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 domingo, 05 de marzo de 2006  
[Nota de tapa] - Fuera de marco
Retrato de un artista en acción
Después de su muerte, en 1975, un largo silencio se posó sobre la obra de Eduardo Favario. El Museo de la Memoria anuncia una gran muestra sobre su vida y su producción

Osvaldo Aguirre / La Capital

"Un pintor es un hombre que tiene un estómago, un sexo, a los que tiene que satisfacer, sin menospreciar, pero sin olvidar que también tiene una mente y un corazón, tan sujetos a necesidades como el estómago y el sexo. Son las exigencias del espíritu y de la materia. Los dos son indispensables", escribió Eduardo Favario en uno de los cuadernos donde documentó minuciosamente los pasos, los interrogantes y las preocupaciones de su formación. La dualidad, y la búsqueda de una instancia de superación, se replanteó poco después con mayor intensidad entre el arte y la política, desde su incorporación al grupo de arte de vanguardia de Rosario, en la segunda mitad de los años 60, hasta su militancia en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Una elección con un final dramático, que impuso un prolongado silencio sobre su persona y sobre su obra.

No sólo hubo olvido. Favario falleció a fines de 1975, en un enfrentamiento con el Ejército, cerca de Clarke. Después de su muerte su casa fue allanada y parte de su obra resultó destruida. Pero la historia y las elecciones de este artista volvieron a hacerse visibles en 1999, cuando Graciela Carnevale, Guillermo Fantoni y Ana Longoni prepararon una retrospectiva que se exhibió en el Centro Cultural Parque de España. Y ahora serán el tema de una nueva muestra, que apuesta a iluminar otros aspectos de su vida y su producción.

La exposición "Eduardo Favario fuera de marco. Un ejercicio de memoria", que ha preparado Graciela Carnevale, será inaugurada el próximo viernes en el Museo de la Memoria de Rosario.

"La retrospectiva del Parque España se centró en su obra pictórica -dice Carnevale, para empezar a situar las diferencias con lo que se expondrá en el Museo de la Memoria-. Tratamos de rastrear toda la obra que había de él, que prácticamente no se conocía, porque no había sido mostrada. Hacíamos solamente una referencia a la militancia posterior y a su muerte".

El "fuera de marco" de Favario puede pensarse en varios sentidos. En primer lugar porque en la última etapa de su producción dejó de lado la pintura por la instalación y la acción. "Además, cuando empecé a leer la fundamentación del Museo, para ver por ejemplo para qué había sido creado, me encuentro con que se proponía recuperar la memoria fundamentalmente de los años del Proceso -sigue la curadora-. Eduardo fue muerto en 1975, es decir en un gobierno «democrático», entre comillas. Entonces eso empieza a hacer ruido. El Museo lo sitúa en otro contexto, que no es el del arte sino el de una institución cultural que intenta recuperar una historia. El concepto de la muestra tenía que ser totalmente diferente".

No se trata de construir un mito ni de crear un mártir. "Esta muestra intenta rescatar al sujeto, a la persona donde se dio esta doble faz de artista y militante", dice Carnevale.

La muestra va a ofrecer fotos desconocidas de Favario, trabajos de su primera época nunca exhibidos -por ejemplo bocetos y autorretratos realizados cuando estudiaba en el taller de Juan Grela-, paisajes, algunas pinturas -"no hay muchas porque la mayoría fueron destruidas cuando allanaron su casa, después de su muerte"- y ampliaciones de fotografías "de obras que se han perdido y de instalaciones y objetos de los que no queda nada".

También se van a exponer registros del grupo de arte de vanguardia de Rosario, que tuvo en Favario a uno de sus protagonistas: imágenes de acciones públicas, manifiestos de la época y de Tucumán Arde, la obra que significó una conjunción singularmente eficaz de arte y política. Y además los cuadernos y los diarios de viaje que escribió Favario a principios de los años 60.

"Leer esos cuadernos es impactante -dice Carnevale-. Tenía 23 años y en su viaje a Europa lo que señala o lo que deja rastro en él son sus visitas a los museos. Es notable el conocimiento que tenía, la minuciosidad con que describe las cosas y la claridad con que va tomando posición. Yo lo conocí en 1967; pese a que compartimos un montón de cosas, nunca imaginé que tenía esa formación, ese apasionamiento".


Los años sesenta
Nacido en Rosario en 1939, Favario estudió pintura, grabado y dibujo en el taller de Juan Grela, entre 1959 y 1965. Patrocinado por el gobierno francés, viajó a París en julio de 1964. Realizó estudios libres en España, Italia y Bélgica, de los que dio cuenta en sus diarios, y regresó a Rosario a principios de 1965. En ese momento, en una casa de la calle Bonpland, integró el taller El gallinero, con otros tres jóvenes artistas a los que había conocido en las clases de Grela: eran Aldo Bortolotti, Carlos Gatti y Juan Pablo Renzi. También en 1965 hizo una muestra de pinturas en la galería El Taller, de Rosario, lo que marcó el comienzo de un período intenso de creación y de exposición de obras.

"El viaje a Europa y el grupo El gallinero son momentos importantes para la producción de Favario, porque ellos empiezan a vincularse con gente de Buenos Aires y se convierten en uno de los pilares del posterior grupo de arte de vanguardia", apunta Carnevale.

El grupo de vanguardia asoció a jóvenes formados en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario y en el taller de Grela. "Entonces eran lugares que no se juntaban -dice Carnevale-. En la facultad no lo recibían a Grela, había un problema personal con algunos integrantes del grupo Litoral y político, porque Grela era del Partido. Comunista".

El taller de Grela "era un referente a nivel de la plástica y de la formación de los jóvenes. Era muy riguroso, muy estudioso y todos los que salían de allí tenían una disciplina totalmente diferente a la que teníamos en la facultad, donde estábamos menos atados a la técnica, pero también con menos base. La conjunción fue muy fértil. Las vivencias que uno tiene de los años 67 y 68 son de una relación intensa con todos los miembros del grupo, de fundarse todos los días y discutir y leer y estar proponiendo cosas y cuestionándose".

Una de las acciones más recordadas del grupo fue el manifiesto "De cómo nuevamente se pretende dar oxígeno a una pintura que hace tiempo ha muerto", difundido en abril de 1967 como respuesta a los condicionamientos para participar en el Primer Salón Anual de Pintura Litoral, auspiciado por Canal 3 y dirigido a los pintores jóvenes. Además de Favario, suscribían la declaración Osvaldo Boglione, Aldo Bortolotti, Graciela Carnevale, Noemí Escandell, Rodolfo Elizalde, Emilio Ghilioni, Norberto Puzzolo, Juan Pablo Renzi, Rafael Sendra y Guillermo Tottis, entre otros.

"Cuando nos formamos como grupo -recuerda Carnevale-, de alguna manera era para enfrentarnos al establishment de la cultura en Rosario. Con estas obras experimentales, que no eran tradicionales, no teníamos cabida en las instituciones de Rosario. Entonces decidimos generar nuestro propio espacio. Al principio nos prestaron un local en Entre Ríos 730 y después alquilamos otro en la Galería Melipal (Córdoba 1365). Ahí curábamos nuestras muestras hacíamos los catálogos, la propaganda, nos autoabastecíamos con una pequeña cuota".

Hacia fines de 1967 el grupo obtuvo un subsidio del Instituto Di Tella para el Ciclo de Arte Experimental que organizaba en su local. Pero las circunstancias históricas que se vivían, sobre todo después del Mayo francés, ponían en cuestión problemas que antes parecían ajenos a la reflexión del artista. La edición del premio Georges Braque en 1968 lo puso de relieve. El concurso era convocado por la embajada de Francia y en sus bases se advertía que los organizadores podían hacer modificaciones en las obras presentadas. Un torpe recaudo contra las obras contestatarias, que provocó la reacción de un grupo de artistas en Rosario y en Buenos Aires.

La reacción se concretó en el manifiesto "Siempre es tiempo de no ser cómplices", en junio de 1968. Al mismo tiempo, el grupo de arte de vanguardia renunció al subsidio del Di Tella. Fue el 12 de julio de ese año. "Romero Brest venía a dar una conferencia sobre vanguardia en Amigos del Arte, que era de la gente que no quería saber nada con nuestras obras -cuenta Carnevale-. Entonces hicimos una operación comando, a la que llamamos «el asalto a la conferencia de Romero Brest». Mientras alguien se quedaba en la puerta, para apagar la luz, todo el grupo entró en el salón, nos pusimos frente a Romero y entonces Juan Pablo (Renzi) le dijo que íbamos a hablar nosotros".

Después de la lectura del manifiesto escrito por Renzi, el grupo, donde estaba Favario, se retiró "dando vivas al Che Guevara y diciendo que las obras que estaban en los museos eran paparruchadas: fue un acto fuerte, con el espíritu revolucionario propio de ese momento. Era empezar a usar métodos que pertenecían más a la política que al arte".

Cuatro días después, en Buenos Aires, hubo un acto de repudio al premio Braque, que terminó con la detención de diez artistas, entre ellos Favario. Sus defensores fueron los abogados de la CGT de los Argentinos, que nucleaba a los gremios que enfrentaban a la dictadura de Juan Carlos Onganía y a la burocracia sindical. Tras un encuentro en agosto, el grupo empezó a organizar la muestra Tucumán Arde.

La preparación comenzó con un viaje de Favario y Rubén Naranjo a Tucumán, para hacer contactos. La muestra se inauguró el 3 de noviembre en el local de la CGT de los Argentinos en Rosario y el 25 de noviembre se trasladó a Buenos Aires, aunque un día después fue clausurada después de una intimación policial.


Arte y política
Tucumán Arde fue el último acto en la historia del grupo de arte de vanguardia, disuelto por diferencias políticas. Y también el último trabajo de Favario como artista. Al año siguiente se incorporó al Partido Revolucionario de los Trabajadores y más tarde pasó al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Desde entonces dedicó su vida a la militancia política.

Aunque parezca paradójico, Favario dejó de hacer arte por la conciencia que desarrolló en su misma práctica artística. Y ese proceso se dio además en el marco de la vanguardia de la época. Como dice Carnevale, "además de entrar en una dinámica y en un apasionamiento en todo lo que estabas haciendo y sentir que tenías que comprometerte y participar en las movilizaciones, la práctica artística se convertía en una práctica política".

La elección de Favario, agrega, no supuso un caso excepcional. "En ese momento la mayoría dejó de trabajar en arte durante muchos años para dedicarse a la militancia política. Aquí hay un quiebre y una diferencia. Hasta ese momento habíamos sostenido que desde la práctica artística podíamos hacer práctica política, intentar modificar la realidad. Después de Tucumán Arde, y según cómo fueron dándose las circunstancias históricas, con el Rosariazo, el Cordobazo, el escenario de la calle y de la movilización social eran mucho más fuertes".

Aunque pasó a la clandestinidad, Favario no se perdió de vista para sus antiguos compañeros. Se dejaba la barba, usaba anteojos, pero era inconfundible. No obstante, sus últimos años son casi desconocidos. Según recuerda Carnevale, "cuando entra en la clandestinidad, los encuentros fueron más esporádicos. Además él dejó de estar en Rosario. Esa historia no se conoce en realidad y hay que empezar a bucear en ella. Incluso todavía hay gente que no se anima a hablar".

Eduardo Favario estuvo fuera de marco también por su inteligencia y su profundidad crítica. "Lo recuerdo como una persona que hablaba poco, lo necesario, y a la vez con mucha calidez -dice Graciela Carnevale-. Muy decidido, tomaba parte en las discusiones y tenía una postura más clara que muchos de nosotros".

Los documentos y las obras que se expondrán en el Museo de la Memoria suponen un gran paso en un rescate necesario. Y también vienen a decir que la memoria es una construcción colectiva. "Queremos que esta muestra sea algo activo -dice Carnevale- y a partir de ella invitar o producir actividades que lleven a que la gente que estuvo cerca de Eduardo, en la parte artística y en la parte militante, venga y pueda dar su propio testimonio".
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Con su obra. Favario pasó de la pintura a la instalación y la acción.

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