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 domingo, 02 de abril de 2006  
Entre los pollos al spiedo y las masitas de maní

Desde muy niñas, las hermanas Adela y Claudia Gruvman iban con su tío a almorzar y a cenar al Rich. Es que Mauricio Gruvman era el propietario del Bazar Porteño (desaparecido de San Luis 1069), ubicado a la vuelta del restaurante.

El hombre tenía tanto contacto con el negocio, al que le vendía vajilla, que directamente entraba a la cocina para ordenar sus platos. "Y nosotras atrás de él", indica Claudia.

Así, ambas mujeres pudieron ver "cómo ponían la manteca con la mano; arrancaban un poco y la tiraban sobre la sartén", dicen. Era un lugar "donde siempre hacía calor por las fogatas que había atrás".

A la hora de hablar sobre las instalaciones, remarcan algunas cuestiones del sector rotisería. "No me olvido del enorme queso gruyere que había sobre el mostrador", cuenta Adela, poco antes de que se le haga agua a la boca al presentárseles en su memoria las "masitas de maní" que siempre consumía. "Riquísimas", resume sin más mínimo trámite.

En ese momento se suma a la charla la madre de las Gruvman, Clara, quien enumera menúes exquisitos: "Los pollos al spiedo y el chivito". Y ni hablar de los "tallarines al blanco de pavita", abunda Adela.

En tren de seguir recordando comidas, una de las hermanas sostiene que su tío "no se perdía el arroz a la cubana, con banana y ananá fritos, en porciones cortadas en cuadrados".

El Rich surgió en 1932, en las inmediaciones de lo que por entonces fue el Mercado Central. En sus comienzos, estuvo ubicado en San Martín 1152, pero una década después de su inauguración, se trasladó a su conocido local de San Juan 1031, un sitio que permanece en la historia de la ciudad, por sus empleados y propietarios. "Amables siempre, como Valentino y Miguel, dueños que trabajaban codo a codo con el personal", asegura un testigo, el mismo que recuerda también momentos no tan gratos: "Algún cierre de Bromatología y ciertas cucarachas que han sabido deambular por allí".
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