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 domingo, 18 de junio de 2006  
Abrieron 125 bares y restaurantes en los primeros cinco meses del año
El fenómeno viene creciendo en los últimos años y Rosario se convierte en un polo favorable para el sector

Oablo R. Procopio / La Capital

El fenómeno está en expansión y su crecimiento, ligado a dos factores: una mayor movilidad del dinero (la gente sale y gasta más) y una costumbre que no pierde su raigambre en la sociedad rosarina. La ciudad ya tiene unos 820 bares y 350 restaurantes, de los cuales 125 se abrieron en los primeros cinco meses del año. Una tendencia que permite pensar en un polo gastronómico local y no equivocarse.

En este contexto, hablar de zonas de radicación específica podría resultar ingenuo. Cada vez que hay un espacio apropiado en un sector concurrido, la posibilidad de inaugurar un nuevo comercio del ramo se presenta como más que oportuna.

Sin embargo, para muchos, Rosario cuenta ya desde hace algún tiempo con un nuevo, y a la vez tradicional, centro gastronómico. Le dicen Pichincha porque precisamente está enmarcado por el ex rincón prostibulario de la "Chicago Argentina". Algunos hasta sugieren que le arrebató el trono a la avenida Pellegrini, la desde siempre dueña de la corona gastronómica que también solieron ostentar la peatonal Córdoba y, en cierto modo, la costanera norte.

Rosario ya no es más una ciudad cuyos bares y restaurantes son simples sitios de paso para saciar el hambre, la sed o tomar un café. En rigor, cada rincón que se abre conlleva una importante inversión, incorpora menúes cada vez más sofisticados, y requiere de cierta decoración y arquitectura innovadora y distintiva. Las propuestas pasan por generar "lugares más integrales donde el diseño ambiental, que antes era secundario, ahora juega un rol protagónico", dijo el vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica, Rodrigo Pastor. Un cambio que marcó a la ciudad desde hace unos tres años a partir de un permanente maquillaje, incluso de los antiguos y deteriorados comercios del sector.

"Hasta los bares americanos se pusieron lindos", puso de manifiesto el director de Habilitación municipal, Gustavo Leone, quien brindó los datos a La Capital. El funcionario explicó que forman parte de una alternativa con "butacas pegadas al piso, sin las tradicionales mesas y sillas", y con la característica de al paso.

"Para nosotros es mejor que haya más locales, porque cada vez va a haber más laburo", aseguró un mozo de Pellegrini.

En Rosario, a medida que aumenta la oferta gastronómica, escasean los locales en alquiler. Las inversiones también han ido incrementándose a la par de la apertura y reacomodamiento de los locales. Montar un negocio de este tipo (bar o restaurante) requiere una apuesta de no menos de 100 mil pesos.

Algo que es habitual en cualquier comercio de Pellegrini, "el ámbito gastronómico rosarino por excelencia", según Pastor. "Y ni hablar si le sumás las heladerías", opinó Pastor, dueño de uno de los bares temáticos de la ciudad: el pub al estilo irlandés de Paraguay y Salta.

Según el empresario, Pichincha es "como Las Cañitas de Buenos Aires". Los datos estadísticos de la Municipalidad la instalan como otro de los espacios en expansión. Y los números son incontrastables. En lo que va del año, se produjo la apertura de 8 bares y 10 restaurantes en el sector comprendido por Ovidio Lagos, Rivadavia, Tucumán y Callao.

Además, hay una zona donde siguen creciendo los cafés más tradicionales que distan de ser comedores sofisticados. Es el área de Dorrego, Mitre, Rioja y Santa Fe. Allí se estrenaron entre 15 y 20.

En la zona norte, debutó más o menos la misma cantidad fundamentalmente durante el verano pasado. Son bares y algunos restaurantes con una característica diferenciadora: tienen un amplio espacio abierto que ronda entre los 700 y 1.500 metros cuadrados.

En Pellegrini el crecimiento de este rubro sigue tan en ascenso que son poquísimos los locales en condiciones de alquilarse. Sin embargo, sólo entre el 900 y el 1.300 de esa arteria se produjo la apertura de una decena de nuevos lugares.

Por otro lado, por Francia, Crespo y Cafferata entre las alturas 1.000 y 1.600 fueron inaugurados 8 parrillas y restaurantes con sus propias especificidades: más familiares y algunos de tenedor libre.

Uno de los últimos grandes espacios gastronómicos que abrió sobre Pellegrini es una parrilla con grill al estilo norteamericano con capacidad para 400 personas aproximadamente. "En Pichincha ninguno tiene esa grandilocuencia", remarcó Pastor, para marcar las diferencias entre las zonas.

Entro otros nuevos exponentes se pueden marcar Point (en Ituzaingó y Mitre).

Para el dirigente gastronómico, hoy en día "poco se puede diferenciar entre bares y restaurantes porque muchos superponen sus actividades". Ya no existe esa separación tradicional. La mayoría de los bares ofrecen comida elaborada, no sólo minutas, por lo que terminan convirtiéndose en restobares, una situación que obedece a la necesidad de agrandar el factor ocupacional. A sus propietarios les conviene utilizar aquel rubro porque reconoce la posibilidad de contar con más comensales, casi el triple que los restaurantes.

"Se pude instalar una cantidad de gente lógica. Para que te des una idea, a un restaurante de 100 metros cuadrados se lo habilita para que concurran no más de 30 personas", indicó.
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El bar ubicado en Ituzaingó y Mitre es uno de los pocos temáticos que hay en la ciudad.

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