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 domingo, 10 de septiembre de 2006  
Del número 11 al 10 de Downing Street
El ministro de Finanzas de Gran Bretaña tiene las mejores cartas para suceder al premier Tony Blair

Christoph Sator

Londres. - Estaba considerado como el "príncipe Carlos de Downing Street", el eterno heredero de Tony Blair, que quizá nunca iba a lograr subir hasta lo más alto. Pero ahora parece que el ministro de Finanzas británico, Gordon Brown, no va a tener que soportarlo durante más tiempo. Si todo transcurre con normalidad, este hombre de 55 años se convertirá como tarde el año que viene en el nuevo jefe de gobierno británico. Y aunque haya algunos en el Partido Laborista que quieren impedírselo, Brown tiene las mejores cartas.

El Financial Times y otros periódicos informaron de que existe ya un acuerdo concreto entre el premier y su más probable sucesor. Según este acuerdo, Blair podría llegar a cumplir, estando en el poder hasta mayo de 2007, sus diez años en el cargo y, a cambio, habría después una sucesión rápida. A mediados de junio, Brown podría ya mudarse desde el 11 de Downing Street -la residencia del ministro de Finanzas- al número 10 de la misma calle, la casa del primer ministro.

Pero Brown sostiene que no hay en modo alguno "acuerdos privados". Si todo fuese como dice el rotativo, este escocés vería por fin cómo un período de larga espera toca a su fin de forma feliz para él. Desde una comida con Blair en mayo de 1994, en tiempos aún de la oposición laborista, Brown tenía ya la promesa de que en algún momento sucedería al hoy premier. Como contrapartida permitió que Blair le precediese en el cargo de jefe de los laboristas, y después como jefe de gobierno.

Al principio mereció la pena para ambos. Tras la primera victoria electoral del laborismo en mayo de 1997, Blair hizo de Brown su ministro del Tesoro y con ello su mano derecha. Apenas hay alguien que niegue que Brown tiene que ver que con el buen estado de la economía británica.


Hombre aburrido
Desde 1823 no ha habido ningún ministro de Finanzas en Londres que haya estado tanto tiempo en el cargo como él. Su trabajo se valora desde todos los lados, aún cuando muchos británicos lo consideren hasta ahora un hombre de números aburrido. Como hijo de un predicador de Glasgow, Brown creció con dos hermanos en medio de una situación económicamente precaria. Con 16 años se lesionó en un ojo durante un partido de rugby, pero no dijo nada hasta que un médico le diagnosticó un desprendimiento de retina. Desde entonces está ciego de un ojo.

Tras un corta carrera en la universidad de Edimburgo y en el periodismo, se pasó a la política. Y desde 1983 es representante en la Cámara de los Comunes. Hasta la crisis actual de liderazgo del Partido Laborista, a Brown no se le ha escuchado mucho en las últimas semanas, lo que también tiene que ver con que, con 55 años, se ha convertido en padre por tercera vez.

Pese a todas las imponderabilidades, los periódicos londinenses se ocuparon ya mucho de todo lo que podría cambiar bajo la jefatura de Brown. En la política exterior, entonaría una melodía mucho más dura frente a EEUU. Y también le resultaría más fácil asumir errores en Irak. En comparación con Blair, Brown está situado más a la izquierda. Pero en otras cuestiones, la prensa británica se asombra de lo poco que se sabe a cerca de sus planes. El Independent calificó su programa como "lo más desconocido de la política británica". (DPA)
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