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 domingo, 05 de marzo de 2006  
Para beber: humor de mujer

Gabriela Gasparini

Leí hace unos días una nota en la que el señor Gelblung opinaba por qué las mujeres elegíamos siempre al hombre equivocado. Renglón a renglón mi sangre parecía calentarse más y más, al tiempo que me enteraba de que era porque a nosotras no nos gustaba arriesgarnos, que preferíamos ir a lo seguro antes de enfrentar un reto.

Mientras intentaba convencerme a mí misma de que debía pasar por alto mi primer impulso, y que enviar un mail con un insulto no era el método adecuado para responder a la estrechez de mente, comencé a pensar en todos los desafíos que vienen encarando las mujeres desde hace ya tiempo. Empezando por esas incansables Madres que supieron organizarse en el peor de los momentos para reclamar por sus hijos desaparecidos; siguiendo por aquellas que defendieron a capa y espada las tierras que les iban a ser rematadas como resultado de un sistema económico perverso, consiguiendo que sus familias no perdieran techo y trabajo; hasta todas las que, crisis mediante, salieron a la calle a ponerle el pecho a la miseria y se convirtieron en el principal sostén de sus hogares. ¿Cuáles son las batallas que no nos animamos a pelear?

Después volví mi mirada al vino, y recordé las veces que comenté el papel fundamental que la mujer tuvo tanto en el desarrollo de la industria vitivinícola como en la de los licores, y la cerveza, y en cómo se las arregló para llevar adelante viñedos y bodegas cuando enfermedades y guerras las convertían de pronto en cabeza de una empresa que desconocían, y revolucionaron no sólo la tecnología utilizada hasta el momento sino también los métodos de comercialización. Y en todo lo que actualmente aportan, enólogas, bodegueras, vendimiadoras, y cada una de las que con su trabajo diario contribuyen al desarrollo de los emprendimientos vinícolas.

Entonces me asaltó el relato de un periodista, Bob Woehler, quien contaba su experiencia en un seminario sobre vinos que había tenido lugar en Seattle, y su artículo era el reflejo de la alegre visión masculina que descubría cómo la capacidad de trabajo y el humor femeninos se manifestaban en la concreción de excelentes vinos.

El panel estaba integrado por bodegueras y por la escritora Leslie Sbrocco, periodista especialista en vinos y gastronomía, quien había publicado un libro salpicado de humor donde afirmaba que las mujeres vemos al vino como a los accesorios de nuestro vestuario. Y así describía a un Riesling como "un corpiño que no sólo sostiene bien sino que además es confortable". Comparaba a un Sauvignon Blanc con una blusa de seda; a un Merlot con un suave y envolvente sweater de lana oscura, y a un Syrah con una alocada cartera roja de cuero. Para agregar que un Cabernet Sauvignon es imprescindible como un buen traje chaqueta para ir a trabajar.

Puesta a explicar las diferencias que surgen entre un hombre y una mujer cuando se trata de elegir un vino, aseguró que los hombres se impresionan con los vinos si se enteran de que recibieron buenos puntajes por parte de la crítica, porque a ellos les interesan los que ganan el juego. Mientras que las mujeres, a la hora de seleccionar un vino, se concentran más en el momento en que se va a degustar, el estilo de vida, el tipo de acontecimiento y la comida que se debe acompañar.

Mientras tanto, las dueñas de una bodega del estado de Washington demostraron su humor en las etiquetas de algunos de los vinos que ofrecían, evidentemente levantando el guante de Sbrocco, al proponer desde la botella un Merlot suave, equilibrado, suculento, y con mucho estilo, como unos buenos pares de zapatos altos. O sugerir que para imaginar cómo va a ser un Syrah debemos pensar en un reconfortante y audaz tapado de visón. Mientras aseguraban que el Cabernet Sauvignon se asemejaba a esa pieza singular que resulta una maravillosa valija de cuero. Y recalcar que un Chardonnay-Riesling era lo que necesitaba para levantar su espíritu alguien que había trabajado en medias de nylon y tacos todo el día. Eso sumado a la descripción de aromas y sabores típicos de cada cepa.

Es bien sabido que el mercado presta cada vez más atención a las mujeres en todo lo relativo al vino, porque son las principales compradoras. Deberían intentar también aquí encararlo desde el humor que siempre reconforta. ¡Feliz día para todas!

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