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 domingo, 29 de enero de 2006  
Salud ginecológica: la "locura femenina" tiene solución

Florencia O'Keeffe / La Capital

Irritabilidad, nerviosismo, angustia, retención de líquidos, ganas de comer "cosas ricas". Se estima que cuatro de cada diez mujeres sienten cambios en el estado de ánimo y en su organismo unos días antes de menstruar, sin embargo dentro de ese grupo, hay un porcentaje que sufre un agravamiento de esos síntomas y la pasan realmente muy mal: son las que padecen del sindrome disfórico premenstrual (SDPM), considerado como una condición severa y crónica que requiere atención médica y tratamiento. Para verificar el impacto de este problema en la salud femenina, cuantificarlo y comprobar si es posible abordarlo con medicación específica, se lanza en febrero un estudio mundial que abarcará a 80 ciudades en el mundo, entre ellas Rosario. La selección de pacientes está abierta y aquellas mujeres que se sientan identificadas con el problema pueden participar.

¿Qué características tiene el SDPM? ¿Cómo puede una mujer estar segura de que lo padece? Gustavo Botti, ginecólogo y uno de los médicos que encabeza este protocolo de investigación en la ciudad, señala que "es un trastorno que adquiere una gravedad tal como para alterar la calidad de vida de la mujer. Son síntomas que aparecen una semana antes de menstruar y desaparecen con la menstruación. Se trata de mujeres completamente normales que unos días antes se alteran muchísimo".

El estudio, que durará 8 meses e incluirá como mínimo a 16 rosarinas, será llevado adelante por Botti, la ginecóloga Constanza Nazario y las psicólogas Miriam Girolami y Liliana Pernetti. Los especialistas advierten que hay signos claros que aparecen justamente antes de menstruar y que permiten advertir si lo que la mujer sufre es este sindrome. En ese sentido enumeran: sentirse triste, desesperanzada y con falta de autoestima; notarse irritable, con momentos de ira y un aumento de los conflictos interpersonales; detectar síntomas físicos como hinchazón de senos, sensaciones de embotamiento o cambios en el apetito como puede ser la necesidad de comer en forma exagerada cosas dulces (ver aparte).

Las más proclives a padecer este problema son las mujeres que tienen alrededor de los 30 años. "La media se da entre los 24 y los 40", especifica Nazario y agrega que "lamentablemente advertimos que muchas no consultan porque lo viven como algo natural, normal, como una situación que tienen que soportar porque es así, porque es parte del universo femenino, y no es cierto", enfatiza.

"La verdad es que en el consultorio nos encontramos con mujeres de más de 40 años que hace décadas que lo sufren y se controlan tomando ansiolíticos o quedándose en la cama. Justamente queremos que se hable de esto y se difunda para que puedan reconocer las señales de alerta y sepan que se puede hacer algo para estar mejor", puntualiza Botti.

La psicóloga, por su parte, ahonda en este aspecto "cultural" del problema y advierte que el hecho de que la mujer "se altere" unos días antes de tener su período es algo que se toma como habitual, cuando no debería ser así. Aclara que en el caso del sindrome disfórico, la profundización de los síntomas es tan alta que las consecuencias en la vida cotidiana son importantes: "Hay que estar alertadas porque este sindrome puede ser la puerta de entrada a una depresión mayor o una sintomatología más profunda; se da en un porcentaje pequeño pero es cierto que esto está vinculado a la depresión".

Botti y Nazario relatan que el protocolo de investigación que incluirá a Rosario intentará probar la efectividad de una medicación específica que ya ha sido previamente testeada y que carece de efectos secundarios. Se trata de una investigación "muy seria y profunda" a nivel mundial y está abierta para que las mujeres que lo deseen participen de la misma sin nungún costo. "La sospecha es que este sindrome tiene una base hormonal y por eso esta droga actúa en ese aspecto", manifiesta el médico.

En los meses en que durará el procedimiento, las mujeres seleccionadas deberán concurrir a consulta una vez por mes y recibirán la medicación correspondiente. Se les darán además una serie de pautas alimenticias y apoyo psicológico para que puedan controlar la situación. "Dentro del tratamiento recomendado para estos casos se incluyen las opciones farmacológicas pero también la orientación psicológica y la educación, lo que se llama terapia cognitiva o de comportamiento", explica Girolami.

A través de la terapia correspondiente se pueden enseñar a la paciente métodos para menejarse en los días críticos con el objetivo de que no pierdan el control y puedan vivirlo con normalidad. "Para eso es imprescindible el asesoramiento profesional que permita identificar claramente los síntomas. Si sé que me pasa entonces puedo mejorar", ejemplifica la especialista.

Nazario agrega que "saber que esto es un problema que tiene explicación y también solución lleva tranquilidad a la mujer y a su entorno familiar y de pareja ya que el sindrome disfórico altera la calidad de vida, la calidad de los encuentros sexuales, las relaciones con los hijos y hasta con el espejo ya que las mujeres que se la pasan picoteando y comiendo se hinchan o suben de peso y eso les trae conflictos con su imagen corporal".
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