuencia y una forma de pensamiento. Siempre supe que quería ser artista y desde chico ya lo mencionaba como un hecho posible, sin dudarlo, mas allá de que la legitimación dada por el público entendido en arte te signe como tal por tus adecuadas atribuciones en el tema, tema que nunca me interesó demasiado porque pienso que el arte es inútil, inservible e idiota, y que se vuelve arte siempre y cuando el arte sea todo eso. En mis estudios como diseñador gráfico comprendí que la imagen era sólo un pretexto para comunicar, que lo importante era engañar, atrapar al consumidor para que compre el producto y una vez atrapado por la comunicación magnificada del mismo sólo restaba que lo consuma, mintiéndole, por supuesto. Eso es lo que hago con mi obra, construir promesas y mentiras que lo que hacen es atrapar al espectador dentro de un problema del cual no sabe muy bien cómo salir, quedándole tres posibilidades: analizar hasta el último detalle tratando de encontrar el concepto de la obra; sólo contemplarla, o simplemente salir turbado corriendo. Yo prefiero la última posibilidad cuando voy a una muestra. Para concluir la idea puedo decirte que el cómo de mi producción es un cóctel de dos estados personales, el estado somnoliento y el estado divertido. Maravillosa conjunción que con unas gotas de idiotez forman un exquisito trago.

-¿Qué es la ópera en tu producción?

-La ópera en mis últimas producciones forma parte del concepto general de un compendio de instalaciones en donde el espectador completa con su participación la finalidad de la obra. El espectador es fundamental no sólo por su mirada sobre mi trabajo, sino porque desde una de las esquinas de la sala puedo ver cómo esas personas que la recorren son atrapadas por la promesa de estar viendo y formando parte de algo denominado obra o que sólo lo es por el simple hecho de estar dentro de un museo. Son increíbles actores. En la ópera tradicional el espectador generalmente es espectador. En mis óperas no. Los espectadores forman parte desde el momento en que atraviesan la puerta de la sala. Pueden bailar, actuar entre los objetos, modificarlos, reírse, o simplemente sentarse a contemplar; pero no desde una incorporación social en la obra sino desde una necesidad de la obra. Me interesa mucho la artificiosidad de las óperas, la extrema manera de comunicarse de sus cantantes, la comunicación directa y a los gritos, me interesa ver óperas en las que no entiendo el idioma y así puedo crear mis propias historias. Artificial y exagerada, ligada a una elite cultural que la consume como el platillo más exquisito de los reyes. Tapados de piel y carteras de diseño acompañan a la ópera desde las butacas. Me encantaría ser invitado para realizar la escenografía de una ópera o, por qué no, presentar una ópera personal en donde por ejemplo los actores sean un pino y una pileta riñón celeste. Lo pensaré para el año entrante.

-¿Qué es el arte contemporáneo?

-El arte contemporáneo no sé muy bien qué es, porque creo que necesitaré muchos años más para poder verlo con distancia y así poder comprenderlo. Pero sí creo que es uno de los modos de comunicación más desordenados de las artes. Nada se entiende demasiado -pensando al entendimiento como una posibilidad-, todo parece inestable, caprichoso y movedizo, e irritable. Pero lo que más me interesa es que deja por fuera a un inmenso paquete de producciones que están ligadas a lo terapéutico y a la producción por el simple hecho del placer. Se cree que el arte contemporáneo es para unos pocos. Y es verdad... (risas). El populismo me inquieta.

-¿Cuáles son las maneras que elegís para narrar una obra?

-Maneras, elegir, narrar. Estas tres palabras forman una obra. Junto materiales varios, realizo grabaciones de audio y video, creo objetos inútiles, pongo música, saco fotos, leo textos varios, viajo en ómnibus, salgo los fines de semana a divertirme, y en uno de todos esos momentos me doy cuenta de que en mi mente la obra está realizada, de que la unión de todos esos elementos formará parte de mi nueva instalación, de que un nuevo gesto idiota se ha coagulado en mi mente y de que sólo queda encontrar a las víctimas.

-¿Quién es Aldo Oliva en tu obra?

-Aldo Oliva es una de mis posibilidades de lectura. Debo confesar que la poesía no me interesa demasiado y por sentirlo así es que me desafío a mí mismo y leo poesías. Lo mismo me sucede con las películas de acción. En los textos de Oliva encuentro una gran similitud con el modo de producción de mis obras. Cuando leo sus poemas siento en mi mente que él no sabía muy bien qué es lo que estaba escribiendo; pero esta es una apreciación personal, seguramente algún crítico literario me castigará por esto. Pero verdaderamente creo que su maravillosa cabeza decodifica y codifica constantemente por medio de la palabra incongruencias exquisitamente seleccionadas. En su poesía "Rasgo fugaz" me siento totalmente identificado como productor, ya sea por su modo de estructura narrativa como por su concepto: "Pero un tablón de andamio,/ cayendo con su obrero,/ o, tal vez, una azalea,/ pisoteada por la torpeza (o la furia)/ de un buen hombre,/ abre la sospecha de que la/ conjetura de un límite se ha derrumbado,/ de que la línea se ha borrado,/ de que son sólo espanto y exaltación,/ de que la muerte y el saber son,/ apenas, un ensayo de vida."

-¿Qué es ser artista en la actualidad?

-Ser artista hoy es como tener una oficina más de las tantas que tenemos en el centro de la ciudad, un escritorio, un teléfono, una buena agenda de contactos, correo electrónico, el email del curador de turno y un muy buen servicio de internet banda ancha. Y por supuesto un producto que ofrecer y un asistente que resuelva lo que no podés hacer.

La muestra de Carlos Herrera se exhibe hasta el 29 de octubre en Sarmiento 763.
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Secreto. Herrera, en una de sus instalaciones. "El espectador es fundamental", dice.

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