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 domingo, 23 de abril de 2006  
Víctor Sapar: “El peor pecado es dormir maquillada”

Florencia O'Keeffe / La Capital

“El peor pecado de la mujer argentina es dormir maquillada”. Contundente, Víctor Sapar, maquillador internacional, afirma que las representantes del sexo femenino en este país son “bellas pero a veces un poco descuidadas”. El especialista, que se desempeña desde hace más de 25 años como maquillador de Dior y ha recorrido el mundo por su trabajo, estuvo en Rosario, invitado por perfumería Juleriaque, presentando el nuevo look de la temporada otoño-invierno 2006. En una charla con Mujer, Sapar, verborrágico y de una gran simpatía, puso el acento en la importancia del cuidado de la piel porque “una piel sana es la base para un buen maquillaje”, y destacó que el look que se viene propone una mujer muy fresca, natural, arreglada “con un predominio de los colores pastel y el acabado mate para el día”. Ya en la noche, aconseja, hay que animarse a jugar con el brillo y darle paso a una estética glamorosa.

  El maquillador, de nacionalidad israelí aunque vivió buena parte de su vida en Francia, fue modelo de Armani en su juventud. Conocedor profundo del mundo de la moda y la estética (es además, pintor) asegura que cada mujer debe hallar su estilo personal y mantenerlo, pero incentiva los pequeños cambios: “Una señora que hace 50 años usaba minifalda no puede seguir usándola; con el maquillaje es lo mismo, hay que ir adaptándolo, aunque sea con algunos toques”, y remata: “La costumbre es más fuerte que el amor...hay que cambiar las costumbres, sobre todo, las malas sin perder el amor”.

   — ¿Cuáles son los colores de este otoño-invierno?

   — El nuevo look incluye casi todos los colores porque necesitamos contar con una gama muy amplia que permita encontrar lo que le queda bien a cada mujer. Yo no quiero escuchar eso de que ciertos colores les quedan bien a las morochas, los otros a las rubias o aquellos a las coloradas. Eso no existe; pero lamentablemente se tiende a uniformar. Yo veo que acá todas usan el cabello del mismo color, van al mismo peluquero y se visten en las mismas boutiques. El maquillaje es algo individual en el que cobran protagonismo el tipo de pigmentación, el color del cabello y muy especialmente la edad.

   — ¿Hay alguna novedad en este nuevo look 2006?

   — Sí, por ejemplo, la máscara color verde para pestañas. El objetivo es que la máscara abra, separe muy bien las pestañas y que al no ser de un color oscuro permita una mirada mucho más joven y fresca. En cuanto al maquillaje en general, los colores pastel son los que se imponen para el día, con un acabado mate. A mí me gusta mucho la mujer fresca, natural, que tiene su cara cuidada, a la que uno mira y piensa ¡qué “regia” que está!

   — ¿Cuál es la clave para que una mujer esté regia?

   — El cuidado de su piel. Definitivamente. Una buena piel es la base para un buen maquillaje. Cuando no está sana podemos tapar imperfecciones pero el resultado jamás es el mismo. Y para que luzca genial no hay que saltearse los pasos elementales que son: demaquillarse, hidratarse y nutrirse. Lamentablemente la mujer argentina muchas veces comete el peor de los pecados: se va a dormir pintada. Conozco muchas que lo hacen y yo les digo que aunque tengan una hora para dormir deben sacarse el maquillaje. No sólo por los resultados inmediatos, sino por el futuro. Y tampoco es cuestión de ponerse cualquier crema, sino la que le va con su tipo de piel. La crema es como un medicamento, no se puede tomar sin asesoramiento porque le resulta a la vecina o la compañera de trabajo.

   — ¿A qué edad debe empezar a cuidarse la piel una mujer?

   — Desde la adolescencia y antes también. No hablo de maquillaje sino de cuidado de la piel, una cuestión de salud a mi modo de ver. En Europa, las señoras enseñan a sus hijas a limpiarse e hidratarse desde los 12 o 13 años. El maquillaje aparece luego, es cierto, pero cuidarse la piel es una gran enseñanza y una buena costumbre porque las diferencias las notarán 20 años después. Es una inversión a futuro. Si uno le pregunta a una dama de 30 años si a los 40 quiere estar espléndida dirá que sí, pero para eso debe cuidarse.

   — ¿Cuáles son los puntos a destacar en un rostro?

   — La mujer tiene dos que son fundamentales: ojos para ver y labios para besar. Incluso diría que los labios son número uno. Por eso un buen labial es tan importante, da luz a la cara, realza la belleza. Yo recuerdo a mi abuela, siempre impecable, y no puedo imaginarla sin su labial. Además hay algo mucho más importante y es que los labios y el contorno de la boca femeninos se arrugan muy rápido, más que en los hombres que gracias a las afeitadas diarias tienen alta circulación en la zona. El labial realza pero a la vez protege, hidrata y retrasa la aparición de esas arruguitas tan molestas.

   — ¿Qué productos no deben faltar jamás en la cartera femenina?

   — Hay dos que son elementales. Labial, como dije, y una buena máscara de pestañas. Un toque en los labios, un poco en los ojos y listo. Tampoco deberían olvidar el polvo para los retoques.

   — ¿Cuando una mujer encuentra su propio look, debe seguir insistiendo con él?

   — Me gusta mucho que cada una encuentre su estilo personal pero eso no significa que no pueda cambiar. En realidad, debe cambiar cada tanto porque la moda cambia. Una señora no no puede andar en el 2006 pintada como en los años 50 con el delineador líquido tipo “gato”, eso se terminó. Ahora hacemos cosas más nuevas; podemos usar el delineador pero no con ese estilo y terminar con alguna sombra.

   — ¿Qué piensa de las argentinas?

   — Que son bellas como ninguna otra, pero a veces un poco descuidadas. En Europa, en París, por ejemplo, las mujeres no son lindas, pero siempre están arregladas. Acá les dan más trascendencia a otras cosas: el cabello, la ropa, el trasero (se ríe), pero no cuidan la cara. Hay que cuidarse porque no hay magia. Las modelos, a las que vemos siempre divinas, trabajan día y noche para eso, se cuidan todo el tiempo, no hay secretos. Pero a mí me encanta la mujer argentina. En Rosario, ciudad a la que viajo al menos una vez al año, ya tengo hasta tres generaciones de clientas y eso me hace sentir muy viejo pero es una gran satisfacción ver cómo algunas señoras entienden el mensaje y transmiten esos cuidados de generación en generación.
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El maquillador Víctor Sapar durante su visita a Rosario.

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