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 sábado, 21 de enero de 2006  
Jardinería: manejo del riego

Textos:

Luis Fuster (ingeniero agrónomo)

Gabriela Rinesi (diseño de espacios verdes)

Marcelo Serra (ingeniero paisajista)

El agua de buena calidad es en el mundo, un recurso caro y escaso. En EEUU, ya se han creado variedades de céspedes que toleran aguas con niveles de sales semejantes al agua de mar, a los efectos de poder utilizar esta fuente y reducir el consumo de líquido de mejor calidad. Existen tecnologías para corregir en cierto grado la composición del agua, pero requieren de altas inversiones y generan complicaciones posteriores que hacen impensable la posibilidad de aplicarlas en lotes residenciales. Más bien, la sugerencia es programar las plantaciones y el manejo en función del agua que tenemos.

Todo buen planteo de espacios verdes que contemple jardinería e incorporación de céspedes, involucra la provisión estratégica de agua. Si bien nos encontramos en una zona benigna en cuanto a precipitaciones, éstas nunca son suficientes u oportunas a la hora de pensar en los requerimientos óptimos para plantas y carpetas verdes. Períodos prolongados de temperaturas extremas en verano pueden ocasionar daños importantes en las plantas y en los céspedes, predisponiéndolos a ataques de insectos y hongos.

La técnica de fertilización requiere de la presencia de agua en momentos clave para lograr resultados, así como ciertos fitosanitarios necesitan ser incorporados por agregado de agua en cobertura para actuar eficazmente. Entonces, la elección del sistema de riego y el manejo del agua se hacen primordiales cuando pensamos en tener un buen jardín y hacer una utilización racional de este recurso vital. Tengamos claro estos aspectos:

  • Contamos con una cantidad y calidad de agua determinada.

  • Contamos con una cantidad y calidad de agua determinada.

  • Nuestro diseño paisajístico y la carpeta verde elegida tienen que estar en relación al punto anterior.

  • La elección del tipo de sistema de riego es muy importante.

  • El manejo del agua es tan importante como el sistema que elegimos. Regar no es agregar agua a ojo, sino proporcionarla en función de la demanda que tienen las especies y el césped, por sus características particulares y la intervención del clima.

  • Con el clima de nuestra zona, hablamos de riegos complementarios, es decir, agregamos el agua que el clima no nos da. Esto implica un uso inteligente del recurso, lo suministramos solamente si hace falta.


    Costo-beneficio
    Existe confusión en cuanto a la información sobre sistemas de riego, más aún cuando se analiza la relación costo-beneficio, es decir, qué se obtiene por lo que pagamos. Con la intención de colaborar en la toma de decisiones, mencionaremos algunos elementos para el análisis.

  • Relación riego-paisajismo: el diseño es el primer punto. En función de la ubicación y requerimientos de las plantas y el césped se diseña la irrigación. No se comprende la instalación de un equipo de riego sin el conocimiento de la estructura del jardín, su diseño, esto es ubicación de especies, canteros y otras formaciones, así como los requerimientos de agua de los diferentes estratos vegetales.

  • Los sistemas no planificados generan un mojado inadecuado del follaje de las plantas que las deteriora y disminuye su velocidad de crecimiento. Los aspersores de amplio radio de acción mal ubicados, pueden producir fuertes y reiterados impactos en hojas, ramas finas y troncos de árboles y arbustos dañándolos progresivamente. Hay que tener claro que es necesario separar riego de plantas del riego del césped, hablamos de dos requerimientos totalmente diferentes. Debe quedar claro que la aspersión producida en forma de "lluvia" de una instalación de riego, no satisface la demanda de árboles y arbustos. Los requerimientos de éstos deben suministrarse con riego localizado por goteo o manual. Diferente es el caso del césped donde allí sí una aspersión de buena calidad satisface la demanda de la carpeta verde.

  • El agua disponible en la perforación debe ser analizada químicamente para determinar su calidad, fundamentalmente comprobar cantidad y tipo de sales. La existencia de estas sustancias más allá de los valores de tolerancia, producen en plantas y césped efectos perjudiciales y acumulativos que se manifiestan a mediano-largo plazo. No podemos cambiar la fuente, sí utilizar plantas y variedades de césped adaptadas al agua que tenemos.

  • Instalador: la experiencia y capacitación que tienen los profesionales especializados en este rubro, difícilmente sean superadas por improvisaciones. Cuidado con los sistemas económicos. El sistema de riego es subterráneo, no se ve. Comparar diseño de riego en relación a diseño paisajístico, tipo, cantidad y calidad de materiales, garantía y atención post-venta.

  • Ganar un nuevo amigo: hay que amigarse con el sistema, dedicar un mínimo tiempo a aprender a programarlo, como uno lo hace con un celular nuevo, de esta manera se podrán satisfacer las necesidades de plantas y césped que cambian según la época y las variaciones del clima.


    Sistema automatizado
    Los sistemas de riego por aspersión están compuestos por una bomba de extracción de agua, cañerías de conducción, válvulas solenoides, aspersores y timer o computadora de comando que constituye el cerebro que permite regar a voluntad y por sector en forma automática. De no existir controlador o timer, tenemos los de regulación manual que es bastante tediosa.

    Las demandas de agua de un buen césped, compuesto por variedades o híbridos de calidad y fertilizados sistemáticamente en la temporada cálida, son realmente altas. Contar con sistemas de riego implica considerar algún cambio en el manejo del espacio verde: corte, fertilización, control de malezas y enfermedades.

    Para el caso de vivaces de estación, también en temporada cálida, los requerimientos son diarios.

    Para los arbustos el tema se complica debido a que presentan diferencias sustanciales en sus necesidades, por nombrar algún caso, los Cotoneaster, Viburnum y Abelias, son afectados por los excesos. En estaciones muy lluviosas suelen producirse pérdidas significativas más aún si el riego no se restringe.

    Los árboles tienen también requerimientos diferenciales según la especie, tamaño y el lugar donde están instalados. En el caso de un jardín completo en cuanto a sus estratos vegetales, árboles, arbustos, herbáceas y flores, lo ideal sería programar distintas estaciones en el sistema de riego de manera de que permita regar separadamente: césped por un lado, flores por otro, herbáceas, arbustos y árboles localizadamente. Esto es posible y deberá estudiarse cada caso en particular.

    Para la confección de un proyecto y su posterior ejecución se debe tener en cuenta lo siguiente:

  • Seleccionar correctamente el tipo de emisores, rotores, toberas y borboteadores.

  • Considerar la ubicación exacta de éstos en el área a regar. Asumir que la misma puede modificarse una vez transcurrido el tiempo, dado que las plantas han crecido, ganan espacio y obstaculizan la llegada de agua a ciertos lugares. Hay que correr de lugar aquellos aspersores que ya no cubren el área programada.

  • Elegir el diámetro de la tuberías subterráneas adecuado al caudal y presión.

  • Calcular las pérdidas de carga de los distintos tramos de cañería.

  • Realizar el cálculo hidráulico que optimice la relación costo-beneficio.

  • Establecer la ubicación exacta de las especies arbóreas, arbustivas, canteros y macizos florales, para dimensionar en función de ello y poder prever modificaciones posteriores que siempre suceden.

  • Confirmar si se sembrará o colocará pan de césped para definir el nivel de los emisores.

  • Informarse sobre la dirección predominante de los vientos y neutralizar en lo posible la deriva.

  • Analizar las características del agua y su efecto en la cobertura vegetal.

  • Minimizar el daño mecánico del agua sobre el follaje de los árboles.

  • Plantear los sectores de riego de acuerdo a los niveles de insolación y sombras.

  • Cuantificar los niveles de infiltración y escorrentía del suelo.

  • Considerar los requerimientos pluviométricos y lámina de reposición del área.

  • Considerar la ubicación del estacionamiento de los vehículos, el tendido de la ropa para su secado, el canil, etcétera.

  • Reducir al mínimo el salpicado o mojado de vidrios, ventanas, columnas y luminarias. Esto requiere supervisar posteriormente y volver a regular los ángulos de riego de cada aspersor. Tener en cuenta que los sistemas de riego requieren mantenimiento y recalibración de tanto en tanto.


    Otros rubros para analizar
  • Costo de adquisición: el más analizado al momento de la elección, pero que a veces trae oculto un subdimensionamiento de los distintos componentes del sistema y el ahorro inicial aparente se refleja en altos costos posteriores por funcionamiento defectuoso a corto-mediano plazo.

  • Costo de mantenimiento: cuando los elementos utilizados son de baja calidad, y/o el diseño no es correcto, a los pocos meses de la puesta en marcha, aparecen las cuotas de reparación no previstas.

  • Costo de funcionamiento: el más importante y menos contemplado al momento de elegir. En este punto no sólo está incluida la reposición de plantas afectadas por el riego sino también la variable energía eléctrica, que puede generar altos consumos cuando se debe suplir, con largos períodos de funcionamiento, los errores de diseño. El desempeño del equipo es lo que realmente se disfruta o se padece, según cómo esté hecho.

  • Insumos y mano de obra: la marca y calidad asociada de los distintos materiales y componentes utilizados para el ensamble de un sistema de riego es primordial, siendo esto la base para que una empresa seria de riego pueda extender la garantía de los fabricantes. Como cualquier sistema compuesto por elementos en dinámica interrelación se cumple la regla: a más calidad más confiabilidad y viceversa. No olvidar que estas instalaciones deben ser ejecutadas por personal altamente entrenado y con suficiente experiencia.



    Para mayor información consultar en www.fusteryasociados.com.ar
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