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 domingo, 29 de enero de 2006  
Río Negro: en la puerta de la Patagonia

El río Negro, con sus aguas limpias pero oscuras que le dan el nombre, los parques arbolados en la costanera, balnearios y sus islas, es una propuesta especial en el ingreso norte a la Patagonia por la ruta nacional 3.

Cuando se llega a la comarca que forman las ciudades de Carmen de Patagones -en el extremo sur bonaerense- y Viedma, sobre las riberas norte y sur del río respectivamente, aparece un paisaje fluvial de gran colorido, en una imagen de postal que de inmediato invita a tomar la cámara fotográfica o la filmadora.

En la cabecera del puente Villarino -o nuevo-, sobre la ruta nacional 3, hay un playón donde se puede estacionar y disfrutar de una magnífica vista panorámica a una decena de metros sobre el río.

Las dos ciudades hermanas, cercanas a su 227 aniversario, parecen una unidad urbana que algunos viajeros mundanos comparan con Budapest, capital de Hungría, conformada por las antiguas Buda y Pest sobre las márgenes del Danubio, la primera unos 20 metros más alta, como ocurre con Patagones y Viedma, respectivamente.

Si se ingresa a la capital rionegrina por la ruta vieja se accede de inmediato a la avenida Costanera y sus jardines, con senderos para peatones y ciclistas y luego la zona de balnearios.

Hay dos paradores que ofrecen servicios gastronómicos y atención en la playa y también sobre la costa funciona la oficina de informes turísticos de la municipalidad de Viedma.

En los balnearios municipales, todos señalizados como zonas habilitadas, hay servicio de guardavidas y enfermería, aunque el río es seguro y se puede ingresar en sus aguas aun sin saber nadar y sólo es necesario respetar las indicaciones.

Por la ribera de Patagones el paseo lleva hasta el club náutico Piedra Buena, con sector de fogones y camping entre añosos sauces y álamos, donde se pueden alquilar canoas a remo.

La navegación por el río es un atractivo irresistible y hay dos alternativas, de las cuales la de mínima es cruzarlo en el servicio regular de lanchas para pasajeros, que en forma permanente realiza el breve itinerario de tres minutos entre los muelles de ambas ciudades, al precio de 75 centavos.

La posibilidad de máxima es el catamarán, con excursiones de una hora y media, que parten del embarcadero de Patagones de jueves a domingo a las 16,45, con una tarifa para mayores de diez pesos y la mitad para chicos de hasta 12 años.

En este caso el viaje río arriba lleva hasta una zona que los lugareños llaman "delta patagónico", donde el barco se desliza por un brazo del río entre numerosas islas, separadas por canales y arroyos, en las que se cultivan frutales y hortalizas.

Toda la costa del río Negro, a la altura de Viedma y Patagones, cuenta con un circuito para caminatas de seis kilómetros de extensión, que se puede recorrer serenamente en dos horas e incluye el paso por los dos puentes.

La costa de Carmen de Patagones muestra un tramo de su casco histórico, con construcciones de fines del siglo XIX, y el Museo Histórico Regional, frente al muelle, que se puede visitar de 14 a 18.

El puente ferrocarretero, inaugurado en diciembre de 1931 con una estructura metálica levadiza, es una atracción especial por sus características y el hecho de ser el único en su tipo en todo el mundo, ya que uno "gemelo" construido por la misma empresa en Alemania fue destruido en la Segunda Guerra Mundial.

El poniente del sol, en los infinitos atardeceres patagónicos, se puede apreciar en toda su dimensión desde el Cerro de la Caballada, el mejor punto panorámico de la costa del río Negro en el portal norte de la Patagonia.

En esta elevación, situada muy cerca del puente viejo, un monolito recuerda el triunfo de las improvisadas tropas maragatas sobre las fuerzas invasoras del entonces imperio de Brasil, en 1827, en una batalla que definió la guerra.
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El caso histórico de Carmen de Patagones deja ver Viedma, detrás del río Negro.


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