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 domingo, 23 de abril de 2006  
Gustavo Cerati cuenta por qué regresó a las raíces en "Ahí vamos"
"A Soda Stereo no le quito mérito, pero no podría transitar ese camino dos veces"
El músico porteño habló del nuevo disco y dijo que no volvería a reunir a su antiguo y famoso trío

José L. Cavazza / Escenario

"Ahí vamos", el nuevo álbum de Gustavo Cerati se diferencia de su última producción solista ("Bocanada" y "Siempre es hoy") porque el regreso a las raíces de Soda Stereo esta vez es definitivamente rotundo: un disco potente, de guitarras al frente y base rítmica sodera ciento por ciento. El propio Cerati, en una entrevista con Escenario, coincidió bastante con la idea: "Esto de volver un poco a las raíces tiene que ver con una cercanía con sonidos y cosas que me parecen que está bien que hoy las explore, pero nunca lo veo como una vuelta atrás", explica. Y después sintetizó: "Pero la verdad, las canciones te salen como te salen".

-De tus discos solistas, "Ahí vamos" ¿es el más visceral?

-Lo de visceral, no sé. Es como pensar que hubo menos análisis... En realidad, fue un disco que me llevó hacerlo ocho meses y quizá sea uno de los trabajos que, sonora y conceptualmente, está menos disperso, porque tiene pocas variaciones. En este aspecto, sí podría decirse que es más visceral, aunque este término es bastante relativo. Trato de que la emoción no se disgregue en el proceso de razonamiento, de inteligencia, de técnica y de todo eso que puede haber después de la grabación. Es decir, que no se pierda la emoción, pero... definitivamente me llevó un buen tiempo hacer este disco, aunque el proceso de hacer las canciones fue muy rápido, me salieron todas de un tirón.

-En este sentido, ¿cambió la forma de parir una canción? Por ejemplo, en Soda Stereo había bastante simbología y en tu anterior álbum, "Siempre es hoy", desnudás tus problemas amorosos.

-Me parece que hoy escribo más directo, con menos vericuetos y casi nada de metáforas. Más en un lenguaje común, por decirlo así. Común al rock, porque todavía me interesa la musicalidad de las palabras. También creo que en ese aspecto estoy menos disperso. Las canciones hablan sobre emociones, las describo y punto. Ni se van por las ramas ni hice esfuerzo para embellecerlas demasiado.

-Nada de grandes frases...

-Sin embargo encuentro cosas más útiles incluso que en otros discos, y quizá sean menos rimbombantes, es cierto también.

-Da la sensación de que este disco marca en tu historia de que nunca hubo un corte abrupto con Soda Stereo, sobre todo con la época de "Canción animal", sino una continuación, una forma de avanzar. ¿Estás de acuerdo?

-A nivel consciente no, pero, claro, uno no puede manejar ciertas cosas. La verdad, que las canciones te salen como te salen.

-Me refería a la cuestión sonora.

-En este sentido, traté de despojar al disco de toda intención paisajística, ir más directo a la canción y hacia una estructura más clásica. En ese aspecto, "Ahí vamos" se relaciona con otros discos tanto de Soda como míos, pero sonoramente la ubicación de la guitarra como comandante del álbum puede vincularlo a trabajos como "Canción animal". Pero también veo muchos elementos evolutivos y no es que tuve ese disco como parangón. Es cierto también que está dentro mío esa forma de componer las canciones. Pero siempre siento que estoy en un escalón evolutivo y nunca que estoy recuperando terreno perdido. La verdad, que esa idea de volver un poco a las raíces tiene que ver con una cercanía con sonidos y cosas que me parecen que está bien que hoy las explore, pero nunca lo veo como una vuelta atrás.

-¿Pero pensar en Soda Stereo no significa también añorar la juventud perdida?

-La verdad que no tengo un efecto nostálgico muy fuerte respecto a Soda Stereo. Realmente no lo tuve nunca, ni siquiera cuando estuve en el grupo. Por mi naturaleza, aunque suene pedante. No le quito el mérito, Soda significó muchísimo para mí, pero no podría transitar por el mismo camino dos veces. Realmente, no podría.

-¿Y cómo te llevás con el paso del tiempo?

-Bien. A partir de los cuarenta siento que uno empieza a tener mayor conciencia de algunas cosas. De tu cuerpo, de las formas en que encarás las relaciones... Empiezan a aparecer las luces y si uno no las ve te perdés la posibilidad de tener un poco más de sabiduría. A los veinte, con toda la energía avasallante, casi que te importa tres carajos todo. Pero la verdad es que pasé por muchos momentos donde me di cuenta que por la velocidad de las cosas, la ansiedad y la juventud misma, me perdí otras. Ahora es como que quiero tomarle el sabor a todo, y por eso creo que estoy en un buen momento. La verdad es que yo me siento re-joven, pero tenés que cuidar un poco más tu cuerpo. Siento que puedo ir a la misma velocidad que antes y ver qué pasa alrededor, antes corría igual pero no veía nada.

-No es casualidad de que en la mayoría de las entrevistas que te hicieron por este álbum te pregunten por el regreso de Soda Stereo.

-La situación es que Soda nunca podría sonar como sonó este disco. Hay diferencias, pero voy a serte franco: las maneras de trabajar no han cambiado mucho para mí. Empiezo a componer las canciones y funciono un poco como director de orquesta, donde voy guiando sonora, armónica y melódicamente una zapada con los músicos. Lo hacía con Soda y lo hago con los músicos que me acompañan en este disco. Obviamente los aportes individuales varían, y trabajar con Soda significa trabajar siempre con las mismas personas. Quizá sea una ventaja en esta etapa solista poder relacionarme con músicos muy diferentes, y en este disco particularmente se juntaron mundos de viejos amigos como Fernando Samalea o Richard Coleman con amigos nuevo como Leandro Fresco o Nalé.

-Cuando nació Soda, el desafío era sonar distinto. ¿Cuál es hoy el desafío para vos?

-No perder la inocencia... De alguna manera, después de hacer un disco te hartás de tocarlo, de defenderlo y ponerlo en funcionamiento. Mucha gente empezó a entender "Siempre es hoy" cuando empecé a tocarlo en vivo. Pasa mucho eso, que los discos al comienzo cuesta mucho digerirlos hasta que lo van entendiendo de a poco... No sé, a mí no me interesa ser elitista ni vanguardista ni mucho menos.

-En el escenario el disco se va transformando en otra cosa...

-Exacto. Es como que empieza a tener un sentido. Y en "Ahí vamos" ni te cuento, me parece que está más cerca del escenario, por decirlo de una manera. Se despojaron tantas cosas en este álbum que al final queda algo muy instantáneo para tocar en un show. Y con respecto con aquella primera pregunta sobre lo visceral del disco, puedo decir también que quizá pareció eso aunque el proceso no haya sido tan así, porque a veces para lograr algo simple pasás por procesos complejos. Eso de instantáneo o de primera toma, a esta altura no me lo vende nadie. Y la inocencia para mí es no perder la frescura. El desafío frente a la idea de grabar un disco nuevo, entonces, es sentir que tengo el mismo empuje casi infantil de cuando grabé el primero. Es el mismo entusiasmo catártico.
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"Puedo ir a la misma velocidad que antes y ver qué pasa alrededor", dice Cerati.

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