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 sábado, 06 de mayo de 2006  
Incomunicados. El presidente encabezó un multitudinario acto junto a su gabinete, gobernadores e intendentes
Kirchner acusó a Uruguay de no respetar derechos argentinos
Criticó al gobierno de Tabaré porque dejó que las papeleras se erijan junto a un río que compartido por los dos países

Walter Palena / La Capital

Gualeguaychú (enviado especial).- La ciudad de Gualeguaychú vivió ayer un día de fervor patriótico al calor de una consigna que ya está encarnada en todos sus habitantes: no a las papeleras. Sin embargo, las palabras que pronunció aquí el presidente Néstor Kirchner dejaron un sabor agridulce: aunque rescataron su presencia y el gesto de ponerse al frente de la causa ambiental, hubiesen deseado escuchar un pronunciamiento explícito por la erradicación de las pasteras que se erigen en Fray Bentos.

Ante todo su gabinete, 17 gobernadores (entre ellos, cuatro radicales), cuatro vicegobernadores, las autoridades de las Cámaras baja y alta, intendentes de todo el país, los jefes de la CGT, José Luis Lingeri y Hugo Moyano, y 45 mil personas, Kirchner acusó a Uruguay de "violar" el Tratado del Río Uruguay (firmado en 1975), y si bien admitió que la integración regional "nos permite el desarrollo sostenible", recordó que ésta "debe respetar el derecho de cada uno de los países" que la conforman.

En un acto que buscó mostrar unidad institucional a la presentación argentina ante el tribunal de La Haya y con un discurso que nacionalizó el reclamo contra la instalación de las papeleras en Uruguay, Kirchner le advirtió a Montevideo que no puede reclamar "soberanía" sobre dicho curso hídrico porque "no es enteramente propio".

Frente a la multitud reunida en el Corsódromo local, el presidente advirtió que el reclamo "no atañe sólo a Gualeguaychú; es una cuestión ambiental que atañe a los pueblos uruguayo y argentino y que Argentina toda asume como un problema propio".

"Nos dicen que es la mejor tecnología disponible y que el impacto será mínimo, pero no nos suministran la información suficiente ni encargan los estudios que aclararían la situación", advirtió el presidente en alusión a las respuestas de Uruguay.

Kirchner también responsabilizó a las naciones desarrolladas porque "cuidan la polución en sus países pero contaminan al sur".

También le devolvió críticas a su par oriental Tabaré Vázquez: defendió las papeleras ubicadas en Argentina argumentando que están distribuidas por todo el país y que anualmente producen apenas la mitad de lo que fabricarán Botnia y Ence. De todas maneras, reconoció que habría que intensificar el control sobre ellas.

Desde temprano, las calles de Gualeguaychú evidenciaban una jornada histórica para esta ciudad de 80 mil habitantes. Las banderas argentinas flameaban en cada casa o comercio. Nadie quería estar ausente de esta "gesta", sembrada casi desde el anonimato y que luego se diseminó por el país gracias a la enorme potencia de sus pobladores para hacerse escuchar, más allá del cuestionable método de bloquear rutas.

El clima de fiesta alcanzó incluso a los presos de la cárcel de Gualeguaychú, de una de cuyas ventanas colgaba una sábana que decía: "No a las papeleras; sí a la vida".

En un Corsódromo teñido de celeste y blanco, las miles de personas, ubicadas en las gradas y en la calle por donde desfilan las comparas en carnaval, le dieron un color y un marco singular. Pero no todas fueron rosas. Lo que más temían los integrantes de la Asamblea Ciudadana finalmente sucedió: los partidario del gobernador Jorge Busti, fletados en más de una docena de ómnibus desde Paraná, los desalojaron de los primeros lugares cerca del palco.

La situación se tornó patética: mientras la multitud cantaba su argentinidad, los partidarios de Busti se desgañitaban "olé, olé, Jorge, Jorge". Cuando fueron desalojados, los asambleístas se colocaron a un lado de las gradas, fuera del Corsódromo, y amenazaron con no volver. Más de uno denunció que recibieron algunos golpes. Todo se zanjó cuando el locutor del acto les pidió a los exaltados que cedieran el espacio a los asambleístas, lo que fue aceptado.

Los bustinos desentonaron en todo momento, y no sólo por ese acto patoteril contra los ambientalistas. Algunos de ellos se mezclaron con banderas de Boca, mientras el resto blandía la blanca y celeste. La consigna de no llevar banderas partidarias que difundió la asamblea en forma incansable no se cumplió.

Ya dentro del Corsódromo, la gente comenzó a presionar para que esto se respetase. "Que se vayan, que se vayan", le comenzaron a gritar a un grupo de personas que llevaba una pancarta con un candidato "anticipado" a diputado. Sus partidarios tuvieron que plegar la bandera y permanecer como "ciudadanos comunes".

Puestas las cosas en su verdadero lugar, la multitud se dedicó a cantar consignas unificantes mientras aguardaban que Kirchner y los gobernadores subieran al palco. La espera fue matizada por un pegadizo chamamé, con un curioso estribillo que sintonizaba con los acordes de un acordeón: "Por eso no, no a las papeleras. Que sí, que no, que se manden a mudar".

Algo para rescatar de los manifestantes fue que nunca abuchearon cada vez que se hacía referencia a Uruguay, sobre todo en una cuestión que puede servir de germen para ciertos nacionalismos bobos, como campea en algunos sectores de la sociedad de Gualeguaychú. Por ahora son minoría, pero la intensidad que va adquiriendo el conflicto pone signos de interrogación a un posible despunte de la xenofobia.

Kirchner pasó por Gualeguaychú con un mensaje pro ambiental que no satisfizo del todo a los asambleístas, pero con el compromiso de llevar a fondo el tema en La Haya. Fue en verdad una fiesta, una demostración de fuerza que sólo el tiempo decantará sus verdaderas dimensiones y consecuencias.
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Impresionante respaldo constitucional tuvo el discurso presidencial.

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