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sábado,
06 de
mayo de
2006 |
Por el
buen camino
Nací en una época donde la maravilla era la ciencia. El hombre salía al espacio y la luna era el primer paso hacia un horizonte fabuloso de planetas en lejanas galaxias. Veíamos "Viaje a las estrellas" y leíamos ciencia ficción. Estábamos llevando nuestra paz, nuestra democracia, nuestra cultura y justicia a todo el universo. En la tierra desenmascarábamos a los brujos ignorantes que asustaban y dominaban a unas masas más ignorantes aún. Llegaríamos a la ecuación de Dios si a este se le daba por existir. Se estaban iluminando todos los rincones con los poderosos reflectores de la civilización. Esa fue mi infancia, mi adolescencia. Pero los años pasan y uno cambia. Y si algún escrito refleja y marca el codo donde vine a cambiar mi visión de la vida, ese fue "La balada del álamo Carolina". Ahora la maravilla está en el esfuerzo de un pequeño brote, la fragilidad de una brizna de hierba, la gracia del vuelo de un plumón desprendido o el rumor de la brisa atravesando un árbol o el cosquilleo que este siente cuando una multitud de pájaros saltan, con sus pequeñísimas garras, de rama en rama. Es la maravilla del verdadero creador. La sorpresa que nunca acaba. Lo otro, ahora sé, son decenas o ¿centenares? de bombas atómicas arrojadas en el planeta. Chernobyl. Manipulación genética. Contaminación en nombre del progreso. Guerras y matanzas en nombre del progreso. Un progreso que busca que todos los millones de niños del planeta tengan el derecho, la ventaja y porque no la gloria de usar los Pumpers descartables extrasec cada día. La ciencia al servicio del hombre... del hombre económico. El 4 de mayo de l976 un grupo de tareas con armas con silenciador esperan en su casa a Haroldo Conti, el escritor de la "Balada...", para llevárselo y torturarlo hasta la muerte. El móvil de los que lo fueron a secuestrar fue simplemente saquear a la víctima. El móvil de los que los mandaron era crear las condiciones para saquear la Argentina. A 30 años de aquel día te quiero agradecer Haroldo por haber guiado mi sensibilidad por el buen camino.
Daniel Glielmi. DNI 13.385.643
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