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 domingo, 16 de abril de 2006  
Start Up
Barbas y cabello, el motor de un negocio bien afilado

Eduardo Remolins

¿Quién podría negar que Todd Greene es un hombre impulsivo? Conoció a la que hoy es su esposa por e-mail y a las tres semanas se había casado. Crear su empresa le tomó un poco más, 12 semanas, pero también surgió de un acto impulsivo.

Shick (uno de los mayores fabricantes de afeitadoras del mundo) rechazó un invento suyo: una maquinita diseñada especialmente para afeitarse la cabeza. Greene decidió lanzarse sólo. HeadBlade fue lanzada en 2000 y es actualmente una compañía rentable que vende cada aparatito por la friolera de 15 dólares. El producto, con forma de mini jet sky, ganó el premio Mejor Diseño del Año de la revista Time y es usado y recomendado por pelados famosos como Andre Agassi.

La firma superó el millón y medio de dólares de facturación el mismo año de su lanzamiento y ostenta márgenes de utilidad del 65%.

Pero HeadBlade no es la única empresa o producto relacionado con el arte de quitarse el cabello o la barba. La oferta de productos para afeitarse incluye todos los tipos imaginados de lociones, gel, espumas y aceites para antes y después de afeitarse.

Lab Series ofrece una solución para la afeitada eléctrica y Shaving Cream, un sitio especializado, seduce con jabones suavizantes con aceite esencial de mandarina y manteca de coco, por 18 dólares.

Desde que King Gillette (un socialista utópico que descreía del capitalismo) inventara en 1904 la máquina de afeitar descartable, la industria no ha parado de crecer y sofisticar la oferta.


Afeitadoras gasoleras
Pero no todos los productos de este sector están orientados al lujo y el refinamiento. Razor Max, por ejemplo, se especializa en productos que aumentan la duración de la hoja de afeitar, y disminuyen el gasto en descartables. Vende un kit que puede usarse con cualquier afeitadora para prolongar la duración del filo y mejorar la calidad de la afeitada.

El principio que utiliza es sencillo y lo aplican varias empresas en los EEUU: las hojas de las afeitadoras pierden filo porque el contacto con el agua produce, desde el primer día, un invisible pero importante proceso de oxidación. Sorpresa: las afeitadoras no están hechas de acero inoxidable.

Si luego del uso la afeitadora se sumerge en una solución a base de aceites, el proceso de corrosión se detiene porque se aísla el metal del oxígeno del aire. La hoja dura, en esas condiciones, entre dos y cuatro veces más. Simple y económico, pero efectivo.


Experiencia local
Hace un par de años Eduardo García lanzó en Rosario la versión argentina del producto, BladeX4, con el mismo principio y una solución que patentó que contiene aceites esenciales de aloé vera, almendra y menta. La comercialización incluye desde venta directa en centros comerciales hasta cadenas de farmacias.

Con una industria cosmética que factura en el mundo 200.000 millones de dólares y con Argentina como el tercer mercado de Latinoamérica, el sector es prometedor, aunque haya que meterse en las mismas aguas que los gigantes. Todo se reduce a ofrecer productos innovadores, diferenciados y con volúmenes de ventas que no son atractivos para los grandes. Como las afeitadoras para la cabeza, por ejemplo.

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