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 domingo, 23 de abril de 2006  
Alarmante. Poco para festejar en el Día Mundial del Libro y el Idioma
Los niños argentinos leen poco: sólo un libro por año
También Chile y Brasil superan con creces al país en políticas de promoción de la lectura. Qué pasa en Santa Fe

Silvina Dezorzi / La Capital

Aunque no existen estadísticas oficiales, las estimaciones más serias dan cuenta de que los niños argentinos leen entre 0,89 y 1,3 libro por año en las escuelas. ¿Eso es poco o mucho? Para responder, nada como comparar: en México la relación es de 10 libros por chico, en Chile de 3,6 y en Brasil de 3,3. Una paradoja si se recuerda que la mejor cosecha de esos países en la materia difícilmente pueda atribuirse a su opulencia. Los datos son crudos, pese a los esfuerzos nacionales de los dos últimos años por superar ese magro indicador de acceso a la cultura escrita y las inequidades que, como todo promedio, el número encubre al interior de la sociedad y el sistema educativo. ¿Y qué pasa en Santa Fe? Al igual que lo ocurrido históricamente a nivel país, hay poco trabajo sostenido en el tiempo, pocas políticas de Estado verdaderas que no se agoten en actividades puntuales o campañas. Aun así, para el Día Internacional del Libro y del Idioma, que se celebra hoy, el Ministerio de Educación provincial lanzó una serie de acciones (ver recuadro).

Para entender la diferencia de efectos entre las políticas de Estado con programas de largo aliento y el mero lanzamiento de campañas nuevamente hay que echar mano a la comparación.

Según un informe elaborado en noviembre último por especialistas del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), la permanencia de políticas de edición (o compra) y distribución de libros por parte del Estado es determinante. De allí surge que en Chile esos programas llevan ya 65 años ininterrumpidos, en México 46 y en Brasil 39. A todas esas políticas el estudio las define como "de larga duración".

En cambio, en Argentina hubo distribución gratuita de textos escolares entre 1993 y 1999, con el llamado Plan Social Educativo, y recién cinco años después, en 2004, comenzó el Plan Nacional de Lectura. En este caso, se trata de un programa sistemático que incluye la compra y provisión estatal de libros bajo el paraguas conceptual de que acceder a la lectoescritura es condición de posibilidad para adquirir ciudadanía.


Un piso mínimo
El informe del Cippec parte de una premisa: considerar al libro de texto escolar como el "piso mínimo" a partir del cual es posible pensar la incorporación de los niños y adolescentes a la cultura escrita. Se trata, claramente, de un umbral, sobre todo cuando la mayoría de la población registra a su período de escolaridad como aquel donde tuvo mayor acceso a los libros.

Aunque el estudio es cuantitativo y cualitativo, los números de por sí ya son elocuentes. El más gráfico es que en Argentina los chicos leen, como máximo, alrededor de un libro por año. Para sostenerlo, se citan dos fuentes que proveen sus respectivas cifras.

Según los datos que suministra la Cámara Argentina de Publicaciones, durante el año 2005 se vendieron 13 millones de libros de texto, lo que dividido por los 10.078.986 alumnos del sistema educativo formal arroja una ecuación de 1,3 libro leído al año por cada chico.

En cambio, al abordar las cifras que acercan las editoriales texteras el número baja: según el mercado editorial, el año pasado se vendieron 9 millones de libros de texto (4 millones comprados por el Ministerio de Educación de la Nación y otros 5 millones por el segmento privado), lo que da una razón de 0,89 libro por cada niño.

Increíblemente, cualquiera de las dos cifras mejora el último promedio oficial, que data de 1998 y era de 0,77 libro leído al año por cada chico.


¿Y ahora qué?
El mes próximo se cumplirán dos años desde que el ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, lanzó el Plan Nacional de Lectura. A ese programa, que incluyó la distribución de 1.800.000 textos literarios a escuelas de todos los niveles del país y acciones para fomentar el placer reflexivo por la lectura, se sumaron otros planes puntuales de provisión de libros ("Cuando leés llegás más lejos", "Cuando leés ganás" y "Leer es un placer").

A nivel provincial, a fines de 2004 el ministerio articuló un programa propio -Santa Fe Lee y Crece- con el Plan Nacional de Lectura y durante el 2005 distribuyó un millón de ejemplares con 21 títulos, mayoritariamente de autores santafesinos, sobre todo a escuelas, bibliotecas populares y otras entidades comunitarias.

El impulso prácticamente se agotó en esa acción, ya que según el subsecretario de Educación, Víctor Debloc, "sólo quedaron unos pocos textos que se siguen distribuyendo con fines muy específicos".

Otro plan nacional con anclaje en Santa Fe es el Programa Integral para la Igualdad Educativa, que este año proveerá bibliotecas equipadas con libros de literatura infantil, juvenil y universal, de capacitación docente y material pedagógico a 140 escuelas de la provincia. Todo suma, pero es claro lo insuficiente que resulta frente a lo que hay que remontar.
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Según estimaciones no oficiales, los niños leen entre 0,89 y 1,3 libro por año en la escuela.

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