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 domingo, 03 de septiembre de 2006  
Lecturas
Narrar el presente

Rubén Chababo

Antología. Idea crónica, de María Sonia Cristoff (comp.). Betariz Viterbo-Fundación TYPA, Rosario, 2006, 256 páginas, $ 33.

Si bien la crónica como género literario posee una extensa tradición en América latina, es recién en los últimos años que el mercado editorial -y también la academia- ha comenzado a brindarle un espacio destacado y de mayor significación, algo que ha hecho emerger a la superficie, por llamarlo de algún modo, un conjunto más que importante de escritores que viene haciendo de este género un verdadero territorio de exploración.

"Idea crónica", libro compilado por María Sonia Cristoff, pretende hacer visible al público lector la existencia de este registro en una antología que reúne a quince escritores originarios de Guatemala, México, Chile, Brasil, Puerto Rico, España, El Salvador, Costa Rica y Argentina. Reunión de escrituras que puede ser vista como una invitación a ser testigos de un panorama, en el sentido clásico y artístico del término, en el que paisajes, situaciones políticas, estados de ánimo, configuran o diseñan un inmenso mapa anudado por un poderoso elemento: la fuerza de un yo narrador que asegura haber visto o vivido lo que narra.

El volumen se abre con un preciso estudio en el que Mónica Bernabé no sólo presenta textos y autores sino que además historiza la crónica en América latina reflexionando con agudeza en torno a las potencialidades del género, permitiendo al lector comprender la singularidad de esta escritura y también su importancia en el contexto cultural de los países latinoamericanos. "La crónica es una fuerza impulsora hacia lo real que se encuentra presente desde las relaciones de Indias. Ellas testimoniaron la experiencia de aventurarse en tierras desconocidas, al mismo tiempo que emprendieron la afiebrada tarea de catalogar y dar nombre a objetos y pueblos desconocidos. Desde los comienzos, en la escritura latinoamericana, lo real exhibe una particular extrañeza", señala Bernabé.

El lector podrá reconocer esa fuerza impulsora que permite penetrar y explorar territorios en buena parte de estos textos, algunos de una belleza extrema y hasta conmovedora como el firmado por Sergio Chejfec, en el que una experiencia urbana es relatada a través de una serie de sensaciones visuales, sonoras y emotivas con la precisión y el cuidado de una escritura de características sublimes. O el sutil enhebrado de recuerdos que le permite a Oscar Taborda dotar al volumen de uno de los relatos más acabados y mejor elaborados en el que calles, infancia, imágenes de un ayer huidizo y borroso, entre otros elementos, componen un puzzle que da cuenta, de manera fragmentada y vacilante, de un yo que narra.

En otros textos emerge la experiencia del viaje, como en el de Luis Chitarroni en el que la isla de Cuba y el desencanto del sueño socialista devenido en pesadilla es narrado en clave intertextual -en verdad un diálogo con autores secretos como Calvert Cassey y Lino Novás Calvo-, o el de Jacinta Escudos que relata un viaje a El Salvador, travesía signada por el temor y la acechanza de los terremotos inminentes, una crónica que en verdad puede ser leída como una gran metáfora del estado de despojo y desamparo al que han sido arrojadas buena parte de las sociedades latinoamericanas.

Hay en este volumen textos de autores que ya ocupan el lugar de pilares o referencias insustituibles de la crónica latinoamericana, tal el caso de Carlos Monsivais y Edgardo Rodríguez Juliá, y también de otros autores, menos conocidos, como Jorge Carrión, quien con "Ciudad en formol" entrega una de las mejores crónicas del volumen centrada en la experiencia de una visita a la ciudad de Federación. Texto en el que el presente no hace más que recibir los ecos mortuorios que le vienen de un pretérito ya casi olvidado cuando esa ciudad desapareció bajo las aguas de la represa durante los años de la última dictadura.

"La crónica actual funciona como una suerte de espacio discursivo en el que, a la manera de un campo de fuerzas, un sujeto mira a su alrededor y se mira a sí mismo", señala Bernabé, y es, podríamos decir la singularidad de ese espacio discursivo, que no es el del relato breve ni el del cuento, el que singulariza a la crónica como género. Lábil en sus fronteras, tributaria de la ficción, tantas veces confundida con otros registros, la crónica es, fundamentalmente un fiel que señala un estado de situación y un modo de leer esa situación e interpretarla.

"Idea crónica" cumple como antología su función de presentarse como un buen panorama del género. El lector puede con justicia sentir que esa selección merece ampliarse y cobijar otras voces de las muchas que desde hace años hacen de la crónica un territorio más que fértil para la exploración de lo real. Con sólo citar a Sandra Russo en Buenos Aires o a Pedro Lemebel en Santiago de Chile queda claro que el trabajo de relevamiento de este género en América latina recién comienza. Un papel no menor le cabe a las editoriales, únicas capaces de vehiculizar este tipo de textos y ponerlos frente a los ojos de un público lector no necesariamente especializado.
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La compiladora. María Sonia Cristoff.

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