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 domingo, 29 de enero de 2006  
Ellas preguntan

Graciela, mis hijos me critican, para ellos todas las otras madres son mejores que yo. Me esmeré mucho para criarlos y quisiera que se percataran.

Alicia

Por lo general al comienzo de la vida los progenitores son los únicos representantes de la autoridad. Los niños tienen una meta: llegar a parecerse al padre del mismo sexo. Cuántas veces se los habrá escuchado decir que quieren "ser grandes" como su mamá o su papá. Esto también se puede apreciar si se presta atención a sus juegos. Pero cuando van adquiriendo mayor inteligencia se dan cuenta que los padres no son tan "extraordinarios".

Este sentimiento se afianza cuando reciben algún castigo necesario para su educación, o ante el nacimiento de un hermanito que los saca del lugar privilegiado de recibir todos los cuidados y mimos con exclusividad. Cuando conocen a otros papás surgen inevitablemente comparaciones, y la mayoría de las veces se transforman en quejas: "Los otros son mejores", así es como aparece la crítica. Los padres, ahora menospreciados, son tema de las fantasías infantiles donde los niños ensayan sustituirlos por otros, más buenos, más inteligentes o de una posición social más elevada. A medida que el ser humano crece se torna necesario que se vaya desprendiendo de las figuras de sus padres. Dice Sigmund Freud: "El progreso de la sociedad descansa en esa oposición entre dos generaciones".

Graciela Lemberger

Psicoanalista

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