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 domingo, 04 de diciembre de 2005  
Nota de tapa-La dimensión humana
"Estamos ante una catástrofe civilizatoria"
El filósofo José Pablo Feinmann cree que la Declaración de Derechos Humanos(1948) quedó pisoteada. Analiza las migraciones en el mundo y advierte sobre la pobreza estructural.

Rodolfo Montes / La Capital

José Pablo Feinmann entra al restobar de la esquina de su casa y ocupa el territorio como si fuera propio. Disfruta del aire acondicionado y pide sentarse en una mesa silenciosa, para dar la entrevista sin interferencias. Para Feinmann pensar y hablar de derechos humanos, política y filosofía es parte de sus pasiones entrañables. El encuentro con Señales será, al cabo, un recreo. "Estoy con tanto trabajo..." dice, con una mueca de queja, lo que en verdad vive como una bendición. "Amo lo que hago y no podría dejar de producir", reconoce. Al rememorar y analizar el 57º aniversario de la Declaración Universal por los Derechos Humanos de Naciones Unidas (10 de diciembre de 1948), Feinmann fue terminante: "Quedó pisoteada por los hechos". Derechos humanos implican "el rescate social y económico del excluido, un modo de respetar su dimensión humana. En el mundo mueren 11 millones de niños por año por causas de pobreza, ¿de qué derechos humanos estamos hablando? Estamos en una catástrofe civilizatoria", advierte, sin dudar.

Según el filósofo, autor de más de 20 libros, (su última novela, "La sombra de Heidegger") la Declaración por los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948 quedó incumplida porque "sucedió lo de Guatemala (1954), con el derrocamiento de Jacobo Arbenz; a lo que se suma la invasión a la bahía de los Cochinos, en Cuba; y la guerra de Vietnam, entre otras violaciones de los derechos, que a Estados Unidos, claramente, no le importaron demasiado".

Derechos humanos "son educación, alimentación y vivienda", aunque la gente no los nomine de ese modo, señala Feinmann, y agrega: "Es lo que dio el primer peronismo, por eso nadie se olvida de esa experiencia".

-Los derechos humanos como concepto es también una expresión que dice mucho en la Argentina, sin embargo quedó circunscripta a determinados episodios, ¿por qué?

-La idea de los derechos humanos en la Argentina surgió durante la dictadura. Como un pedido de ayuda casi desesperado, una búsqueda de protección para detener una matanza. El presidente norteamericano de entonces, (Jimmy) Carter, jugó un rol favorable y atendió los reclamos argentinos. Luego, la comisión de la OEA que vino a la Argentina en 1979, fue mal recibida. Recuerdo la movilización fogoneada por el periodista José Gómez Fuentes y el relator José María Muñoz que impulsó la consigna "los argentinos somos derechos y humanos", acuñada por el militar represor Guillermo Suárez Maison como respuesta a la delegación de la OEA. Luego, con Adolfo Pérez Esquivel, designado premio Nobel de la Paz, y la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, se inicia el movimiento de los derechos humanos. Es un movimiento inscripto en la izquierda política, una alternativa metodológica para salvar vidas.

-¿Hoy es una expresión que pasó a manos de toda la sociedad?

-No lo creo, mi percepción es que aún hoy, para la mayoría de la sociedad la cuestión de los derechos humanos sigue siendo una causa de la izquierda, incluso de la izquierda subversiva, según la denominan determinados sectores. Por eso las acciones de la justicia -especialmente impulsadas por Néstor Kirchner- que buscan reparar los daños de la represión y recuperan la memoria de algún modo hieren e indignan a muchos argentinos que siguen creyendo que los muertos de los setenta estuvieron bien muertos.

-¿Se anima a decir que así piensa la mayoría de los argentinos?

-Son muchos más de los que vos y yo creemos (risas). Vengo de ver una pintada, en una pared del centro de Buenos Aires que dice "(Hebe de) Bonafini madre de asesinos". Si bien ese pensamiento está un poco contenido por el contexto político, sigue vigente. Por ejemplo, la movilización que armó (Juan Carlos) Blumberg congregó a gente que piensa que sus hijos son inocentes víctimas de la delincuencia y, en cambio, los jóvenes muertos a manos de la represión militar fueron culpables.

-¿El punto de vista ideológico es irreductible?

-Para la derecha política argentina los derechos humanos nunca fueron un valor, porque entienden que fue una herramienta para salvar a militantes de izquierda, aunque la represión fue mucho más allá de los militantes de izquierda. O en todo caso, derechos humanos en la derecha significa represión a los delincuentes y castigo carcelario, un punto de vista muy distinto al de la izquierda.

-¿Cómo ve hoy la relación democracia y derechos humanos?

-La democracia sí creo que se instaló en la mayoría, aún en la cabeza del peor taxista de Buenos Aires. A la gente le empezó a gustar vivir en democracia, más que por represión ilegal, por la guerra de Malvinas, algo loco e irresponsable donde involucraron a soldados que no tenían nada que ver con la cosa.

-¿Cómo ve la idea de ciudadanía, en ascenso, y ligada a democracia y derechos humanos?

-En el mundo hay un aparente triunfo de las ideas favorables a los derechos humanos. Sin embargo, qué vamos a hablar del triunfo de los derechos humanos con Irak, con los Estados Unidos violando esos derechos y sobre su propia población, que acepta la tortura, la vigilancia de los ciudadanos, el control.

-La declaración de Naciones Unidas del 48 quedó deshilachada por los hechos.

-La declaración aquélla fue apenas un papel y no se verificó. La política está retrocediendo muchísimo, la situación histórica habla de una multipolaridad negativa, donde todos representan cosas negativas. Ni la ex Unión Soviética, ni Corea del Norte, ni Pakistán, ni por supuesto el terrorismo islámico, incluso tengo mis dudas sobre (Hugo) Chávez. El imperio (Estados Unidos) en manos de Bush representa la negación de los derechos humanos.

-Otra carencia se ve con la inmigración masiva, del mundo pobre al rico. ¿Cómo ve ese fenómeno?

-Son los "inmigrantes indeseados", como los denomina Samuel Huntington en "El Choque de Civilizaciones". Como sucede en Francia, el capitalismo no puede asimilar a los marginados que va generando. En cuanto a México y Estados Unidos, hay versiones que están indicando que construirían un muro gigantesco en la frontera. Si fuera que se va construir ese muro, después del muro de Berlín, estamos simbólicamente ante una nueva tragedia de la humanidad. Sería replicar la lógica de clases ricas amuralladas dentro de las ciudades, ahora llevado a escala de los países ricos y pobres.

-En la actualidad política de Argentina, ¿hay una fuerte política pro derechos humanos?

-El gobierno de Néstor Kirchner tiene una deuda con los derechos humanos. Si bien hizo lo de la Esma y derogó las leyes de la impunidad -entre muchas otras cuestiones-, le falta resolver la pobreza, la vivienda y la educación, que son derechos humanos fundamentales.

-¿Falta voluntad política, o bien no le da a Kirchner la relación de fuerzas para hacer más de lo que se hace?

-Faltaría una mejor correlación de fuerzas, aunque Kirchner es irremplazable. La derecha no tiene quién le aglutine sus fuerzas. Ni Macri, ni López Murphy, ni la Iglesia, ni Carrió; no tienen un líder político. Por eso tratan de instrumentar a Bergoglio, a Blumberg, pero no encuentran la figura.

-Hay debilidad política de la derecha, pero la distribución del ingreso continúa en un nivel muy regresivo, como si los hilos finos del poder estuvieran en sus manos.

-Es que está el empresariado, que no quiere ceder nada de sus ganancias, es un plano dificultoso para avanzar. Hay intereses que tocar. En el Coloquio de Idea -en Mar del Plata, última aparición pública de Roberto Lavagna, antes de ser despedido por Kirchner- hubo una intervención de Mariano Grondona que fue reveladora. Les dijo a los empresarios: "Ustedes tienen que crecer y no hacer caridad". Fue una frase impresionante, impecable, una verdadera síntesis. Por supuesto que ningún empresario se levantó, ni le manifestaron desacuerdo; por el contrario, lo aplaudieron.

-En Idea adhieren a la "teoría del derrame", una formulación cuestionada porque no se le conoce sustento teórico fehaciente.

-Pero la copa no se derrama nunca porque a medida que crece su contenido te van cambiando la copa, y te colocan una más grande (risas).

-Volviendo a qué se puede hacer y qué no en materia de lucha contra la pobreza, ¿qué se le ocurre?

-Es difícil, porque estamos mundializados. Supongamos que Kirchner expropie un campo de un terrateniente emblemático de la Argentina, y socialice la riqueza. El tipo del campo habla con sus socios en Estados Unidos, y tras cartón, resulta que Bush sale a decir que Bin Laden está en Berazategui... y te lo hacen. Y te mandan los marines y estamos fritos en pocos días. Esto, que parece joda en el caso de nuestro país, no está muy lejos de suceder en Venezuela. Distinto es el caso de Fidel Castro, que yo creo es funcional a muchos intereses de Estados Unidos y no les molesta demasiado, a pesar de que están esperando que se muera.

-Sin pensar en decisiones radicales, ¿no hay consensos posibles como para lograr un gran acuerdo nacional contra la pobreza?

-Debería, si fuéramos serios, centroizquierda y centroderecha deberían caminar juntos unos 10 años. A nadie le conviene tener estos niveles de pobreza, no es posible vivir en una selva barbárica donde en cualquier momento se produce un brote y se incendia el país, como ocurrió en París.
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"En el mundo mueren 11 millones de niños por año por causas de pobreza, ¿De qué derechos humanos estamos hablando?", cuestiona José Pablo Feinmann.

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