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 lunes, 11 de septiembre de 2006  
Piercing y tatoo, una moda en alza que cautiva a gente de todas las edades
Con más de mil visitantes concluyó ayer la primera convención de tatuajes
Los artistas mostraron su destreza en el manejo de tintes y agujas para dar actualidad a un arte milenario

Terminó ayer la primera Convención Internacional de Tatuajes que se realiza en la ciudad, donde se dieron cita más de 70 especialistas en tatoos y piercing de todo el país. Durante el fin de semana recorrieron la muestra más de mil personas, todas fanáticas por dibujarse figuras y signos indelebles en la piel.

En los 26 stands que armaban la muestra había expertos en el arte del tatuaje de Buenos Aires, Córdoba, Bahía Blanca, de toda Santa Fe y hasta de Río de Janeiro. Al final de la jornada de ayer se entregaron los premios a las distintas categorías de tatuajes en espaldas de hombre y mujer.

Los artistas trabajaron sin parar a la vista de los visitantes, que pagaron 7 pesos la entrada. Muchos aprovecharon la ocasión para aplicarse los pigmentos en la piel con diseños originales. Hábiles en el dibujo, los tatuadores cobraron desde 50 pesos, los más baratos, por su trabajo.

Para Juan Conan, el organizador del encuentro, "el tatuaje es algo muy personal que permite llevar el arte caminando", señaló mientras se frotaba los brazos totalmente pintados. El tatuador reconoció que "en este momento hacerse un tatoo está más de moda" y que ahora la gente se anima a hacérselos más grandes. "En mi caso cada tatuaje representa un momento de mi vida", explicó Conan, quien con 43 años dedicó ya 15 al diseño de tatuajes y hoy vive de esa actividad.

Si bien los visitantes de la convención fueron de lo más variado, hubo mayoría de jóvenes de entre 20 y 30 años. Aunque heterogénea, la concurrencia tuvo algo en común: todos llevaban un aro o más en alguna parte de la cabeza, y más de un tatuaje. Ellos mismos comentaron que "es algo adictivo. Una vez que te tatuás, lo querés seguir haciendo". Y así fue, porque allí mismo los tatuadores hicieron su trabajo ante la mirada de los fanáticos. En los mismos stands también se hicieron piercings y vendieron aros, remeras y materiales para los artistas.

Emilio, de 23 años, vino desde Olivos para participar como tatuador en la convención. Trabaja en un call center, pero su ambición es poder vivir del tatuaje. Hace sus propios diseños y los fines de semana atiende un local de tatuajes donde estampa los más variados dibujos.

Leandro, de 19, se sentó en un stand, arremangó su remera y mostró su brazo derecho. Tiene ocho aros -el primero se lo puso a los 10 años-, un tatuaje en su otro brazo y otro en la pierna, donde se pueden ver una calavera y las islas Malvinas. Ayer quiso estampar para siempre el diseño de un CD del grupo La Renga. Junto a él estaba Martín, de 23, acostado en una especie de camilla, mientras un tatuador le pintaba una imagen aborigen en su pantorrilla izquierda. Ambos reconocieron que "arde un poco", pero que les gusta y por eso se hicieron tatuar.

Para otros el tatuaje es una forma de comunicación. "En esta sociedad individualista, donde se está perdiendo el contacto interpersonal, el dibujo en el cuerpo es una forma de darnos a conocer", argumentó Conan.

Para Leonardo, que vino de Buenos Aires, el tatuaje habla de su historia. "Pero es para mí", contestó cuando se le preguntó por el significado de los dibujos que cubrían completamente sus brazos. Ayer se hizo estampar una imagen de Cristo en una pierna que demandó siete horas de trabajo. "El es muy creyente -confesó su novia Ingrid- y Jesús le hizo un favor muy grande en su vida". Ella también está tatuada y se dedica al piercing en Buenos Aires. "Ahora está de moda ponerse un aro negro debajo de la nariz, simulando el lunar de Marilin Monroe", explicó la joven, que recibe varias chicas por día solicitando este servicio por más de 30 pesos.

Por la muestra alguno caminaba con el torso desnudo, como Alejandro, de Capitán Bermúdez. "Estoy esperando que se seque", dijo, mientras señalaba un hermoso retrato de su hija Candelaria, de un año, que acababa de plasmar en su pecho un tatuador rosarino. "Yo le llevé la foto y el la dibujó igual", dijo orgulloso.

Ya se ve que el tatuaje y los aros tienen tantos significados como sus portadores quieran darles. Y quien suponga que esto es sólo para jóvenes se equivoca. Un tatuador lo confirmó: hace pocos días estampó el dibujo de un gato siamés en el pecho de una mujer de 72 años.
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Los diseños sobre la piel aportaron una marca de identidad.

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