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 domingo, 09 de abril de 2006  
Historias: El recorrido del alambrado

El alambrado en el campo argentino es uno de los antecedentes más cercanos de la propiedad privada. Sus primeros usos datan del año 1845 cuando un ciudadano británico, Richard Newton, alambró la huerta de su estancia Santa María, en la provincia de Buenos Aires, introduciendo al país los cercos de alambre. Así lo relata Noel Sbarra, en su libro "La historia del alambrado en la Argentina", recientemente editado por la empresa Acindar.

El alambrado surgió ante la necesidad del país de delimitar las estancias de los terratenientes en lugares donde principalmente se hacía ganadería y los animales traspasaban los campos.

Esos límites en principio se realizaban a través de la zanja, allá por los años 1700, como único medio para delimitar los predios en donde "la llanura pampeana se extendía uniforme e infinita".

Allí surgió el oficio del "zanjeador" que fue un oficio rural que luego fue reemplazado por la figura del "alambrador", que en un comienzo eran inmigrantes extranjeros.

Luego de la zanja, vinieron los cercos vivos con plantas espinosas y enmarañadas que implicaban un mayor tiempo que cavar una zanja. Para ello se usaron árboles y arbustos aborígenes que fueron plantados sistemáticamente con esa finalidad limítrofe. Así el refinamiento de los ganados, implicó la necesidad de una mayor modernización en los campos y en palabras de Domingo Faustino Sarmiento, "antes del alambrado podía decirse, todo el país es camino", y la mayoría de los estancieros criollos estuvieron un largo tiempo descreídos de esta novedad que se implementó con mucha fuerza en los Estados Unidos. Pero de a poco se fueron convenciendo de que el alambrado se convertía en la posibilidad cierta de organizar y mejorar los rodeos para satisfacer un mercado internacional en expansión cada vez más exigente respecto a las materias primas que adquiría.


Conflictos en puerta
Su implementación implicó una serie de conflictos como el alambramiento de los caminos que generaron disputas entre vecinos que requirieron reglamentación.

Sbarra cuenta en su libro, que los primeros alambrados eran con postes de maderas provenientes de la costa del Paraná, de poco valor, pero lo que se mezquinaba lo más posible el alambre.

Esos alambres eran importados y lisos y otra gran modificación que tuvo la historia del alambrado en Argentina fue la introducción del "alambre de púa" que generó grandes resistencias por el daño que ocasionaba en los cuernos de la hacienda. Por eso su incorporación se registra recién a comienzo de siglo XX.

"Con el alambrado se transformó la estancia antigua", explicó Sabarra y agregó "fueron roturados los campos llecos y convertidos en tierras de pan llevar; se refinaron las cuernilargas haciendas criolla y se mejoraron las pasturas con cien semillas diferentes. Y en esta transformación el molino de viento, se convirtió en elemento irremplazable".

Junto con estas modificaciones político económicas, el alambrado conllevó transformaciones también sociales ya que según cuenta el autor del libro, cambiaron las modalidades primitivas de las faenas rurales y hasta las costumbres, por ejemplo, cesando las rondas nocturnas para impedir la dispersión del rodeo y para apartar animales de marca distinta.
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