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 martes, 07 de febrero de 2006  
No es penalmente responsable el pibe que desató un drama familiar en Funes
Tulio Adorna, absuelto por el doble crimen
Para la Justicia, el pibe que mató a su papá y a su hermano menor en octubre de 2003, tuvo un brote de “emoción violenta patológica transitoria”. Deberá seguir bajo tratamiento psiquiátrico. La fiscal apeló el fallo

Tulio Adorna, el joven que en octubre de 2003 mató a balazos a su padre y a uno de sus hermanos en una vivienda de Funes, fue absuelto por la Justicia al entender que los trágicos hechos fueron consecuencia de un acto de “emoción violenta patológica transitoria”. La resolución judicial también dispone que el muchacho continúe bajo tratamiento psiquiátrico ambulatorio en la clínica privada en la cual está internado desde poco después del doble crimen. La medida fue notificada ayer en el juzgado de Menores número 2, a cargo de Juan Leandro Artigas, y fue apelada inmediatamente por la fiscal, que renovó su pedido de prisión perpetua para el imputado.

  El fallo judicial se funda en una veintena de pericias psíquicas y psiquiátrica a las que fue sometido Tulio Adorna en los últimos dos años. En este tiempo, según la resolución, pudo comprobarse que el joven es víctima de una patología psíquica y orgánica (disminución del campo neuronal) que lo sumergió en un estado de fragilidad e imposibilidad de comprender la magnitud de los actos perpetrados la fatídica noche de octubre de 2003.

  En las evaluaciones hechas por el juez, según afirmaron voceros allegados a la causa, se comprobó que Adorna había consumido alcohol y estupefacientes en los días previos a los crímenes e incluso el mismo día de los hechos, lo que hizo “caldo de cultivo para que cometiera los asesinatos sin darse cuenta ni tener conciencia de lo que hacía”.

  A partir de ese análisis, el juez de la causa entiende que Tulio fue “inimputable al momento del hecho” y decidió absolverlo. De esta manera lo declara penalmente no responsable de los crímenes teniendo en cuenta que en octubre de 2003 el imputado tenía 17 años, es decir que era punible o pasible de ser penado.

  Sin embargo, la fiscal del caso, Alicia Donni de Donatti, apeló el fallo y renovó su pedido de prisión perpetua para Tulio al sostener que actuó conscientemente al accionar el arma con la que mató a su papá y a su hermano menor. Ante ello pidió que se lo condene por doble homicidio calificado por el vínculo familiar, lesiones graves agravadas por el mismo vínculo y tenencia de arma de fuego.

  La fiscal, como ya lo había hecho en su alegato, sostiene que las pericias y los testimonios recogidos en la causa acreditan que Tulio sabía que usaba un arma cargada y que no vaciló en hacerlo. Además, la funcionaria manifestó que el joven estaba ubicado en tiempo y espacio incluso durante el transcurso de su detención, que respondió a los interrogatorios siempre en forma coherente y que no tuvo perturbaciones sensoperceptivas o de memoria a lo largo del proceso. Asimismo, sostuvo que no se detectaron trastornos de ánimo ni de voluntad, ni signos clínicos de consumo o abstinencia de alcohol o drogas en el marco del proceso.

  Sin embargo, el fallo judicial parece coincidir con los planteos hechos oportunamente por la defensa. “La conclusión médica es que el chico tiene una patología mental grave que algunos médicos definen como fronteriza” y que “sufrió un problema neurológico que deshinibió sus límites”. También el planteo defensivo se sustentó en una tomografía computada que convalidó, según un perito de parte, que una sustancia segregada en exceso por un proceso químico cerebral predispone a Tulio a los actos violentos.

  El sábado 4 de octubre de 2003 Tulio Adorna entró al living de la casa familiar de calle San José 2432 de la localidad de Funes. Llevaba en su mano un revólver con silenciador. Inmediatamente disparó contra su padre, Alberto Adorna, de 50 años, y su hermano menor, Germán, de 16, quienes murieron en el acto. Tras ello alcanzó a balear a su madre, Alicia Travagliante, y a su abuela, Catalina Dártoli. Cuando el cargador del arma se desprendió accidentalmente, su hermana pudo desarmarlo y poner fin a una noche de locura. Tulio se escapó de la casa y fue encontrado horas después por la policía en una casa abandonada cercana a la suya.

  Los primeros meses estuvo detenido en dependencias policiales hasta que en diciembre de 2003 la Justicia dispuso su internación en una clínica privada para ser sometido a un prolongado tratamiento por su adicción a las drogas. Allí estuvo casi ininterrumpidamente hasta mediados de 2005 cuando, por recomendación de los profesionales que lo atienden, el pibe que ahora tiene 19 años empezó a gozar de salidas y retornó a su casa familiar, aunque ya no en Funes sino en Rosario.

  En diciembre pasado, el mismo juez Artigas dispuso que Tulio pase cinco días por semana en su casa y los otros dos en la clínica privada donde seguirá bajo tratamiento, según lo ratificó la resolución judicial conocida ayer.

  El defensor de Adorna, Jorge Bedouret, dijo ayer a La Capital que “Tulio ha evolucionado mucho a partir del tratamiento psiquiátrico al que ha sido sometido” y que “ya ha superado sus adicciones”. Realmente conforme con el fallo, el abogado sostuvo que para llegar a esta instancia fue muy importante “la contención afectiva que el pibe tuvo por parte de sus amigos y de sus hermanos, que lo visitaron siempre en la clínica donde está llevando adelante su tratamiento y lo reciben muy bien en la casa familiar”. Además, agregó, “tiene una vida de relaciones bastante normal para un pibe de su edad”.

  Bedouret confió que “Tulio está estable, aunque parece no haberse dado cuenta de lo que significa la absolución que le dictó la Justicia” y remarcó que lo ocurrido aquella trágica noche de octubre de 2003 “sigue sin recordarlo en profundidad. Sólo tiene flashes”.
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Tulio Adorna tuvo unn brote de emoción violenta.


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