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 domingo, 30 de abril de 2006  
Educación: chicos felices, niños inteligentes

Marcela Isaías / La Capital

Aprender entusiasma a cualquier niño y hace feliz a la gente". La afirmación la hizo hace un tiempo el especialista en educación Roberto Follari para responder al debate sobre el interés de los chicos por los saberes escolares. Claro que enseguida, el educador agregó que mucho hay que cambiar en la escuela para que el niño no pierda el entusiasmo inicial por los aprendizajes.

Para atender a este desafío, son muchas las experiencias pedagógicas que diseñan sus propios recorridos. Con distintas miradas, todas se preocupan por pensar nuevas salidas a problemas crecientes. En ese camino de mantener el interés por el conocimiento y ayudar a los alumnos a crecer están comprometidas un grupo de docentes del primer ciclo del turno tarde de la Escuela Nº56 Almafuerte de Rosario. La idea arrancó el año pasado con la puesta en marcha del "Taller inteligente", un espacio que busca dar respuestas efectivas a "las dificultades importantes de comprensión de consignas simples, vocablos y falta de interés de los niños". Un espacio donde también el arte tiene un lugar primordial.

Para eso en este taller se pusieron en juego todas las áreas que hacen al desarrollo de la inteligencia del niño. "Pasado los primeros cuatro meses de su implementación se observó un gran interés de los chicos por comenzar las actividades donde había un nuevo desafío a superar", dicen las maestras.

Pero además, estas docentes gestoras del proyecto del "Taller inteligente", entienden una manera diferente de enseñar: un aula donde es posible reflexionar juntos.

La iniciativa prendió enseguida en la escuela, y de ser un trabajo limitado a un tiempo y lugar, se hizo extensivo a todos los cursos y, ahora, desde este año a toda la escuela.

¿Y qué estrategias pensaron las maestras para estas nuevas posibilidades de enseñanza? En principio, ideas que atienden a la educación por la percepción, la memoria y la creatividad. En un segundo momento, se buscó que lo anterior incida en lo que ya saben los chicos antes de ingresar a la escuela y en hacer significativo lo que aprenden.

La suma de conocimientos y afecto son la clave en esta mirada sobre cómo enseñar en contextos donde los problemas son moneda corriente. Con un condimento extra: el lugar dado al arte para desarrollar la inteligencia.

Es que junto a este taller que busca apuntalar lo esencial de la lectura, la escritura y el razonamiento en el aula, comenzaron a funcionar otros expresivos y que estimulan la curiosidad, como los de ecología, cocina y expresión artística. Las docentes que trabajan desde el año pasado en esta propuesta dicen que la realizan con la convicción de que "permitir al niño crear, pensar y decidir es darle la libertad de ser".

El resultado de lo realizado el año anterior dejó huellas fuertes en la escuela: se unieron los aprendizajes básicos con los propios que interesan a los chicos, pero además logró instalarse como proyecto escolar para pensar una nueva manera de hacer escuela. Algo parecido a lo que señalara Follari, cuando dice que es necesario que no se pierda el entusiasmo natural por conocer y por qué no permitir que los niños se sientan felices de sus aprendizajes.
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