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 domingo, 01 de octubre de 2006  
Al borde de un ataque de nervios
La menopausia implica cambios y replanteos psíquicos. Cómo afrontar esta etapa y salir airosa

Clarisa Ercolano / La Capital

Transitar la menopausia no parece ser tarea sencilla. Más allá de las típicas complicaciones con la salud, el aparato psíquico también se ubica en el eje del conflicto, causando reacciones y replanteos que antes, resultaban improbables.

Cuando una mujer entra en la menopausia, cambios corporales diversos, insomnio, irritabilidad y alteraciones en el peso son algunos de los síntomas que motivan las primeras consultas con el médico. "Más allá de lo físico, se producen también una serie de cambios psicológicos donde la mujer, por lo general, se encuentra un poco sola, por eso, más allá del chequeo médico, es necesaria la contención psicológica", explica Sara Monti, psicóloga dedicada a estudiar las implicancias de esta etapa de la vida.

Según Monti, la interrupción de la menstruación resulta significativa. "Se marca una diferencia enorme, ya no menstrúan ni procrean, y se sienten menos seductoras, porque la menstruación se vincula necesariamente con la juventud".

Sin dudas, la menopausia se presenta como una etapa de crisis cuyo punto máximo de inflexión pasa por la incapacidad de procrear, sin embargo, Monti asegura que es posible sobrellevar los cambios e incluso lograr resultados positivos.

"Resulta necesario un replanteo de la identidad femenina desde ese momento hasta la muerte", dice sin vueltas Monti, que no duda en hablar de la menopausia como una marca, la última en la vida de una mujer. "Primero está la pubertad, luego sigue la menstruación, el embarazo y el parto; cuando cesa la menstruación se da la última y definitiva marca, y nos preguntamos: de ahora en adelante, ¿qué es ser mujer?"

La profesional no duda en señalar que se abre un paréntesis, un espacio que cada mujer debería revisar y reacomodar de acuerdo a su historia porque también, hay que tener en claro que no existe algo resolutivo que funcione para todas por igual. Crearse una nueva identidad es el nuevo desafío para las mujeres, que deben además replantear su vida porque hoy se viven más años. Según Monti, "hay que pensar seriamente, porque son muchos los años que quedan por delante". Muchas mujeres ven la menopausia como una pérdida, y eso conlleva su posterior duelo, por eso la importancia de tener proyectos y objetivos para llevar a cabo.

Creencias arraigadas

Monti cree que existe una construcción social que caratula a la mujer menopáusica de manera despectiva, y que al pasar por ese período de la vida, pierde sus encantos y atractivos para convertirse en alguien irascible y malhumorado, sujeto de deshecho. Sin ir más lejos, muchas veces, la palabra menopausia se utiliza como un insulto y como una designación peyorativa.

"Es común que pase esto en una sociedad donde todos los valores se focalizan en la juventud", explica la psicóloga, antes de agregar que "se vive en una sociedad donde la forma de comprender la sexualidad femenina es bajo los parámetros del varón".

"Un hombre grande queda bien si elige a una mujer más joven, en cambio, si una mujer menopáusica pone su vista en un hombre joven está mal visto, excepto en aquellos personajes de la farándula", agrega Monti.

Elegir un amante más joven muchas veces tiene que ver con la idea de demostrarse capaz de mantener el atractivo y el orgullo intactos. Pero para Monti, verdaderamente está relacionado con "situaciones que quedaron reprimidas", explica y advierte que, por lo general, la mujer está en contacto con hombres que transitan la andropausia, pero que la niegan rotundamente. "Es una sociedad tan machista que de eso no se habla; estás menopáusica, se le recrimina a la mujer, pero al hombre no se le dice, estás andropáusico".

Pese a las diferencias, Monti cree que la mujer pretende que el hombre la entienda más. "He hablado con varones que dicen: mi mujer está depresiva y ni sé de qué hablarle", recuerda.

La familia es otra arista a tener en cuenta. Monti considera que la mujer menopáusica se encuentra sola respecto de su grupo más cercano. "Los hijos hacen su vida y no la necesitan, y por lo general no están tan pendientes de ellas, hasta pasan a criticarlas y a cuestionarlas", dice Monti, quien vuelve a poner en escena algunos preconceptos sociales, tales como que la mejor forma de mantener unida una familia es someterse al varón.


En otros países
En la India, por ejemplo, donde (como en la China tradicional) se venera la edad, la llegada de la menopausia constituye un ascenso de estatus para las mujeres de algunas castas, tanto como la posibilidad de desplegar sus atributos disfrutando de una mayor libertad.

Concretamente, las mujeres de la casta de los rasputs tienen acceso a privilegios como participar del gobierno del grupo, asistir a ceremonias y fiestas religiosas, lo cual se equipara a madurez más que a envejecimiento. "El gobierno de Indira Ghandi no hubiera sido imaginable de haber sido ella más joven", dice Monti.

En algunas culturas tradicionales el hecho de haber sobrevivido a las contingencias de la maternidad, constituye sobrado mérito, de modo que el status aumenta con la edad.

En la familia afgana, por ejemplo, la mujer se acerca gradualmente al centro de la actividad a medida que envejece, en la misma etapa que la mujer occidental se ve relegada a las márgenes.

Las etíopes de la tribu quemant, al alcanzar la menopausia, pueden caminar sobre tierra santa y tocar alimentos rituales, mientras que las bantúes, pueden purificar las armas y comer carne de cordero. En Indonesia se convierten en curanderas.
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