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 domingo, 02 de abril de 2006  
In mente. Recuerdos que vuelven a la memoria entre autógrafos y menúes
Rich: un restaurante que dejó huellas entre los rosarinos
Las hermanas Gruvman vivieron su infancia emparentadas con el local, sus empleados y su entorno

El cierre del restaurante Rich no deja de reflejarse, de la manera que sea, en miles de familias rosarinas ligadas de uno u otro modo al desarrollo que tuvo en 74 años este emblemático negocio. Dos hermanas, Adela y Claudia Gruvman, transcurrieron su infancia y preadolescencia emparentadas diariamente con el comercio; su gente, su entorno y el local que ocupó.

Memoriosas, las mujeres exhiben hoy los autógrafos de las figuras que pudieron conocer gracias a haber transitado por la rotisería y los salones del comedor. "Este es el de Guy Williams, de 1975", muestra Adela, amante del cine y de la música (canta bajo el nombre artístico de Juliette).

En efecto, en aquella época, el actor que durante años encarnó a El Zorro, vino a Rosario a presentar su personaje en un circo. Las hermanas no dudaron en acercarse a él mientras comía en el Rich.

Es que este restaurante acompañó el ritmo de expansión de la ciudad; recibió la visita de cientos de referentes de distintas expresiones artísticas y deportivas, y de la política. La lista es larga pero podrían encabezarla Lisandro de la Torre y Enzo Bordabehere, además de Luis Sandrini, Alfonso Ortiz Tirado, Margarita Xirgú, Atahualpa Yupanqui, Osvaldo Pugliese y Mercedes Sosa, entre otros.


Los años 70
Para las Gruvman, la década del 70 es precisamente la que las llena de recuerdos, aunque probablemente un tanto vagos debido al inexorable paso del tiempo.

Así se refieren, por ejemplo, a Carlitos Balá, quien les dio una foto firmada en el reverso.

"Era muy dado, muy simpático", rememora Adela marcando una diferencia con otras personalidades del ambiente artístico del momento que no tenían el mismo nivel de acercamiento con el público. "Como María de los Angeles Medrano, una carita de angel en pantalla y nada que ver personalmente. En una oportunidad no quería que la gente se le acercara", cuenta.

Esta referencia es diametralmente opuesta a las que las hermanas hacen de sobre Marcos Zucker y Santiago Bal. "Nos atendieron muy bien", recuerdan sobre el momento en que también consiguieron sus autógrafos.

La mayoría de las veces, la búsqueda de esos papelitos firmados por famosos estaba relacionada con algún empleado de la casa de comidas que oficiaba de compinche.

-¿Te acordás de Pérez?

-Sí, se fue a vivir con la hija. Sabía muchísimo de vinos.

Las hermanas se intercambian situaciones y vivencias, hablando entre ellas. Este hombre estaba a cargo de las bebidas espirituosas. "Nos regalaba rosca, medía un metro sesenta y hablaba despacito", tira Adela como leyendo un currículum chismoso.

El archivo de La Capital da cuenta sobre los verdaderos "periplos" que debían vivirse en el Rich para conseguir en los años de oro del restaurante. En junio de 2005 Aldo Saracco, uno de los propietarios, aseguraba: "La gente llama hasta una semana antes de la cena, hay que olvidarse de llamar el mismo sábado porque no encontrará nada".
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