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 domingo, 18 de junio de 2006  
El cazador oculto: "Como para soñar con el Mago de Oz"

Ricardo Luque / Escenario

Quién puede olvidar las zapatillas de rubí de "El Mago de Oz". Un sueño. Como el rostro angelical de Judy Garland cuando canta "Over the Rainbow", con el pelo atado con colas, el vestido cuadrillé celeste y la mirada clavada en el cielo de su amada Kansas. Un clásico del cine de Hollywood. Un momento que, cuando en la pantalla aparece la palabra "fin", uno desearía retener en la memoria para siempre. Y cierra los ojos, hace fuerza, inútilmente. Una vez que se encienden las luces el encanto desaparece. Maldita sea. Uno queda con la sensación de que pasó algo bueno, tan bueno que bien valdría la pena que no hubiera pasado, o cuanto menos, que no hubiera pasado tan rápido. Una sensación igualita a la que quedó flotando en el aire cuando terminó la fiesta de cumpleaños de la revista Doquier. El encuentro, que se llevó a cabo en el elegante salón privado de Farina Rolls, reunió a una constelación de estrellas de cabotaje. El anfitrión, el bueno de Augusto Saracco, recibió a los invitados con un discurso tan sobrio que hizo dudar de que realmente fuera un experto en vinos. Desde el llano la inesperada pieza oratoria fue aplaudida con entusiasmo por los honorables enófilos Carlos Jasquelioff y César Romero, que vestidos como hermanos mellizos con corderoy y pantalones de franela parecían los protagonistas de la serie de televisión "Extraña pareja". India Tuero, que no se sacó ni un minuto el largo sacón marrón que la cubría desde el mentón a los pies, ahogó un grito, que no quedó claro si fue una ovación la alocución de su colega o porque Eduardo Krasnov, un hotelero que supo ser un paladín de la noche caliente de Servando Bayo, le pisó el pie en una de sus arremetidas a la barra en busca de una copa de vino. La que también mordió las muelas para contener una exclamación fue Paola Brussa, la directora de la publicación que celebraba sus primeros tres años de existencia, y lo hizo cuando vio el peinado de Miguel Milano. La reacción es comprensible. Desde que lanzó su nuevo CD, el muchacho luce el flequillo sobre la frente como el que allá lejos y hace tiempo popularizó Pepitito Marrone. Muy cool. Tanto como las zapatillas turquesa con las que se dejó caer pisando fuerte Norita Nicótera. Lindísimas. Tenían unas bolitas de lana con los colores de la Bandera Argentina que se sacudían, como campanitas al viento, cada vez que movía los pies. No era el "Mago de oz",

pero ¿hacía falta?
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