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 domingo, 25 de junio de 2006  
El país tiene ventajas competitivas en el negocio, pero no hay estrategias claras
Biodiesel: Argentina busca subirse al tren
Se prevé que en 2007 la producción alcanzará los 15 millones de toneladas. Cómo se posicionan los inversores

Fabiana Monti / La Capital

En los últimos veinte años creció sostenidamente la producción de biocombustibles, un fenómeno de creciente expansión en Europa, Estados Unidos y Brasil. La Argentina, como primera exportadora de aceites vegetales del mundo, se ubica en un lugar expectante en ese mercado.

De todos modos, si bien en el país se está tratando de pasar de una etapa artesanal a una de mayor escala, se trata de un proceso incipiente, con más interrogantes que seguridades.

Los primeros usos de aceites vegetales como combustibles se remontan al año 1900, cuando el alemán Rudolf Diesel, lo utilizó por primera vez en su motor.

Durante la segunda Guerra Mundial y ante la escasez de combustibles fósiles el biocombustible fue utilizado por distintos países en forma más sistemática, pero en la década del 70, con las sucesivas crisis por el petróleo, el fenómeno comienza a cobrar mayor importancia.

Las primeras pruebas técnicas con biodiesel se realizaron en 1982 en Austria y Alemania, pero fue en Austria donde se construyó la primera planta piloto de biocombustible producido a base de aceite de colza, el más difundido en Europa.

Según un informe de Oil World (OW) los países europeos fueron los primeros en desarrollar la industria del biodiesel, con una producción anual que se acerca a los seis millones de toneladas. Pero en la actualidad se está observando el avance de esta industria en Estados Unidos -en donde está muy desarrollada la producción de etanol a base de maíz-, Turquía, Canadá, Singapur, Australia y países de Sudamérica como Brasil. A modo de ejemplo, Estados Unidos está construyendo plantas elevando la capacidad de producción a unos 2 millones de toneladas por año. En tanto, Brasil prevé para el 2008 que su capacidad instalada debería alcanzar los 900 mil toneladas y en 2013, superar los 2 millones de toneladas, para abastecer la demanda que generará el uso obligatorio.

En ese contexto, OW proyecta un aumento en la capacidad de producción de biodiesel a nivel mundial para alcanzar los 15 millones de toneladas en 2007 y de 9 millones más para el año siguiente.

Esta creciente demanda prevé también un significativo aumento en los requerimientos de aceites vegetales para el ciclo 2006/2007, según señala el informe de la consultora privada.

En ese sentido, la Unión Europea y Estados Unidos aparecen como uno de los grandes consumidores de este combustible, ya que los altos valores del petróleo crudo los obligó a realizar una fuerte política de reconversión energética. "Europa se fijó hace unos años un objetivo de elevar la participación del biodiesel en el mercado de los combustibles europeos al 5,75 por ciento del total, pero la penetración sólo llegó al 0,8 %", explicó Gustavo Idígoras, consejero agrícola de la Embajada Argentina ante la Unión Europea (UE).

Al no cumplirse los objetivos se redefinió una nueva política de biomasa por 20 años, donde la idea del gobierno comunitario es llegar al 2025 con un nivel de uso del 10%.

"Si esto se cumple, el 74% del área sembrada con maíz, remolacha azucarera y colza en Europa debería dedicarse a proveer materia prima para la elaboración de biocombustibles. Esto reduciría la producción para el consumo y generaría un mercado interesante para terceros países", agregó.


La realidad argentina
En este escenario tan prometedor a nivel mundial, la Argentina está intentando sumarse a la cola de este negocio que en el país aparece como incipiente y algo artesanal. La mayoría de las fábricas que existen hasta el momento son de pequeña escala y las empresas que han anunciado inversiones en el tema, aún están en tratativas de construir sus plantas.

Entre las primeras figuran firmas santafesinas como Biofé en Esperanza, Ricedal Alimentos en Chabás, Recomb en Arroyo Seco, Biocom en Alvear entre otros, y hay proyectos experimentales de instituciones como el Inta o experiencias de municipios, como también propuestas cooperativas de productoras como las que existen en la provincia de Córdoba.

En cambio, a la hora de los grandes jugadores, entre las empresas que han anunciado inversiones se encuentran Oil Fox que instalaría dos plantas una en San Nicolás (provincia de Buenos Aires) y otra en San Lorenzo (Santa Fe)-con una inversión de 80 millones de dólares-; la aceitera Vicentín, que prometió desembolsar 40 millones de dólares para una planta de 200 mil toneladas en San Lorenzo y Terminal Puerto Rosario que instalaría una fábrica con una inversión de 40 millones de dólares. En tanto, una planta de 100 mil toneladas de producción es la promesa de Repsol-YPF, que invertiría 30 millones de dólares para la producción de biodiesel y otros 40 millones de dólares los que prometió desembolsar Aceitera General Deheza (AGD).

"El negocio del biodiesel en el país es muy reciente. En mi opinión el grueso de la oferta se orientará al mercado externo, con dos millones de toneladas anuales; mientras que la oferta en 2010 debe ser como mínimo de 632 mil toneladas anuales", anticipó Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno.


Con los ojos afuera
Precisamente cómo se orientará la producción nacional de biocombustible es otra de las incógnitas de este escenario que se está armando en la cadena del valor agregado de los aceites, ya que se está reglamentando la ley de biocombustibles que fue aprobada recientemente.

La legislación prevé que a mediados de mayo de 2010 se comercialice en el país el gasoil y el diesel oil con una mezcla de 5% de biodiesel, como mínimo. "Esta ley crea una demanda cautiva interna de 600 mil toneladas por año de biodiesel y unas 160 mil en el caso del etanol", indicó Miguel Almada, economista del programa nacional de biocombustibles de la Secretaría de Agricultura de la Nación. Aseguró que se van a necesitar unos 300 millones de inversión para lograr el corte propuesto por la ley para abastecer al mercado interno.

Pero para las nuevas inversiones, lo más atractivo sigue siendo el mercado de exportación. "Para el 2010 Argentina va a operar con un millón de toneladas mientras que la comunidad europea con 10 millones. El negocio es más interesante hacia afuera", explicó Guillermo Salazar Boero, titular de Terminal Puerto Rosario. Desde su perspectiva, se van a realizar plantas chicas para el uso doméstico mientras que las más grandes van a ser las menos, con lo cual "no va a ver tanta competencia".

"Producir para el mercado interno es bastante complicado porque la ley no lo favorece y además no hay estructura de costos para hacerlo", opinó Jorge Kaloustian, de Oil Fox, quien dijo que es mucho mejor negocio producir para el exterior.

En ese sentido, Molina explicó a La Capital que se va a producir una brecha en el tipo de inversiones destinadas a abastecer el mercado interno y las que se destine al mercado externo -en desmedro de las primeras- ya que en este último caso el sector está exento de las barreras que significan algunos puntos de la polémica ley, como el cupo fiscal administrado a discreción por el Ejecutivo, o la falta de estabilidad fiscal.

De manera que quienes exporten van a poder aprovechar las ventajas comparativas que ofrece la zona núcleo de producción agrícola para atender la demanda mundial de biocombustibles.

No obstante, los planes de exportación y las ventajas comparativas de Argentina por ser el principal exportador mundial de aceite de soja, el país "no está visto como un abastecedor de biodiesel ni análisis internacional", señaló contundente Idígoras.
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En Brasil la producción de etanol con caña de azúcar es un mercado desarrollado.

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