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 sábado, 10 de junio de 2006  
El mes de la lectura: el 13 es el Día del Escritor y el 15 el del Libro
Los niños están ávidos de libros bien pensados, inteligentes y desafiantes
Aseguran que todas las acciones referidas a consolidar comportamientos lectores son a largo plazo

Emilia Ferreiro (*)

Sabemos que los libros, contrariamente a otros objetos, pueden estar en las manos de los niños mucho antes de que sean lectores autónomos. Tener "sus propios libros", su propia pequeña biblioteca antes de los 4 años, es algo bien diferente de tener sus propios juguetes. Porque esos primeros libros son la posibilidad cierta de conocer, antes de saber leer, el placer de la lectura.

Estar rodeado de cariño, en los brazos de un adulto acogedor, mientras se escucha una historia que surge misteriosamente de las letras. Escuchar de nuevo la misma historia, esa que adulto y niño se saben casi de memoria, es asistir a la fascinación de la repetición: la escritura fija las palabras de tal manera que no se desorganizan ni se confunden. No hay paráfrasis en la lectura. No hay sinonimia. El ritual se ejecuta, una y otra vez, con el implacable rigor de la sucesión de las letras, los párrafos y las páginas.

Sabemos de la importancia de las primeras experiencias para conformar el imaginario personal y podemos creer, con fundamento, que una temprana y placentera aproximación al libro como la que he descripto tendrá efectos duraderos. Quizás no garantice un lector consecuente a lo largo de la vida, pero ya es mucho si el libro se ubica junto con los más preciados recuerdos de la época en que todo es descubrimiento y asombro.

¿Pero cuántos niños de este planeta pueden asociar lectura y placer desde la más tierna infancia? ¿Cuántos, en este mundo profundamente desigual donde los padres alfabetizados tienen pocos hijos mientras los otros siguen procreando para garantizar que al menos algunos sobrevivan?

Libros para el placer, para unos. Libros para estudiar, para otros. Sin embargo, están las bibliotecas de aula, que comienzan a complementar oportunamente a las bibliotecas escolares. Por ejemplo México, país que tiene una tradición de más de 20 años de producir y distribuir oportunamente libros de texto gratuitos a una población de 15 millones de alumnos de primaria, ya tiene muy instaladas las bibliotecas de aula, además de las bibliotecas escolares, para todos los niveles de la educación básica (preescolar, primaria y secundaria, lo que nos lleva a una población de 25.525.000 estudiantes para el presente ciclo escolar 2005-2006). Para las bibliotecas de aula y las bibliotecas escolares son convocados los editores, a través de convocatorias públicas anuales (la última se publicó el 28 febrero 2006). El proceso de selección es bastante participativo y regionalizado.

¿Se espera que estas acciones ofrezcan resultados inmediatos? Por supuesto que no. Todas las acciones referidas a consolidar comportamientos lectores deben concebirse a largo plazo. Las bibliotecas de aula generan sentimientos encontrados en los maestros, que no están preparados para alfabetizar con libros, en plural. Muchos consideran la presencia de libros como una sobrecarga de trabajo: hay que leerlos (o cuando menos explorarlos), ordenarlos, clasificarlos, organizar el servicio de préstamo y garantizar la integridad de la colección. Lo que rara vez descubren por sí mismos - sino a través de un proceso de capacitación que despierte su inteligencia- es que todas esas actividades pueden hacerse con los niños, que organizar la biblioteca de aula es un proyecto a largo plazo en donde todos pueden participar y donde todos aprenden mucho participando.

¿Qué esperamos de los editores quienes estamos involucrados en los procesos de alfabetización, dentro y fuera de la escuela?


Hombres de cultura
Sabemos que las casas editoriales han sufrido profundas transformaciones en los últimos años y que algunas de esas transformaciones van inexorablemente en el sentido de la rentabilidad de los productos. Pero sabemos también que los editores -a diferencia de otros productores y empresarios- son parte de un linaje de "hombres de cultura" que buscaron y buscan incidir en los parámetros que definen el nivel de cultura de una población, en el tránsito hacia una cultura letrada de poblaciones ajenas a la tradición escrita, en la memoria histórica de los pueblos, en el acceso al libro y a la cultura escrita de los niños de hoy que serán padres de otros niños en un futuro previsible.

A ustedes, herederos de una tradición humanística, les digo: los niños, todos los niños de este planeta están ávidos de libros inteligentes, bien pensados, desafiantes, libros que puedan llevar consigo, muy pegados al cuerpo. Libros que se escuchan, que se miran, libros con textura y con olor. Libros entrañables que entran por el cuerpo entero.

No basta con producir libros. Hay que garantizar el acceso al libro. Como hay que garantizar el acceso al alimento, a los servicios de salud, a la educación y al agua potable. Al mismo nivel.

Los primeros lectores se forman en las familias, cuando hay libros y lectores a su alrededor. Por ahora, y hasta que seamos capaces de reducir la desigualdad social que caracteriza a América Latina como región, la educación básica, la escuela pública, es el lugar donde se forman los primeros lectores de los otros grupos. Allí es necesario que haya libros, muchos, variados y atractivos. También pizarrones y tanto mejor si hay una o varias computadoras. Pero, sobre todo, debe haber libros.

No estoy sugiriendo que los editores publiquen preferencialmente libros para niños. Estoy enfatizando que los lectores se forman desde el inicio y que nada puede reemplazar a una primera relación amistosa, cuerpo a cuerpo, con la letra impresa materializada en un libro. También apuesto a que los editores exploren la complementariedad entre cierto tipos de textos y los CDs multimedia o los DVDs, y yo misma lo he intentado con una editorial amiga que se atrevió a la empresa.

Quizá sea hora de dejar de especular sobre las nuevas tecnologías con una mezcla de sorpresa y temor. Estamos, de hecho, conviviendo con ellas. Convivencia difícil, reconozcámoslo, ya que apenas hemos comprendido una, el reemplazo por otras se hace inminente. En épocas de rápidos y frecuentes desplazamientos es extraordinario poder transportar en un minúsculo dispositivo electrónico la música, las imágenes y los textos que necesitamos. Pero seguimos dando un lugar de privilegio a los libros, que no compiten con los textos electrónicos porque cumplen otras funciones.

(*)Doctora en psicología. Extracto de la conferencia inaugural de las Jornadas de Profesionales del Libro "Acerca de rupturas o continuidades en la lectura", realizada en la Feria del Libro Buenos Aires (abril 2006) La versión completa de su conferencia puede leerse en

la página www.el-libro.com.ar
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Los libros llegan a manos de los niños, mucho antes de que sean lectores autónomos.

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