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 lunes, 11 de septiembre de 2006  
Reflexiones
La ética en la formación empresaria

Laura Hojman

Las sospechas y mutuas desconfianzas entre el sector productivo y el educativo, en todos sus niveles en Argentina, parecen haber comenzado a desandar esa brecha, a la luz de la lamentable estadística de formar parte del continente de mayor crecimiento económico y con más pobres y excluidos del trabajo y la enseñanza del planeta.

La reciente visita al país del economista argentino Bernardo Kliksberg, asesor de la ONU y hoy casi un predicador de la responsabilidad social empresaria (RSE), disparó, en un seminario internacional días pasados, el debate que a nivel mundial lleva ya algunos años y que lentamente se está introduciendo en la Argentina.

Las ideas giran en torno a pensar que "no va más" la formación de los empresarios, dirigentes y profesionales de los •90, en un modelo centrado en el individualismo, carencia de solidaridad y falta de compromiso con la sociedad y la universidad que los educó.

En ese sentido, el economista social, como así gusta en llamarse, apuntó su dedo contra las publicitadas MBA (maestrías en administración de negocios) de varias universidades de economía del mundo que dijo que formaron "sin perfil ético" a los futuros profesionales o emprendedores. Por eso, abogó por el cambio en esos planes de estudios, para que se enseñe "responsabilidad social" en las aulas.

El sistema que no apostó a la creación de empleo y al desarrollo de la base industrial y tecnológica del país -con la ayuda de algunas empresas insensibles- tiene hoy su certificado de defunción y su condena. Según los dichos de Kliksberg, "la economía y los empresarios tienen como misión mejorar la calidad de vida de la población". Para el economista, esta es su verdadera naturaleza buscar y hallar el bien común.

Desde la óptica del área de Trabajo, el ministro Carlos Tomada interpreta hoy que una empresa es "socialmente responsable", si "se estructura en base a la normativa laboral vigente y se compromete en la inclusión y desarrollo de su entorno, en la creación de empleo digno y en la formación de sus trabajadores".

Para el ministro de Educación, Daniel Filmus, de la pobreza y la exclusión se sale, no sólo generando empleo y distribuyendo mejor la riqueza, sino también contando con "la responsabilidad social de las universidades". Filmus parte de la hipótesis que a la universidad llega sólo un sector privilegiado, una pequeña parte de los jóvenes, y que la base mayor de la pirámide educativa la conforman los otros niveles (primario y secundario), que tienen mayor cantidad de excluidos. Por eso, sostiene que las casas de altos estudios tienen que justificar en qué invierten sus recursos, comprometerse a dar educación de calidad e incrementar sus trabajos de investigación, transferencia y extensión.

La idea que gira hoy en torno a la nueva concepción en la educación empresarial es la de "cambiar su disco duro". Y como ocurre con algunos emblemáticos millonarios como el gurú informático Bill Gates, la meta de su vida hoy es "ayudar al prójimo, hacer aportes filantrópicos".

Ya algunos textos bíblicos hablan de ello, ayudar a otro es ayudarse a sí mismo.
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