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 domingo, 29 de enero de 2006  
Editorial
Salta: postergación y drama

La situación de absoluto aislamiento que padecieron hasta ayer más de 150 mil habitantes de un departamento de la provincia norteña como consecuencia del desplome de un puente sobre la ruta 34 fue soslayada por los poderes de turno y tampoco recibió la suficiente atención por parte de la prensa. El país no debe seguir admitiendo que la marginalidad castigue a vastos sectores del interior.

Si la Argentina pretende, tal cual lo reclama su población y lo declama su presidente, recuperar la grandeza perdida, no puede darse el lujo de admitir que vastos espacios de su territorio -sobre todo en el interior- se conviertan en sinónimos precisos de la postergación, la marginalidad y el olvido. La gravedad de los acontecimientos que se vivieron en el norte de la provincia de Salta, donde más de ciento cincuenta mil personas estuvieron aisladas durante un mes tras el derrumbe de un puente carretero, debió haber sido objeto de mayor atención, tanto por parte del gobierno de la Nación como de los propios medios de prensa.

El derrumbe de un puente sobre el río Seco en la ruta nacional 34 precipitó lo que muchos calificaron de desastre en el departamento San Martín de la provincia norteña. El distrito mencionado, limítrofe con Bolivia, estuvo físicamente incomunicado y las consecuencias fueron crueles para la gente, ya que se produjo desabastecimiento en rubros tan cruciales como alimentos, medicamentos y combustible. La situación recién se solucionó de manera parcial ayer, cuando un badén sobre el río permitió el paso de vehículos (ver página 20).

Un diputado nacional por el Partido Renovador de Salta fue el portavoz del drama que vivieron los habitantes de la región, bajo la mirada indiferente de los poderes de turno, que mantuvieron conflictos por completo ajenos al interés y el bienestar del pueblo. El legislador Andrés Zottos describió con contundencia la penosa situación: "Acá en los últimos veinte años no se hizo ningún mantenimiento ni tampoco llegaron inversiones en lo que hace a comunicaciones; es la única ruta, no tenemos aeropuerto y tampoco ferrocarril", narró.

El panorama descripto es oscuro, pero tiene como contrapartida razones claras: el más absoluto abandono por parte del Estado -en sus versiones provincial y nacional- de un territorio que virtualmente parece no existir. La extinción del ferrocarril como consecuencia de la fatal decisión tomada durante la década del noventa resulta particularmente funesta: es que el tren fue el medio de comunicación que permitió fundar, en gran medida, la Argentina, y su desaparición trajo aparejada la extinción de muchos pueblos y el olvido más absoluto para muchas regiones.

La promesa es que un puente del tipo Bailey quedará habilitado a partir del próximo 6 de febrero. Mientras tanto, el obispo de Orán, monseñor Jorge Lugones, no sólo denunció que el gobierno salteño pretende "tapar" la situación y que "ningún medio de prensa provincial publica lo que ocurre", sino que reveló la existencia de numerosos casos de meningitis.

Es necesario actuar rápido y bien. Basta de unitarismo; basta de indiferencia; basta de ineficacia.
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