Que se detenga esta locura

El lunes 31 de julio de 2006 las portadas de los diarios del mundo exhibieron el horror y la profunda tristeza de la foto de un bebé muerto con un chupete en su cuello alzado por un socorrista libanés. Otro "daño colateral", otra víctima de la guerra ancestral que los poderosos de la tierra libran y que las mal llamadas víctimas inocentes (como si hubiera víctimas culpables) pagan. Treinte y siete niños buscaron refugio en el sótano de un edificio sin ningún valor estratégico militar y hasta allí los persiguieron y eficazmente los mataron. No fue un error: en la guerra se planifica masacrar civiles, porque eso desmoraliza e induce a los civiles a presionar sobre los gobernantes para que se rindan bajo cualquier condición con tal de parar ya no tanto la muerte, sino el horror de sentirla a cada instante. Israel no puede seguir con la masacre. Por respeto a su propia historia de persecusiones, discriminación y matanzas. No puede ser más el gendarme de Medio Oriente que custodia el petróleo que necesita el Gran Gendarme de Occidente. No puede argumentar que así se combate el terrorismo. Todo lo contrario, así se lo potencia, así se estimula en fanatismo, así se da banderas al enemigo y el círculo brutal de la violencia se recicla al infinito. Que se detenga esta locura ya, que se pueblen las avenidas de todas las ciudades del mundo con hombres de buena voluntad, judíos, musulmanes, cristianos, agnósticos, y que se devuelva a la humanidad la naturalidad de la muerte, en un lecho, rodeada de dolor y amor, de resignación y lágrimas, pero nunca con un chupete en el cuello.

Raúl Enrique Rivero, DNI 6.062.169