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 domingo, 17 de septiembre de 2006  
Reflexiones
El tiempo que pasa...

Sentado a la mesa de un bar, calmo y con una sonrisa de hombre que conoce casi todo, el influyente interlocutor sentenció: “El tiempo que pasa, es la verdad que huye”. Se hizo un silencio reflexivo y después el acreditado señor corrió el velo, mostrando en toda su magnitud el pensamiento que, a la sazón, aplicó a algunos aspectos judiciales y políticos en la ciudad de Rosario. Sin rodeos expresó: “Esta frase que corresponde a una celebridad, sirve para los casos de denuncias penales contra la administración municipal cuando era intendente el hoy candidato a gobernador, Hermes Binner. Ha pasado el tiempo y allí están esas causas, sin pena ni gloria”.

  La reflexión de este hombre, notorio, perspicaz y suspicaz, no está tan alejada de un pensamiento en voz alta que hace pocos días atrás tuvo en las elevaciones de los Tribunales rosarinos un funcionario de alto rango, quien con cierta preocupación dijo: “Es tremendo, algunos jueces están mirando el 2007 y por eso algunos fallos no aparecen, algunas causas se mandan al archivo, otras se desestiman mientras otras duermen entre los laureles de los cajones. Le tienen miedo a Binner”.

  No es posible sostener o afirmar que esto sea exactamente así; si lo fuera, se estaría ante presencia de magistrados que no pueden serlo por falta de “humanidad” (masculina o femenina) y que en cualquier país organizado, serios y deseoso de crecer en todos los aspectos, ya estarían sujetos a los procedimientos de los juicios políticos pertinentes. Magistrados que fallan o mueven las causas según las condiciones electorales a nadie le conviene, ni siquiera a aquellos que, con probabilidades de ser gobernadores, figuran al mismo tiempo como denunciados. Claro que siempre la sociedad será la más perjudicada con este tipo de jueces, porque con ellos huelga la justicia. Sin caer en la insensatez de afirmar (ni siquiera sugerir) que las presentaciones penales contra la Municipalidad tienen a sus funcionarios como responsables de dolo, es menester decir que, sin que trascendiera demasiado, algunas de las denuncias fueron desestimadas, otras archivadas, en otras hubo absoluciones y otras allí están “sin pena ni gloria”, como dijo el interlocutor muy conocido, pero cuya identidad —por razones obvias— se mantiene en reserva.

  Una de estas causas que allí está “sin pena ni gloria”, se encuentra radicada en un juzgado de instrucción en lo penal y tiene que ver con el pago de alrededor de un millón de pesos a una empresa concesionaria en concepto de resarcimiento, cuando Binner era intendente. El pago se hizo a pesar de que el Tribunal de Cuentas de la Municipalidad de Rosario señalara que no correspondía por cuanto “la concesionaria incumplió con el contrato que había suscripto”. Es del caso señalar que la contadora y la abogada del Tribunal que participaron en ese dictamen, contrario a la disposición de pago, fueron, con el tiempo, apartadas de ese organismo y de la Municipalidad. Literalmente echadas. Otros, en cambios, que actuaron como jurados en un concurso en el que las cabezas de estas probas personas rodaron, fueron premiados. Todo, con el silencio de algunos peronistas que miraron y siguen mirando hacia otro lado. A los efectos de que “su señoría” no suponga cosas que no deben suponerse, se omite mencionar su nombre, el nombre de la empresa y el juzgado donde está radicada la causa contra la Municipalidad cuando Binner era intendente. Y sí se mencionarán dos hechos, uno de ellos muy importante y que hace a la transparencia judicial: el primero es que el magistrado en cuestión decidió adoptar algunas medidas en relación con esa denuncia o presentación, lo que demostraría, en principio, que en ese juzgado no interesa el 2007 ni la condición política de la causa. Pero he aquí la cuestión importante: según el destacado hombre —y en la ocasión informante— “su Señoría, tal vez porque no fue debidamente asesorada, solicitó una pericial contable a una institución a la que, por razones fundamentales que hacen a la pulcritud y transparencia de la cuestión, no debió enviar: a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario. De esa casa de estudios —remarcó— fue vicedecano, director de la Escuela de Economía y profesor el ex secretario de Hacienda de la Municipalidad, durante la gestión de Binner, Angel Sciara. Y en esa casa de estudios —añadió con gesto de preocupación— es actualmente decana nada menos que la esposa de Sciara”.

  Desde luego, aclárese debidamente, que nadie duda de la honestidad y rectitud con que la facultad o sus institutos realizan sus tareas. Tampoco se ponen en tela de juicio las virtudes de Sciara, ni las de su esposa, la decana Alicia Castagna, ni las de las demás autoridades de la Facultad, ni de su cuerpo docente, pero por razones que hacen a la necesidad de que en los actos judiciales no se de lugar a la más mínima sospecha, tal pericial —si es que en realidad se encomendó a esa facultad— no debería haberse encomendado a ella. Pero ya que allí está, ahora no cabe más que aguardar que el estudio se haga con todo el celo deseable y lo más rápidamente posible, a los efectos de que el fantasma de la duda no revolotee.

  En la mesa no pudieron obviarse conjeturas al margen. Como la de un alguien que dijo: “Todas estas cuestiones distan mucho de ser aquellas como las que le tocó vivir al ex gobernador Carlos Alberto Reutemann, a quien un fiscal de Cámaras de la ciudad de Santa Fe, apelando a un “código” que únicamente él debe conocer, quiso involucrarlo en una causa (y sobre el fin del proceso) sin estar denunciado”. ¿Por qué y por quién lo habrá dicho? Lo cierto es que no es posible dejar de reflexionar: si en lugar de Binner el intendente hubiera sido Reutemann, y en lugar de la esposa de Sciara en la facultad hubiera estado la mujer de Mercier, ¿qué se hubiera dicho?

El tiempo que pasa...
“El tiempo que pasa es la verdad que huye”, dijo el influyente señor. En cuestiones judiciales suele decirse que cuando la justicia llega tarde, no es justicia. Podría decirse, también, que el tiempo que pasa es la verdad que muere. Y lo cierto es que el tiempo pasa no sólo en aquellos juzgados que tienen un ojo en el expediente y otro en el 2007, sino en muchos ambientes políticos, y la verdad huye, o muere.

  El tiempo pasa en el radicalismo, que ahora se ha visto confundido por la disimulada voluntad de Hermes Binner de llevar como compañera de fórmula a Griselda Tessio, a quien le levantó la mano espiritualmente sin consultar con sus socios políticos. Mordaz, un militante del Ari sostuvo en medio del Congreso de Salud que ayer organizó esa fuerza política en Rosario: “Y tal vez a los radicales le den el premio consuelo de ir a apagar el fuego en las islas”. Pero ni lento ni perezoso reflexionó: “Ya sabemos que aquí los acuerdos sólo tienen posibilidad de cumplimiento mediante un plenario y actas rubricadas por todos los participantes en el frente”. La pregunta es: ¿bastará con ello para que se respeten los acuerdos?

  Tampoco faltó el justicialista que, enterado de las disputas que hay en el seno del radicalismo y el golpecito que pegó el binnerismo con lo de Tessio, dijo: “Nosotros ya estamos preparando la gran ambulancia. Somos servidores y recogeremos los heridos”.

El pan que no llega
Para terminar, recuérdese lo que decía Indira Ghandi: “El mundo exige resultados. No le cuentes a otros tus dolores del parto. Muéstrales al niño”. Si se traslada la idea al compacto político santafesino, rosarino, se advertirá que aquí hay sólo dolores de parto para sacar a los candidatos del vientre político, pero en muchos casos el niño no aparece y mucho menos el pan que bajo el brazo dicen que traen las criaturas. En efecto, si por pan se entiende proyectos para la comunidad, pues hasta ahora los niños nacidos no muestran ninguno y los demás aún siguen dando vueltas por la panza de la mamá política.

  Este parece ser, en fin, el panorama en el escenario cercano. Peleas por los cargos, discursos floridos, gambetas políticas, paredes pintadas y causas que allí están. ¿De lo demás? De lo demás, ni menos. El hombre finalmente se levantó y se dirigió por última vez a quienes estaban en la mesa: “Acuérdense de lo que digo: algunos jueces están observando demasiado el 2007. Y no se olviden de la frase: el tiempo que pasa es la verdad que huye”.


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