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 domingo, 30 de julio de 2006  
Cine / crítica
Los estrenos bajo la lupa de Escenario



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"El latido de mi corazón"
Calificación: 4 estrellas. Intérpretes: Romain Duris, Niels Arestrup y Linh Dan Pham. Dirección: Jacques Audiard. Género: drama. Salas: Del Patio, Monumental, Showcase y Village.

"El latido de mi corazón" logra describir en una hora y media, una idea de lo deprimente y placentero, lo irónico y lo dramático que puede resultar vivir.

El relato tiene además un interés sostenido hasta el final y quizás el mayor mérito sea que lo hace con una trama argumental nada extraordinaria. Tom, el personaje protagónico, heredó de su padre el oficio de apretador: se encarga de desalojar edificios ocupados por inmigrantes y pobres sin techo. Semejante y brutal actividad se compensa con su sensibilidad musical, que abandonó durante su adolescencia, al morir su madre también pianista.

El tipo lleva una vida de porquería y está resignado, casi logra disfrutarlo. El personaje es consciente de la dualidad, de su cotidianeidad esquizofrénica. El problema es que intuye que hay algo que puede mejorar su vida de porquería. Esa sospecha, afortunadamente existe porque le impide ser lisa y llanamente un asesino. La originalidad radica en que la sospecha está compuesta sobre todo por razón y pasión, y no tanto por amor, o no, por lo menos, del amor romántico.

R.B.
"El libertino"
Calificación: 3 estrellas. Intérpretes: Johnny Depp, Samantha Morton, John Malkovich y Paul Ritter. Dirección: Lawrence Dunmore. Género: drama. Salas: Monumental y Village.

Sexo, barro, miseria, alcohol, mucho cinismo y enfermedades venéreas. Dos campos de acción: Londres y un escenario teatral, justo a mediados del siglo XVII. Desde las calles de la capital británica, los prostíbulos para nobles y los palcos de teatro, John Wilmot, conde de Rochester, pierde la sobriedad y la salud, y hace todo lo posible para irritar a la aristocracia, sobre todo al mismísimo rey Carlos II, su protector. En el escenario del teatro, Johnny conoce el amor que, en lugar de salvarlo, lo hunde más todavía.

El conde de Rochester es una especie de Marqués de Sade británico, autor de obras exageradas, donde las mujeres cantan odas a los consoladores y los hombres sólo se interesan en tener sexo con otros hombres.

Hedonista absoluto, se niega -aunque está casado con una rica heredera- a entregarse al amor. Bajo este marco, el filme es un fresco de la época, con bastante humor, y a la vez una historia de amor tan trágico como una obra de Shakespeare. Eso sí, sin Johnny Depp esta película -como tantas otras que interpretó- no existiría.

J.L.C.
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