¡Feliz Día del Maestro!

Mi querida amiga: hace exactamente un año compartíamos una mesa, festejando nuestro día, el Día del Maestro. Como siempre terminábamos hablando de cosas de la escuela. Sí, esas eran, entre otras, nuestras mejores charlas. Siempre decíamos que si naciéramos nuevamente volveríamos a ser maestras, porque ese sentimiento, transformado en vocación, permanecería bien adentro de nuestros corazones por siempre. Dice la letra de una canción "...la vida te da sorpresas...". Este año la vida nos golpeó a las dos con una terrible e inesperada sorpresa: el 10 de julio te fuiste al cielo, y yo quedé por esas maquinaciones del destino aquí en la Tierra. Allí, en ese instante tomé conciencia de que la vida, a veces, es más corta de lo que imaginamos. Cada momento es importante, por eso guardo cada uno de esos valiosos momentos compartidos con vos en una cajita muy adentro de mi corazón. ¡Te extraño tanto!, porque en cada recuerdo, en cada libro, en cada apunte... estás. Ya no puedo decirte que fuiste y sos muy importante para mí: amiga leal, incondicional, compañera de luchas, realidades y utopías... Pero sí puedo expresarles a todos que fuiste una grande de verdad: como persona y educadora. Que tu vida se dividió siempre entre tu amada familia y tus amados chicos, tu queridísima escuela. A dos meses de tu ausencia en la Tierra elevo un beso enorme al cielo y te digo: ¡feliz Día del Maestro, seño Viviana Acevedo!

María Rosa Ottado

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