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 domingo, 22 de enero de 2006  
Comunicación: el arte de escuchar

El éxito de la comunicación no está basado únicamente en la claridad del mensaje sino también en la capacidad de escucha del destinatario. Durante siglos se dio especial relevancia al desarrollo del lenguaje y lo importante parecía ser hablar claramente, mientras que escuchar resultaba una actitud pasiva. Sin embargo, quien habla lo hace para ser escuchado.

Cristina Cáceres explicó a Mujer la importancia de aprender a escuchar no sólo para comunicarse, sino también para adquirir el arte de la mediación, una herramienta cada vez más utilizada en distintas disciplinas.

Escuchar es un fenómeno totalmente diferente de oír. Aunque su raíz biológica descansa en el acto auditivo, se trata de un aspecto del lenguaje que se constituye en la interacción social. Lo que diferencia el escuchar del oír es que lo primero genera un mundo interpretativo, de allí su característica activa. En este sentido, Cáceres aseguró que "el respeto mutuo es esencial para poder escuchar".

El doctor Humberto Maturana, estudioso de la biología del fenómeno social, sostiene que "la aceptación del otro como un legítimo otro" es un requisito esencial del lenguaje. Si no se acepta al otro como un legítimo, el escuchar estará siempre limitado y cierra la posibilidad de comunicación entre los seres humanos.

Pero esto tiene aun raíces más profundas en la ética. El respeto mutuo, la aceptación del otro como alguien diferente de uno mismo, con una capacidad autónoma de decidir son las bases que fomentan la escucha adecuada.

A la hora de poner en práctica estas reflexiones, Cáceres explicó que "cada vez que ignoramos o rechazamos los argumentos de otra persona restringimos nuestra capacidad de conexión, al tiempo que producimos la ilusión de escuchar mientras solamente estamos considerando nuestros propios razonamientos. Al proceder de este modo nos cerramos a las posibilidades que los demás están generando con su aporte de visiones diferentes", dijo la especialista.

También se resiente la escucha cuando presumimos que nuestra manera de ver una situación es la mejor, y cada vez que nos olvidamos que somos simplemente observadores parciales dentro de un haz de infinitas posibilidades de observación. Al respecto Cáceres indicó que "nuestra perspectiva es acotada y escuchar enriquece".

Realmente no sabemos cómo son las cosas, solamente sabemos cómo nosotros podemos verlas, y escuchando a otros sumamos opciones a nuestra propia perspectiva acotada e incompleta. De esta forma abrimos nuevas alternativas para el conocimiento y la acción.

Siempre la comunicación y la interpretación estarán influenciadas por el contexto, los espacios, la historia personal de cada uno, costumbres, sector social de pertenencia, educación, edad, género, etcétera. De allí la necesidad de un ejercicio de flexibilización casi habitual.

Dentro de la posibilidad de escuchar, las personas de la tercera edad tiene mayor disponibilidad y capacidad. Por eso muchas veces, a pesar de las diferencias generacionales, los adolescentes se sienten más cómodos para hablar con sus abuelos que con sus padres. "Saben que tienen tiempo y esto da una mayor apertura", señaló Cáceres.
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